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El espejo

Volví al dormitorio, lleno de una profunda sensación de fatiga.

Nada más entrar en mi habitación, me aflojé la corbata que me ahogaba.

Me quité el abrigo y me dirigí al cuarto de baño.

"Voy a asearme. Por favor, prepara mi pijama, Rachel".

Rachel, que me estaba quitando el abrigo, ladeó la cabeza y preguntó,

"Todavía es pronto... ¿te vas a dormir ya?".

"Sí... estoy un poco cansado...".

"Está bien."

"......Gracias siempre."

"Heehee, ¡de nada!"

Expresé mi sincera gratitud a la trabajadora Rachel y me empujé hacia el cuarto de baño blanco puro.

Cuando abrí la puerta y entré, lo primero que me llamó la atención fue un gran espejo.

Y tras él, un chico de pie.

Su pelo negro era increíblemente deprimente.

Sus ojos negros eran aterradoramente profundos.

Una sonrisa torpe estaba cosida a sus labios como una colcha de retazos.

No estaba muerto, pero

pero tampoco estaba vivo.

Era un chico que no conocía.

-Click, whoosh...

Tiré de la palanca conectada a la herramienta mágica y empezó a caer agua fría desde arriba.

Cerré los ojos en silencio y sentí el peso de las gotas de agua que caían en cascada.

Las líneas frías golpeaban mi cuerpo implacablemente.

El escalofrío, como un mal pensamiento persistente, se clavó en mi piel, devorando el calor.

Se parecía a las voces que habían atravesado mi corazón como puñales.

-Oye, sinceramente, ¿no te cabrea un poco que esté en la selección?

-¿Qué se le va a hacer? Es el hijo del presidente de la asociación.

-Maldita sea... Estoy tan celoso de sus conexiones.

Las alucinaciones del pasado resonaban en mi cabeza mareada.

Las dagas que me habían apuntado en mi vida anterior rodaron por mis oídos.

-Lo siento, Naru... Por favor, no me hables más.

-¡Piérdete...! ¡¡Es tu culpa Changho oppa...!!

-Innumerables personas han arruinado sus vidas por ser amables con él...

En medio de la ruidosa y mordaz lluvia de agua, me lavé el cuerpo.

Froté la toalla con brusquedad, como si intentara despellejarme.

A pesar de ello, la suave espuma que se levantaba me envolvía en un abrazo reconfortante.

Nadé en aquella nube ilusoria.

-¡Muévete más rápido! ¡Más! ¡Más!

-Estar cansado de tanto... Qué decepcionante.

-Pedazo de basura.

Detrás de las voces que golpeaban mis tímpanos,

se mezclaban las voces que había escuchado hoy en la Academia.

Un Jugador De Kendo Deprimido Posee A Un Aristócrata B*stardoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora