Capitulo 7

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Al día siguiente, un poco después de la puesta del sol, Hermione y Draco abandonaron el chateau en la limusina. Al llegar a la autopista ella volvió la vista hacia él. De perfil se le veía demacrado, con los rasgos afilados. Sabía que el necesitaba sangre.

Estuvieron veinte minutos en el coche en silencio, y luego dijo:

- Siéntate más cerca de mí.

Hermione lo hizo, pero bromeo:

- Nuestro trato ha expirado.

El la miro a la cara, fijamente.

- ¡Nuestro trato expira cuando yo lo digo!

Hermione lo discutió. No era libre aun.

Igual que a la ida, el coloco un brazo por detrás de ella, haciéndola inclinar la cabeza hacia adelante. El beso larga y apasionadamente, acariciando con la mano su rostro y su cuello como un ciego que memoriza los rasgos hasta que, por fin, puso las heladas puntas de los dedos sobre la yugular.

Hermione se rindió a sus besos, dejándose llevar. Fantaseaba con la idea de vivir con él, no dejaba de preguntarse como seria pasar el resto de su vida rodeada de pasión. La idea la excitaba de tal modo, que alzo la vista hacia él, respondiendo a su deseo.

Draco no era tan monstruoso, se decía, dejando en segundo plano los recuerdos de su brutalidad para vivir los más placenteros. Ella podía cambiarlo, sabía que podía. Él estaba encaprichado con ella. Hermione podía llegar a amarlo a pesar de sus problemas. Sería fácil, y no tenía nada que perder.

De pronto se le ocurrió la alocada idea de proponerle otro trato. Se quedaría un mes más con él, vería como iban las cosas. Insistiría en que él se reprimiera y no tomara su sangre. Y, además, ella tenía que decirle que posiblemente fuera portadora del virus del sida. Pero en esa ocasión él tendría que acceder a no volver a emplear jamás la violencia con ella. Draco accedería, estaba segura.

Cruzaron el puente más moderno, el Pont de cubzac, y luego giraron para tomar la carretera que discurria paralela al puerto. Enseguida llegaron al mismo lugar al que, catorce noches antes, el taxista había conducido a Hermione. El la beso en los labios una vez más, presionándola con cálida insistencia, haciéndola estremecerse y excitarse. Y cuando los labios de ambos se separaron, sus ojos permanecieron fijos el uno en el otro.

Hermione abrió la boca, dispuesta a contarle lo que había planeado, cuando él se adelantó:

- No vuelvas aquí. ¡jamás!

Hermione sintió que sus extremidades se entumecían, que su cerebro se congelaba, que su corazón se rompía ante tanta frialdad.

El coche se detuvo y el salió. No la moro.

Sin decir una palabra, Draco cerró la puerta y se alejó, caminando rápidamente en dirección al muelle.

La limusina arranco de inmediato. Cruzaron el Pont de Pierre, que llevaba al centro de la cuidad, y el coche se detuvo ante la puerta del hotel. Carol subió a su habitación como zombi, hizo la maleta y se despidió.

- La cuenta esta pagada. Madeimoselle. Dejaron esto para usted.

Dentro del sobre había un billete de avión para filadelfia. Tomo un taxi y le ordeno que la llevara al aeropuerto de merignac. Allí compro otro billete para Madrid y tiro el de filadelfia.

Pasaron tres semanas y Hermione comenzó a sentirse mal. Al principio pensó que se trataba simplemente de una alergia ante las especias de la cocina española, luego sospecho que podría ser el resultado de un corazón roto para siempre, pero enseguida comenzó a vomitar a diario, y tuvo que buscar un médico. Se hizo una serie de pruebas. El resultado la dejo estupefacta. Tras calmarse y recapacitar, lo primero que hizo fue comprar un billete de avión a Burdeos.

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continuara ..... 

EL NIÑO DE LA NOCHE ( DRAMIONE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora