11.- Aika conoce a Aki

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Quiero morir...

Esas fueron las últimas palabras del diario de Aika.


Capítulo 11
— Aika conoce a Aki —




Cuando nací, nadie vino a felicitar a mi madre. Al menos, eso fue lo que dijo mi abuelo, Marou Nakano.

— ¿Y por qué? — pregunté a mi abuelo. Él me contestó con un tono melancólico.

— Te contaré una historia — dijo, revelándome la verdad detrás de los hechos. Ese día entendí la razón de mi soledad. Para todos, soy la hija de Miku Nakano, pero también soy la hija de una mujer obsesionada con un amor del pasado.

[...]

Mi madre, Miku Nakano, era la tercera de quintillizas. Era tímida, pero si confiaba en ti, podía ser la chica más dulce del mundo. Al menos, así me la imagino.

— A ella le dolió eso, y no supo qué hacer con ese dolor — mi abuelo me contó la historia detrás del motivo por el cual mi madre estaba internada en un hospital psiquiátrico. Nunca pudo superar el amor que sentía por mi padre, Futarou Uesugui. Ella y sus hermanas fueron alumnas de él, y de alguna forma, las cinco se enamoraron de Futarou. Al final del festival de la escuela, cada una ocupó una habitación de la escuela. Para desgracia de mi madre, Futarou eligió a Yotsuba, la cuarta hermana. Eso le dolió tanto que se refugió en un mundo de fantasía donde ella y Futarou eran novios.

— Hola, mamá — solía ver a mi madre en silencio cuando iba a esa habitación blanca. Nunca pronunció una palabra en todo el tiempo que la visité. Ella estaba tan sola que nadie se dio cuenta de que, al igual que yo, sufría por dentro.

[...]

Mis días no fueron los mejores; de hecho, recuerdo que solía "llorar" en mi habitación. Aunque la verdad era que tan solo intentaba hacerlo; mis lágrimas nunca salían por más que quisiera llorar.

— Bienvenidos — entré a la escuela y eso no cambió nada.

— ¡Aika-chan! Me alegro de verte de nuevo — Fumiko se acercó a mí tras entrar en el salón. Ella es mi mejor amiga, aunque nunca hablamos de mí. También está Aki Uesugui, mi amigo de infancia. Nos conocimos de una forma peculiar, al menos para mí.

[...]

Recuerdo que ese día mi abuelo no vino a recogerme de la escuela. Vagué por las calles de ***, Japón, en busca de mi hogar. Tenía 7 años en aquel entonces. En medio de una oscuridad interminable, con la lluvia mojando mi ropa y útiles escolares, encontré a un niño llorando en una esquina.

— ¿Qué tienes? — me agaché y lo miré fijamente. El niño, entre sollozos, respondió:

— No encuentro a mis papás — dijo sollozando aún. Limpié sus lágrimas con mi pañuelo, ese que solía usar mi mamá, y lo consolé con palabras dulces.

— Tranquilo, yo también estoy sola. Te haré compañía hasta que los encontremos — me senté a su lado. Pasó alrededor de una hora para que sus padres vinieran. Durante ese corto tiempo que estuvimos juntos, hablamos un poco.

— ¿Cómo te llamas? — pregunté.

— Aki —dijo él.

— Casi como yo je je je. Yo soy Aika — Aki me miró asombrado. Tomó mis manos y las apretó con fuerza.

— Gracias por quedarte conmigo — dijo él.

— No te preocupes, me gusta ayudar — Aki era un chico tímido. Yo cambié eso con el tiempo.

— ¡Aki! Nos tenías preocupados — una mujer llegó con un rostro preocupado y abrazó con fuerza a Aki. Yo los miré y, por alguna razón, sentí un apretón en el corazón. Quería llorar.

— Aki, ¿por qué te alejaste? No sabes lo preocupada que estaba tu madre por ti — un hombre serio se acercó a Aki. Mientras la mujer dejaba de abrazarlo, yo miré al hombre serio que me observaba con repudio y se alejó un poco de mí. Eso me dolió, mi corazoncito se sintió apretado.

— Vámonos — dijo Futarou. En ese momento aún no lo sabía, pero ese hombre que me miraba con horror era mi padre. Mi padre no me quería, de eso estoy segura.

— ¡Adiós, Aika-chan! — me despedí de Aki, quien se alejó con sus padres tomados de la mano. Y, de nuevo, estaba sola. Me levanté, sacudí un poco mi ropa, algo mojada, claro está. Tomé mi mochila y continué mi camino por las calles vacías de un lugar repleto de gente. Siempre estuve sola, así que no noté el daño que me hacía la soledad.

[Presente]

Cuando nací, nadie vino a felicitar a mi madre. De hecho, tampoco vino nadie a consolarme cuando ella murió. Tampoco en mi cumpleaños; en ninguno de ellos alguien me felicitó. Además, tampoco hubo alguien para mí en aquellos días en los que me sentía tan sola que no sabía si estaba muriendo o si la soledad que habitaba en mí me había consumido por completo. Pero cuando morí, había mucha gente en mi funeral. ¿Por qué vinieron si ya estoy muerta?

Soy Aika, como la canción de amor de un poeta enamorado. Nací el **/**/**. Mi madre era Miku Nakano, una mujer tan sola que buscó refugio en fantasías de amor con el chico que amaba. Ella estaba sola y nadie vino a verla. Yo estaba sola y nadie vino a verme hasta que morí. Lo mismo pasó con mi madre. Y lo mismo sucede con otras personas que habitan en lugares concurridos, tan solas a pesar de estar rodeadas de gente... Durante toda mi vida me la pasé pensando en mi madre como mi objetivo a cumplir. Quería que me mirara. Quería que me amara. Tan solo deseaba ser amada...

AikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora