Capítulo 10: Preso

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Manuel:
Había recibido las noticias del nacimiento de la bebé, una niña, mi suegra me mencionaba que se parecía a mí, que había nacido con bien, además no desaprovechó oportunidad para recordarme cuáles eran mis deberes como padre y esposo, la detestaba y ella a mi, gracias a Camila yo tenía la peor de las imágenes para su familia, era el peor hombre, afortunadamente ya hacía mucho tiempo que eso me había dejado de preocupar, ni me molesté en preguntar más cosas, era mi hija, pero me bastaba con saber que estaba bien, tampoco le rogaría a mi suegra por una foto, ya la conocería luego, mi real problema era que no sabía como decirle a Lucero que lo que fuera que tuviéramos debía terminar aquí, por su bien más que por el mío.

Había reflexionado mucho, primero debía poner en orden en mi vida si quería tener un futuro, era innegable,  me estaba enamorando de Lucero, ya lo sabía, y ella no se merecía ser la otra, merecía tener a su lado un hombre que la respetara, por eso necesitaba finiquitar la relación con Camila, pero la llegada de la nueva bebé lo complicaba todo. 

También estaba el hecho de que no tenía del todo claro cuáles eran los sentimientos de mi cuñada por mi, estaba completamente seguro de que había atracción sexual, pero ¿y si son sólo imaginaciones mías y Lucero no siente el tipo de amor que yo pretendía? Ciertamente esa mujer no era de tener muchos hombres, había teñido novios si, pero su primer hombre había sido mi hermano, y esperaba que el último fuera yo.

Me encargué de los niños, les dije que ya su hermanita había nacido y que muy seguramente estaría en casa en un par de días, les comuniqué también que aunque el parto había sido difícil su madre gozaba de buena salud, bañé a mi hijo menor, y le ayudé a mi hija mayor a hacer sus deberes escolares, extrañaba pasar tiempo con mis chicos, aunque la relación con su madre estaba cada vez más deteriorada, eso no significaba que yo me desligaría de la vida de mis niños, al contrario, sería su mayor apoyo. Había olvidado lo que era pasar tiempo de calidad con ellos, últimamente solo pasaba tiempo por fuera de mi casa al no querer estar en el mismo lugar que Camila, pedía horas extras en el trabajo, me ofrecía a acompañar a mi madre, lo que fuera con tal de no tener que verle la cara a mi mujer. Mal me sabía no haber escogido una mejor madre  para mis hijos, tarde conocí a Lucero, ojalá nuestros caminos se hubieran encontrado antes, yo sería el hombre que ella merecía y ella sería mi más grande tesoro.

A la mañana siguiente recibí un mensaje de Lucero en el que me pedía el favor de llevarla hasta su casa luego de las clases, por supuesto accedí, luego Camila me había llamado, me había exigido que fuera a verla al hospital, se había puesto histérica al recibir una negativa de mi parte, si, sabía por lo que había pasado, un parto nunca era sencillo, y sabía la carga hormonal que un embarazo le aportaba a una mujer, pero prefería evitar una discusión. No habíamos pensado mucho en el nombre, Camila ni siquiera se había tomado la molestia de querer buscar nombres, y yo no era el mejor para elegirlos, sonreí al pensar en mi bebita, si se parecía a mí como había dicho mi suegra, seguramente se parecía a Dulce, mi sobrina, la niña más bonita que conocía, muy parecida a mi, pero con la personalidad de su madre, sonreí al pensar en que mis dos sobrinos se veían más como hijos míos que de mi hermano, el parecido era innegable, seguramente Lucero me odió durante ambos embarazos.

Fui a trabajar nervioso por el encuentro que tendría con Lucero, no quería más peleas con ella, y tampoco quería tener que darle la noticia aunque seguramente Camila ya le habría contado, tenía que manejar la situación con cuidado, quería seguir cultivando la buena relación que empezamos a construir pero también debía alejarme, tal vez podíamos ser amigos.

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Lucero fue a clase un poco más animada, se sentía mal, pero saber que Manuel la ponía por encima de Camila le gustaba mucho y es que en la tarde ella le había contado que Manuel aún no se presentaba al hospital a conocer a la niña, tampoco había preguntado por ella, y dejó de responderle los mensajes después de que lo amenazó con demandarlo si no se hacía presente en el hospital, lo insultó de todas las formas posibles y aún así no había cedido ni un poquito, se rió internamente, a ella le respondía al instante incluso después de haber discutido, si, definitivamente eso le subía el ego.

INEVITABLE (Lucero y Mijares)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora