CAPITULO 12

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Durante el resto de aquel segundo mes y el tercero Hermione fue acostumbrándose al hecho de estar embarazada y a la vida en el château. Muchas noches salía con Draco a la ciudad o paseaban por la playa, y otras las pasaba en el salón, hablando con Narcisa o Ginebra y con Theo, si es que él andaba por allí. La trataban bien para ser su prisionera, aunque estaba aburrida de las raciones diarias de hígado y espinacas.

Hermione seguía sin confiar en Draco. Él era impredecible. Pero no era tan malo. A veces incluso se sorprendía a sí misma pasándoselo bien con él.

Una noche Draco le llevó seis aves del paraíso. Se ducharon juntos y rieron bajo el chorro de agua. Pero después de salir de la ducha, mientras Draco la secaba, Hermione se sintió especialmente mal. Vio su rostro ceniciento en el espejo y advirtió:

- Será mejor que te vayas y me dejes sola.

Apenas había terminado de decirlo cuando comenzó a vomitar violentamente. Se agarró al toallero, que se soltó de la pared, y cayó al suelo con un golpe tan fuerte, que se echó a llorar. Draco la ayudó y la sostuvo mientras vomitaba la cena.

Fue tan amable que Hermione apenas podía creerlo. Le lavó la cara, le dio agua para enjuagarse la boca y la llevó a la cama. Una vez arropada y con las luces apagadas, se metió en la cama con ella.

La enfermedad siempre la había asustado. Draco pareció intuirlo y se quedó hasta el amanecer, estrechándola en sus brazos, besándola y acariciando su cabello cuando ella lloraba. Le contó historias divertidas sobre los personajes que conocía del paseo marítimo, a los que llamaba los «fans de los vampiros», haciéndola llorar de la risa y distrayéndola de las náuseas. Hermione se sentía agradecida, y se lo dijo.

Al día siguiente Draco entró en su habitación cuando ella se estaba vistiendo.

- ¿Te encuentras mejor?

- Sí.

Ella llevaba una de las faldas nuevas que él le había comprado, pero aún no se había puesto el top. No le daba vergüenza estar desnuda delante de él.

- Déjate eso puesto —dijo él.

Draco se sentó en un sillón y se quitó la camisa.

Ven aquí —añadió, tirando de ella para sentarla en su regazo.

Te he traído unos libros. Elige uno. Voy a leerte una historia antes de dormir. Será inspirador. Son algunos de los mejores autores franceses.

Draco le tendió tres libros encuadernados en rústica. Ella leyó los títulos: Justine, la historia de O, y La liberación de la Bella Durmiente. Hermione lo miró con una expresión extrañada. Draco echó atrás la cabeza y rio, enseñando los dientes.

- Me encanta sorprenderte.

- A. N. Roquelaure es el seudónimo de Anne Rice, y no es francesa, sino americana --dijo Hermione.

- Su espíritu es francés, abogada, y eso es suficiente según el Código Napoleónico.

Draco la atrajo hacia sí y le lamió el lóbulo de la oreja mientras metía una mano entre sus muslos.

- ¡Eres tan follable!

- ¿Eso es un insulto o un halago?

- ¿Tú qué crees?

En general, Draco la trataba bien, teniendo en cuenta que Hermione no tenía más opción que permanecer allí. Seguía haciéndola sentirse violenta cuando salían fuera, y no paraba de darle órdenes constantemente, pero al menos no se mostraba brutal y había dejado de amenazarla. A veces casi parecía humano.

EL NIÑO DE LA NOCHE ( DRAMIONE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora