Capítulo 31

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Era el 1 de septiembre, un día soleado y perfecto para el fútbol. Estaba emocionada por ver a Héctor jugar en el partido del Barcelona contra el Valladolid. Me puse una camiseta del Barça y me dirigí al estadio, sintiendo ese cosquilleo nervioso en el estómago que siempre tenía antes de ver a Héctor en el campo. Llegué al estadio y encontré mi asiento, bastante cerca del campo, y me acomodé mientras el estadio se llenaba de aficionados animando y coreando.

El partido comenzó y, como siempre, me emocionaba ver a Héctor en acción. Se movía con agilidad y determinación, y no pude evitar sentirme orgullosa. Todo iba bien hasta que, de repente, alguien se sentó a mi lado. Giré la cabeza y vi a una chica que reconocí de inmediato, la ex novia de Héctor.

— Hola, Amelia, ¿cómo estás? — dijo Leyre con una sonrisa que no llegaba a sus ojos —

Entendí que sabía mi nombre gracias a que nuestra relación se hizo pública y que, cuando ella estuvo con Héctor, yo estaba con Samuel y coincidimos alguna vez que otra.

— Hola, Leyre  —respondí tratando de mantener la compostura — Estoy bien, gracias

— Es genial verte aquí apoyando a Héctor — continuó ella, con una voz melosa — Aunque, para ser sincera, creo que él estaba más feliz cuando estaba conmigo

Sentí una punzada de celos y molestia, pero traté de ignorarla y concentrarme en el partido, ¿quién cojones se creía?

— No sé a qué te refieres — dije mirando hacia el campo —

Leyre soltó una risita.

— Vamos, Amelia. Todos saben que Héctor y yo tuvimos algo especial. De hecho, todavía nos seguimos en todas las redes sociales. Míralo tú misma, siempre le da 'me gusta' a mis fotos. Creo que nunca ha dejado de quererme del todo

Mi corazón latía con fuerza y sentí un nudo formarse en mi estómago. No quería escuchar más, pero Leyre seguía hablando.

— ¿Sabías que él y yo tenemos tantos recuerdos juntos? Solíamos venir a este mismo estadio, y él me decía lo hermosa que me veía. Bueno, no es que quiera compararnos, pero siempre me decía que yo era la más guapa

Cada palabra que decía Leyre era como una puñalada. La molestia se convirtió en ira, y sentí que no podía quedarme más tiempo allí.

— Disculpa, Leyre. Tengo que irme — dije levantándome apresuradamente —

Salí del estadio sintiéndome enfadada y herida. No podía creer lo que acababa de pasar. Leyre había logrado exactamente lo que quería: hacerme dudar y sentirme insegura. Tomé mi teléfono y le mandé un mensaje a Héctor.

"Lo siento mucho, Héctor. No me siento bien y me he ido del partido. Hablamos luego."

Me dirigí a mi casa, tratando de calmarme, pero las palabras de Leyre seguían resonando en mi cabeza. ¿Por qué no me había contado Héctor sobre seguir en contacto con ella? ¿Era cierto que aún tenía sentimientos por ella?

Llegué a mi casa y me dejé caer en el sofá, sintiéndome miserable. No pasó mucho tiempo antes de que alguien llamara a la puerta. Me levanté y fui a abrir, sorprendida al ver a Héctor allí, todavía con su ropa de entrenamiento.

— ¿Estás bien, Amelia? — preguntó, con una expresión preocupada —

— Héctor, ¿qué haces aquí? — dije tratando de contener las lágrimas —

— Recibí tu mensaje y me preocupé. ¿Qué pasó? — insistió él —

No pude contenerme más. Las palabras salieron a borbotones.

𝙵𝙾𝚁𝙴𝚅𝙴𝚁 𝚈𝙾𝚄𝙽𝙶 || 𝐇𝐞́𝐜𝐭𝐨𝐫 𝐅𝐨𝐫𝐭 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora