Capítulo 27

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Me dirigía al aeropuerto con la familia de Héctor, mi corazón latía con fuerza, lleno de una mezcla de emoción y nerviosismo, por fin había llegado el día de volver a verlo, estaba muy emocionada.

En el camino, la madre de Héctor, intentaba animar a su familia y a mí con historias de las travesuras de Héctor cuando era niño.

— Recuerdo cuando tenía cinco años y se escondió en un mueble porque no quería venir con nosotros de vacaciones — decía la madre de mi mejor amiga entre risas, intentando aliviar la tensión que todos sentíamos —

Su padre, sonreía mientras conducía.

— Y pensar que ahora es un jugador internacional. Quién lo hubiera dicho cuando rompía ventanas jugando en el patio — agregó con un tono de orgullo que resonó en el auto —

Todos rieron mientras yo miraba por la ventana, sumergida en mis pensamientos. Los últimos días sin Héctor habían sido difíciles y más en su cumpleaños. Habíamos hablado por teléfono todas las noches, pero nada se comparaba con tenerlo cerca. Cada vez que veía su partido por televisión, sentía una mezcla de orgullo y anhelo. Estaba deseando abrazarlo, sentir su presencia, escuchar su voz en persona.

Finalmente, llegamos al aeropuerto. El bullicio del lugar me sacó de mis pensamientos. Los padres de Héctor y sus hermanas, Lucía y Claudia, y yo nos dirigimos a la sala de llegadas internacionales. Estaba abarrotada de personas, todas esperando a sus seres queridos. Encontramos un lugar donde esperar, justo frente a las puertas automáticas por donde el autobús del Barcelona aparecería en cualquier momento.

Vimos a varios familiares de otros miembros del club y nos acercamos a saludar.

— ¿Cómo te sientes, Meli? — preguntó Lucía colocando una mano en mi hombro. Su mirada era cálida y comprensiva —

— Un poco nerviosa, para ser honesta — respondí intentando sonreír — Estoy muy emocionada de verlo, pero también siento un poco de ansiedad. Ha sido una semana larga

— Es normal — intervino su madre — Es difícil estar separados. Pero verás que cuando lo tengas de nuevo a tu lado, todo ese malestar desaparecerá — su voz era reconfortante, y su experiencia como madre la hacía aún más tranquilizadora —

Su marido asintió.

— La espera siempre es difícil, pero imagina lo que siente él. Ha estado pensando en este momento tanto como tú. Estoy seguro de que lo único que quiere es verte

En ese momento, las puertas automáticas se abrieron, y una oleada de pasajeros comenzó a salir. Mi corazón dio un vuelco y mis ojos buscaron desesperadamente entre la multitud. Cada vez que veía una camiseta de fútbol o una maleta de equipo, mi esperanza crecía, solo para ser reemplazada por la ansiedad cuando no era él. Vimos a varios jugadores llegar pero ninguno era él.

Después de lo que parecieron horas pero que en realidad fueron solo unos minutos, vi una figura familiar. Héctor apareció en las puertas, con su mochila al hombro y su maleta rodando detrás de él. Llevaba una gorra del Barça y una sonrisa cansada pero feliz. Al vernos, su rostro se iluminó y levantó la mano para saludarnos.

— ¡Héctor! — grité sin poder contener mi emoción —

Corrí hacia él, esquivando a otros pasajeros, y me lancé a sus brazos. Sentir su abrazo después de una semana me llenó de una paz indescriptible. Su olor, su calor, su presencia... todo en él me hacía sentir como en casa.

— Te he extrañado tanto — murmuré contra su cuello sintiendo que las lágrimas se acumulaban en mis ojos —

— Yo también, Amelia. No sabes cuánto — respondió apretándome con fuerza —

𝙵𝙾𝚁𝙴𝚅𝙴𝚁 𝚈𝙾𝚄𝙽𝙶 || 𝐇𝐞́𝐜𝐭𝐨𝐫 𝐅𝐨𝐫𝐭 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora