CAPITULO 17

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La fiebre bajó. Al día siguiente por la noche Hermione se sentía débil, pero viva. Y la tensión en la casa disminuyó.

- Por un momento creí que morirías, preciosa —rio Ginebra mientras arropaba a Hermione, que estaba tumbada en un diván—. Bienvenida de nuevo al mundo de los vivos, o al menos a un razonable facsímil.

- Sí, me alegro de estar de vuelta —dijo Hermione—. Estoy muy cansada, pero me encuentro bien.

- Aún tienes que cuidarte, no queremos que vuelvas a recaer —dijo Narcisa.

- ¡No, por Dios! —exclamó Bellatrix—. Ya no sabemos qué hacer contigo, se nos han acabado las ideas.

Bellatrix estaba de pie junto a Rodolphus, y apoyaba un brazo sobre sus hombros. Él la agarraba de la cintura.

Todos estaban nerviosos, felices y contentos de que Hermione se hubiera recuperado. Y todos la rodeaban excepto Draco, que permanecía un poco más atrás y apenas dijo nada. La expresión de su rostro era peculiar. Enseguida Hermione lo vio marcharse del salón y oyó un coche arrancar.

- Bueno, ya estás en el octavo mes —dijo Bellatrix—. Todo terminará pronto. Debes estar contenta.

Hermione había estado pensando en ello durante todo el largo proceso de ensimismamiento y luego, en la enfermedad. Pero no encontraba ningún modo de decirles lo que les tenía que decir.

- Quiero quedarme con el bebé.

El silencio invadió la habitación.

- Ya sé que resulta inoportuno, pero es mío. Me quedaré aquí, si queréis, o me iré. Pero quiero al niño.

Narcisa se sentó y la miró.

Ginebra silbó y dijo:

- Aquí, en el hotel Transilvania, no queda ni un momento para el aburrimiento.

- No creo que sepas lo que estás diciendo —dijo Bellatrix. — Probablemente aún tienes algo de fiebre.

- Lo sabe perfectamente —dijo Rodolphus, sin dejar de mirar a Hermione con aquellos ojos aterradores.

Pero Hermione creyó detectar algo más en esos ojos; algo que quizá no fuera aprobación, pero tampoco rechazo.

- Hermione, eso es imposible —dijo Narcisa, interrumpiendo sus pensamientos.

- Te hemos explicado por qué el bebé debe crecer con nosotros —intervino Theo.

Y además —añadió Narcisa—, tu influencia solo serviría para tergiversar las cosas. Sería una tortura para el niño, se vería dividido en dos. Bastante difícil le será ya decidir qué camino tomar. Nuestro mundo es superior, y ese es el camino que queremos animarlo a seguir. Estás experimentando unos sentimientos maternales muy naturales, pero ya pasarán.

- ¡No, no pasarán! — exclamó Hermione con vehemencia—. No he tomado la decisión esta noche, llevo meses pensándolo. No me separaré de mi bebé, y vosotros no podéis hacer nada al respecto.

Todos volvieron a quedar en silencio, aparentemente incapaces de pensar en nada más que decir, excepto Ginebra.

- Yo descongelaré el plasma.

Cuando volvió Draco, Narcisa lo llevó aparte y le dio la noticia. Él no pareció tan sorprendido como los otros ni, por extraño que pareciera, se lo tomó tan mal. —Solo hay un modo —le dijo Draco a Hermione —, y ni siquiera sé si yo estoy dispuesto. Tendrás que convertirte en uno de nosotros.

EL NIÑO DE LA NOCHE ( DRAMIONE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora