Capítulo 4 ⵂ Realidad sombría

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Éste dolor se vuelve más mortal

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" Definitivamente me está haciendo una muy mala broma, debería saber que yo no me llevó así, tiene que volver a plantearse su sentido del humor " Pensaba Jungkook sintiendo cómo su mundo se hacía pedazos

— No.

— Entonces dime qué te sucede, hijo, me tienes muy preocupado — Se notaba la preocupación en su mirada cristalizada, si no estuviera Jungkook enojado lo abrazaría y besaría sus mejillas, cómo siempre después de las pequeñas disputas, pero está vez era diferente. Muy diferente.

— Es la pubertad — Respondió con sencillez, la excusa más usada, pero también la más creída y válida.

— Kim Jungkook, no me quieras ver la cara de idiota, lo tuyo va más allá de eso — Su voz era segura y lo peor es que no se equivocaba, pero no podía decirle lo que le pasaba, temía que le viera con asco, joder, hasta él se daba asco.

— ¿Qué tú nunca fuiste adolescente acaso? — Preguntó con algo de burla en su hablar poniéndose a la defensiva.

— Sí, por eso sé que lo tuyo ya no es normal, Jungkook.

— Lo es, que a ti te cueste creerlo es cosa aparte — Se negaba a tener a alguien más ahí, siempre habían estado nada mas ellos dos y le gustaba aquello, si bien a veces se sentía solo, ya se había acostumbrado y hasta llegaba a apreciar a veces esa soledad; también estaba el hecho de que se corría el riesgo de que ya no le prestaría la atención de antes, él quería a su padre solo para él.

— No quiero a nadie más aquí y punto.

— Kim Jungkook, no me hables así, no soy tu igual soy tu padre. — La paciencia de Tae se estaba acabando, estaba claro que le pasaba algo y le asustaba que no le dijera nada porque podría ser el caso de que fuera algo muy grave, había tratado de hablar bien con él pero se encerraba y hasta a veces lo ignoraba, estaba desesperado, ya no podía pensar las cosas con claridad y su tristeza se estaba transformando en irá.

— Entonces comienza a actuar cómo uno, porque lo que menos pareces es mi padre ahora mismo — Sonrió con cinismo puro que ocasionó que explotara el pelirrojo

— ¡¿De qué carajos me hablas, Jungkook?! ¡me he partido en dos para trabajar y estar contigo lo más que puedo! ¿¡y así me lo agradeces!? ¿¡diciendo que soy un mal padre!? ¡no sabes lo preocupado que me he encontrado desde que cambiaste y no para bien cómo desearía! — Elevó su volumen de voz sin ni siquiera darse cuenta, al igual que algunas lágrimas se deslizaban por sus mejillas.

Sin embargó ni las lágrimas de su padre amado lograron tocar el ahora frío corazón del azabache, era más su desprecio a la idea de tener a alguien más en casa y su enojo que cualquier otro sentimiento, enojo de que pensará que no lo agradece cuándo lo que menos hacía es causarle molestias para que lograra descansar luego del trabajo. Si bien sabe que lo que dijo anteriormente estuvo mal y que lo dijo sin pensar, no lo admitiría porque sería perder, él odia perder.

— Un padre no traería a alguien más a su casa si no lo quiere su hijo, pues adivina, odio el hecho de que alguien más éste aquí.

Suspiro él mayor tratando de calmar su enojo pero era casi imposible, había perdido la paciencia desde que le tachó de mal padre, lo que más detestaba era eso, él daba todo de sí aunque para algunos era lo mínimo pero tenían que entenderlo, él fue un padre adolescente, soltero y abandonado a su suerte, no planeó nada de esto.

— Entonces ayúdame a entenderte, por favor — Habló más calmado mirándolo a los ojos de manera suplicante, sólo quería saber, quería ayudarlo, hacer que fuera el mismo Jungkook sonriente y amante de la vida.

— Es mi vida, no te metas en ella.

Palabras equivocadas en el momento menos indicado.

Resonó en la sala el sonido de una mano plasmada contra una suave piel, si, Taehyung le acababa de dar una cachetada a su hijo Jungkook, que ahora lo miraba sorprendido y con enojo aumentado.

Él pelirrojo rápidamente se arrepintió de sus acciones sintiendo un dolor en su pecho, no podía creer que había dejado que su furia dominará su cuerpo. Nunca le había pegado.

— O-oh, Dios, perdón perdón — Comenzó a disculparse rápidamente dejando que de sus ojos nuevamente se hicieran presentes sus lágrimas, cuándo estaba por darle un abrazo fue detenido por él azabache posando una mano en su pecho.

— Me iré a mi habitación — No dejó que su padre dijera algo más, sólo con su mano posada en el lugar golpeado y se marchó.

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Tocaba la puerta del menor mientras que con su otra mano sostenía unas galletas de chispas de chocolate recién recién hechas, las favoritas de su bebé.

— Vete — Habló él contrario que se encontraba acostado en la cama con su mejilla levemente roja.

— Por favor, hablemos, tenemos que resolver esto — Bajó su mirada aún sintiendo aquella culpabilidad comiéndolo vivo. Si bien para algunos estaría "justificado" su deplorable acción, para él no, nunca había un buen motivo para recurrir a la violencia, menos hacía la razón de sus buenos días. — Te preparé tus galletas favoritas...

Sentía nuevamente sus ojos ceder ante su tristeza y decepción de sí mismo.

Escuchó cómo le quitaba el seguro y después de ello unos pasos.

— Está abierto.

Una sonrisa se pintó en su rostro, abrió la puerta lo suficiente para pasar y cerrarla nuevamente. Miró a su adorable hijo acostado en la cama cubierto de sábanas blancas.

— ¿Están calientes? — Preguntó mientras se sentaba mirando el plató lleno de galletas.

— Recién hechas — Le regaló una sonrisa sincera llevando las galletas a su regazo.

Aún estaba algo enojado y dolido él azabache, pero eso no quitaba que amará los postres que hacía su padre, aparte nunca le negaría algo así, no después de que se tomó la molestia de hacerlas.

Al ver cómo se devoraba las galletas llenando sus adorables mejillas le hacían sentir el peor padre del mundo, porque sí, ahora se merecía el título al levantarle la mano a su ángel, el ver su linda mejilla roja lo llenaba de asco y odio a sí mismo.

— Perdón por pegarte... — Habló mirando a su hijo que también le miraba atento aún comiendo y llenando así sus mejillas. — No tuve que hacerlo, también quiero pedirte perdón por la pelea, si te hace sentir mejor... no traeré a nadie a nuestra casa

Y así el enojo de Jungkook se fue, con las únicas palabras de "no traer a nadie a nuestra casa " que era lo que realmente le importaba, claro omitiendo el hecho de ser descubierto pero eso ya era muy aparte.

— Te perdono — Le regaló una sonrisa llevando su mano a la contraria para acariciar está. — También quiero pedirte perdón por todo, no eres un mal padre, eres él mejor, no importa lo que hiciste porque lo merecía, no tuve que hablarte así.

Esas palabras le llegaron en lo más profundo, aunque no coincidía con que lo "merecía" no había nada que lo justificará, pero lo importante era que ya no había nada de tensión entre ellos, que reconocieron sus errores.

— ¿Abrazo? — Extendió sus brazos hacía él menor, el cual que no dudó en corresponderle el abrazo teniendo cuidado de no tirar sus amadas galletas. Al separarse lo miró con un brillo en sus ojos, uno que hizo que pensará que todo iba a volver a la normalidad, antes de "la pubertad", pero no era eso, el brilló se debía a sus emociones ocultas, obvio no lo sabía él, sin embargó sirvió para que se tranquilizara respecto al tema.

— Papi, ¿me enseñas a cocinar? — Habló tiernamente para que él mayor cediera, así podría pasar más tiempo con él.

él es mi papá | kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora