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Perdóname

"Joven Maestro, hemos llegado."

Cuando se abrió la puerta del carruaje, entró el aire tibio del verano.

Rachel y yo salimos lentamente del carruaje.

Delante del carruaje había un anciano vestido con un impecable frac.

Gilbert, el mayordomo jefe.

Un hombre con una personalidad amable y cálida,

era la persona más cercana a Raiden después de Steiner, antes de que se convirtiera en delincuente.

...También era una de las pocas personas que conocía la verdad sobre la muerte de la Duquesa.

Gilbert inclinó ligeramente la cabeza cuando nuestras miradas se cruzaron y dijo,

"Te deseo una apacible vida de academia".

Reflexioné sobre sus palabras por un momento.

Una vida pacífica... huh.

Probablemente quería decir que debía comportarme y asistir a clase como es debido, no como antes.

Por un momento, me pregunté si estaba siendo sarcástico, pero deseché la idea al ver su mirada.

Estaba claramente preocupado.

Su mirada, desbordante de afecto y tristeza, como si estuviera mirando a un hijo al que tuviera que dejar atrás, me hizo rascarme la cabeza.

Acabé por dedicarle una sonrisa incómoda y responderle,

"No te preocupes, abuelo. Esta vez estaré tranquilo".

Los ojos de Gilbert se abrieron de par en par ante mis palabras.

La cara del tranquilo anciano estaba llena de asombro y confusión.

Era comprensible.

El apodo "Abuelo" era un término cariñoso entre Raiden y Gilbert.

Gilbert llamaba a Raiden "Pequeño Maestro", y Raiden llamaba a Gilbert "Abuelo".

Era un apodo que Raiden no había usado desde que cambió.

Gilbert tenía una mirada nostálgica.

Le sonreí una vez más y me di la vuelta para marcharme.

Podía oír los pasos de Rachel corriendo detrás de mí.

'......Va a ser una faena ver estas reacciones cada vez'.

Era un poco desconcertante que todos se sorprendieran tanto por todo lo que hacía.

No era una mala sensación, pero si seguían reaccionando así, a la larga sería un poco cansado.

'Supongo que tendré que trabajar en ello'.

Ya que me han dado este papel y esta oportunidad, tengo que ser sincero al respecto.

Organicé mis complicados pensamientos y caminé hacia el enorme edificio de la academia que tenía delante.

***

Korn Ronezia, la directora de la Academia Reynolds, estaba sufriendo el peor dolor de cabeza que había tenido en los últimos tiempos.

Las causas de su dolor incluían el papeleo, la gestión de la academia y varios incidentes y accidentes...

Pero la causa principal era otra totalmente distinta.

Korn suspiró profundamente mientras miraba al chico que tenía delante.

Un Jugador De Kendo Deprimido Posee A Un Aristócrata B*stardoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora