Capítulo 24: Una más

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Lucero:

–Mami, mami –Escuchó la voz de mi hijo cortar el silencio de la noche–

Los gritos de mi hijo mayor me reciben en la entrada de mi casa sin lograr asustarme pues me encanta saber que se emociona tanto al verme, aunque sabe que no tiene permitido quedarse hasta a esta hora despierto, salta para tratar de abrazarme y al no poder hacerlo yo me agacho a su altura para saludarlo con un beso tronado. El calor de su pequeño cuerpo y su olor me dan paz, lo mejor que Julián y yo pudimos haber hecho fue a estos dos hermosos niños que son el motor de nuestra existencia, como padre puedo decir que él siempre tendrá toda mi admiración y respeto, pues es el mejor con los niños, lejos de no ayudarme con ellos, trata siempre de ser parte de sus vidas. Abrazo fuerte a mi niño sin soltarlo por varios segundos, sentirlo es muy reconfortante.

–Mamá, mamá, no puedo respirar –Trata de soltarse de mí–
–Perdón mi amor –Le doy un último beso y lo dejo libre– Es que te amo mucho –No podía creer que ya habían pasado 9 años desde que mi pequeño había nacido, ahora era todo un hombrecito, se me queda mirando y sé exactamente qué quiere pedirme algo– ¿Y bien? ¿Qué me vas a pedir?

Me regala una gran sonrisa de esas que tanto me gustan con hoyuelos y todo, sabe exactamente qué no me puedo resistir a la dulzura que ilumina sus ojitos.

–Mi tía Camila vino esta tarde
–¿Ah, si? –Me quitó mi chamarra evadiendo su carita–

Mi niño es muy intuitivo y podría leer en mi rostro el disgusto que me genera tan solo escuchar el nombre de su querida tía, me dirijo a la cocina para comer algo, la actividad física que hice con Manuel me había dejado un hambre atroz, siento como el niño sigue mis pasos y al ver que no hablo más él continúa...

–Ajá, dijo que la fiesta de cumple de Maria es este sábado–Rechaza una pieza de sándwich que le ofrezco–y nos invitó a Dulce y a mí, ¿podemos ir verdad mamá?

Había olvidado que Maria, la hija mayor de Manuel estaba a punto de cumplir sus 13 años, y yo sabía exactamente el verdadero motivo que llevaba a Camila a invitarnos a la fiesta de su hija,no quería forzarme bajo ningún concepto a asistir al show que ella haría porque veía desde ya la gran actuación que plantaría para mí, se comportaría como la mujer más enamorada y de antemano podía imaginar a Manuel siguiéndole el juego, por mucho que supiera que todo era una simple escena montada lo cierto era que no me era fácil fingir que no me dolía, ella seguramente me obligaría a ver los besos y caricias propias de una mujer completa y absolutamente entregada a la vida familiar. Curiosamente nunca se comportaba así hasta hace un par de semanas atrás, había comenzado a notar su cambio de actitud respecto a Manuel, sabía que yo era la razón, y aún no lograba entender porqué a mí me decía que quería terminar con su relación mientras que con él era una mujer cariñosa, no comprendía tampoco como es que habían terminado teniendo 3 hijos cuando ella no era una mujer que se caracterizaba por su afectividad con su marido y mientras a mí me decía que Manuel tampoco era dado a la ternura, yo creía que con la mujer correcta a su lado, él podría ser un hombre muy amoroso. Terminé de comer con los ojos de mi pequeño fijos en mí, esperaba una respuesta, sin embargo mi mente me llevó a otro conflicto, no quería exponerme, sabía exactamente lo que viviría allá, además de Camila y Manuel, también me encontraría con algunas compañeras de clase que se habían hecho sus amigas y que infantilmente me habían declarado la guerra a mí y a mis amigas, burlas, comentarios fuera de lugar, risas y palabras malintencionadas eran las armas que tenían en mi contra y al no tener respuesta de mi parte como niñas pequeñas hacían lo mismo con mis amigas y yo no tenía la energía para lidiar con ellas, pero tampoco quería negarle nada a mi pequeño sol.

INEVITABLE (Lucero y Mijares)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora