Capítulo 28

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Desperté despacio, acurrucada entre las sábanas de una cama que no era la mía. La luz del sol se filtraba a través de las cortinas, inundando la habitación con una cálida luz dorada. Al principio, no sabía dónde estaba. Pero luego giré la cabeza y lo vi a él, dormido a mi lado, su respiración suave y constante. Recordé la noche anterior y una sonrisa se deslizó por mis labios.

— Buenos días — murmuré dándome cuenta de lo ridículo que era hablarle mientras él seguía durmiendo —

Me deslicé lentamente fuera de la cama, tratando de no despertarlo. Había algo tranquilizador en su sueño profundo, y quería dejar que descansara un poco más.

Busqué mi ropa interior en silencio, vistiéndome con cuidado. Aún no estaba segura de cómo sería la reacción de sus padres al verme bajar por las escaleras por la mañana.

Justo cuando terminé de ponerme su camiseta encima de mi ropa interior, escuché un movimiento detrás de mí. Me di la vuelta y lo vi, estirándose y abriendo los ojos lentamente. Sus ojos, todavía somnolientos, me encontraron y una sonrisa apareció en su rostro.

— Buenos días, dormilón — dije intentando sonar casual —

— Buenos días — respondió con voz ronca, incorporándose en la cama — ¿Dormiste bien?

— Asombrosamente bien — respondí sonriendo — ¿Y tú?"

— Como un tronco — respondió, estirándose de nuevo —

Luego se levantó y se dirigió hacia mí, dándome un beso rápido en la frente.

— ¿Listos para enfrentar a la familia?"

— Lo estoy si tú lo estás — dije, aunque la verdad estaba un poco nerviosa —

Bajamos juntos las escaleras, su mano sosteniendo la mía con firmeza. La casa estaba llena de los sonidos del desayuno: el chisporroteo de algo friéndose en la cocina, el murmullo de voces, y el ocasional ruido de platos y cubiertos.

Al entrar en la cocina, la madre de Héctor se dio la vuelta y nos miró con una sonrisa amable.

— Buenos días, ustedes dos — dijo colocando un plato de huevos revueltos sobre la mesa —

— Buenos días, mamá — respondió Héctor guiándome hacia la mesa — ¿Dónde están papá y las chicas?

— Tu papá está en el jardín, y las chicas ya están en la mesa — respondió ella señalando hacia el comedor — Héctor, ¿qué tal si me ayudas con esto?

Él asintió y sentí que era el momento perfecto para ir a ver a Claudia y a Lucía y preguntarle qué tal había quedado el local, hoy por la tarde noche sería la fiesta sorpresa.

Entré al comedor y allí estaban ellas dos, sentadas a la mesa y riendo por algo que sólo ellas entendían.

— Buenos días — saludé —

— ¿¡Amelia!? — preguntaron las dos a la vez —

— ¿Soy yo...? — dije sin entender su reacción —

— ¿Qué haces aquí? — preguntó Claudia sonriendo —

Lucía me miró mientras me advertía con la mirada que tuviese cuidado de a ver que iba a decir.

— Dormí con vuestro hermano — dije sin dar detalles —

Claudia iba a hablar y como sabía que iba a ser otra pregunta, decidí preguntar por el local.

— ¿Y el local qué tal? — susurré —

— Todo está perfecto — susurró Lucía — Le va a encantar

𝙵𝙾𝚁𝙴𝚅𝙴𝚁 𝚈𝙾𝚄𝙽𝙶 || 𝐇𝐞́𝐜𝐭𝐨𝐫 𝐅𝐨𝐫𝐭 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora