STERK VS MAFIA +21

El Peso del Poder

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La sala apestaba a humedad y encierro. La penumbra no era suficiente para ocultar las marcas de violencia en las paredes: surcos profundos como cicatrices que contaban historias de luchas desesperadas. El aire estaba tan cargado de tensión que Stiles podía sentirlo hundiéndose en su piel, como un sudor frío que no podía quitarse. Desde la esquina de su visión, observaba a Viktor. Aún inmóvil, el hombre lobo parecía una bestia encadenada, su pecho subiendo y bajando con lentitud, pero sus ojos, brillando con un fulgor amarillo antinatural, contaban una historia diferente. Estaba al borde. Si se rompía el delicado equilibrio que lo contenía, habría sangre. Mucha sangre.

—Sabemos que liberaron a los híbridos —dijo Viktor, su voz tan baja y grave que parecía resonar en los huesos. Cada palabra era un puñal que cortaba el aire, dejando un eco áspero detrás—. La ciudad no está segura. Esos experimentos son... algo peor de lo que creíamos. No solo lobos. Ni humanos. Algo que destruye todo lo que toca. Incluso a los alfas más fuertes.

La mención de los híbridos hizo que un escalofrío recorriera la espalda de Stiles. No era solo lo que Viktor decía, sino cómo lo decía. Como si cada palabra estuviera cargada de imágenes que preferiría no ver, de recuerdos tan terribles que solo mencionarlos los hacía reales otra vez.

Derek, a su lado, estaba rígido como una estatua, pero el temblor apenas perceptible en sus dedos traicionaba su inquietud. Su ceño fruncido era más profundo que nunca, y sus ojos verdes se clavaban en Viktor con una furia contenida, una amenaza velada.

—¿Por qué deberíamos confiar en ti? —gruñó, su voz tan cortante que pareció hacer eco en la habitación. Su cuerpo, siempre listo para pelear, estaba en tensión máxima, como si esperara que Viktor se lanzara sobre ellos de un momento a otro—. Ustedes son tan culpables como la organización. Nos han cazado. Igual que ellos.

Viktor no se inmutó. Apenas parpadeó. Pero en sus ojos, algo oscuro se movió. Dolor. Rabia. Algo más profundo y visceral que Stiles no podía descifrar.

—Porque ya lo perdimos todo. —Su tono cambió. Se volvió más bajo, más crudo, como un animal herido—. Mis hombres eran los primeros en las pruebas. Los hicieron pedazos. Los reconstruyeron. Ahora... no queda nada de ellos. Solo monstruos. Y esos monstruos están aquí afuera, en tu ciudad. Matando. Consumiendo.

Hubo un momento de silencio, roto solo por el eco distante de pasos en el edificio vacío. Stiles sintió su estómago apretarse como si algo frío y viscoso le subiera por la garganta. No había escapatoria de esa verdad. Lo que Viktor decía era cierto. Lo sabía. Pero eso no hacía que confiar en él fuera más fácil.

—Necesitamos esa información —dijo, su voz más firme de lo que esperaba, aunque el temblor en sus manos contaba otra historia—. Si realmente quieres detenerlos, trabajaremos juntos. Pero no intentes nada. Porque si lo haces...

No terminó la frase. No era necesario.

Viktor dejó escapar un sonido bajo, algo entre un gruñido y una risa amarga.

—Yo no traiciono. —Sus ojos se estrecharon, y su mandíbula se tensó con una furia contenida—. Pero ustedes... deberían preocuparse menos por mí y más por los híbridos que ya están cazando. Algunos de ellos ya encontraron presas. Y están aprendiendo... rápido.

Las palabras cayeron como un martillo. Stiles sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo, el peso de esa amenaza hundiéndose en sus huesos.

Y entonces, justo cuando iban a salir, el sonido llegó. Un aullido desgarrador, como si algo estuviera muriendo entre espasmos de pura rabia. No era natural. No podía serlo. Era un sonido que arrancaba el alma y te dejaba vacío.