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Derek estaba merodeando los jardines cuando Marcelo se le acercó. Ambos retomaron la conversación que habían dejado pendiente la noche anterior, repasando las tareas que debían realizar y los movimientos que tenían que ejecutar con precisión. El día avanzaba, y para el mediodía, la noticia los sorprendió: todos fueron convocados a la entrada de la mansión. Alguien importante estaba llegando. El anuncio de una celebración especial esa misma noche desconcertó tanto a Marcelo como a Derek, pero sabían que había algo más oscuro detrás de esa fachada de festividad.
Un lujoso auto negro, impecable, se deslizó por el camino de entrada. Brillaba bajo el sol del mediodía como una bestia silenciosa y elegante, su carrocería reluciente como una promesa de peligro. Marcelo lo miró desde la distancia, observando cómo el vehículo avanzaba con la precisión calculada de un depredador acechando a su presa. Las llantas brillaban como si acabaran de salir del infierno, y los cristales tintados ocultaban el interior con una oscuridad que emanaba misterio y amenaza.
No se necesitaba ver dentro para sentir el peso de la presencia que venía en ese auto. La puerta se abrió con un movimiento deliberado, casi sensual, y de allí emergió Eva Mascherano. Vestida de negro, como un cazador preparándose para la cacería, cada paso que daba era una declaración de poder. Su silueta esbelta y peligrosa se movía con una precisión letal, y sus ojos, verdes, oscuros como la noche, recorrían la escena con una calma inquietante, como si todo estuviera bajo su control desde el primer momento.
Marcelo observaba, quieto pero alerta, notando cómo su mera aparición alteraba el aire a su alrededor. Eva Mascherano no era alguien a quien se le ignoraba, su presencia arrastraba respeto y miedo por igual. Los hombres que estaban allí no la miraban, no porque no quisieran, sino porque sabían que al hacerlo demasiado tiempo, te arriesgabas a que ella te devolviera la mirada, y muy pocos podían sostenerla sin perder algo de sí mismos.
—¿Quién la llamó? —murmuró Marcelo con un tono cortante a uno de los hombres de seguridad, sin apartar la vista de Eva. Sabía que su llegada no podía significar nada bueno. En su mente, ya comenzaban a formarse las preguntas, las dudas, las estrategias. Pero lo que más le quemaba era la sensación de que todo estaba a punto de volverse mucho más peligroso de lo que ya era.
—La señora. Y no teníamos órdenes de impedirle el paso, trae respaldo del señor de Navojoa —respondió el hombre de seguridad con un tono serio, casi reverente, dando a entender la gravedad de la situación.
Marcelo frunció el ceño, asimilando la información con rapidez. El hecho de que Eva no solo hubiera llegado por invitación, sino que además contara con el respaldo del señor de Navojoa, añadía una capa peligrosa a su presencia. El señor de Navojoa no era solo un nombre vacío, sino una figura temida en los círculos de poder. Se rumoraba que controlaba una vasta red de influencia que abarcaba desde el norte del país hasta los más oscuros rincones del submundo.
Sus intereses iban desde el narcotráfico hasta el tráfico de influencias en la política y la economía clandestina. Un hombre de recursos ilimitados, con contactos entre sicarios, políticos corruptos y empresarios que le debían favores imposibles de pagar. Aquel que llevaba el título de señor de Navojoa era, para muchos, un fantasma, una sombra que movía los hilos del poder en silencio, desde las sombras. Nunca daba la cara, pero cuando su respaldo se hacía presente, las puertas se abrían, los enemigos caían, y las disputas se resolvían sin necesidad de levantar una mano.
El hecho de que Eva tuviera el respaldo de un hombre tan peligroso significaba que ella no estaba aquí solo para socializar o cumplir con una simple visita. Algo mucho más profundo se estaba cocinando, algo que Marcelo no podía permitirse ignorar. La llegada de Eva, con el poder del señor de Navojoa detrás de ella, significaba que las aguas de la organización estaban a punto de agitarse.
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STERK VS MAFIA +21
Fanfiction― ¿Cómo estás, Sourwolf? ― la voz familiar de Stiles resonó a través del teléfono, provocando un revuelo en el estómago de Derek. Derek inhaló profundamente, sintiendo cómo la tensión en su pecho crecía. ―¿Stiles?― . . . Todo estaba bastante tranqu...