𝟎𝟏𝟒

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Estudio de Seijuro Tenshi, 

tres meses antes del nacimiento de Kiyomi Tenshi.


                             El estudio se encontraba envuelto en una cálida penumbra, siendo iluminado solo por la tenue luz de unas pocas velas y el resplandor anaranjado del fuego en la chimenea. Las paredes se encontraban cubiertas por estanterías repletas de antiguos pergaminos y libros, cada uno guardando secretos y sabiduría de generaciones pasadas. En el centro, se encontraba una mesa de madera maciza cubierta por documentos esparcidos, siendo un caos que reflejaba la mente de las dos personas que allí se encontraban. El aire estaba cargado con olor a papel viejo y tinta, un aroma familiar y reconfortante para Seijuro, pero durante esa noche, no le brindaba ningún consuelo significativo.

                          Aiko, su esposa, sentada en una butaca frente a la amplia mesa de madera, con su vientre prominentes de siete meses de gestación, lucía hermosa y radiante a pesar de la preocupación visible en su rostro. Sus manos descansaban suavemente sobre su vientre, y de vez en cuando, acariciaba suavemente esté, sintiendo los movimientos inquietos de su bebé.


                         — Aiko...— murmuró, con la mirada fija en un pergamino sobre la mesa. — Puede ser que estemos interpretando mal estas escrituras. Tal vez nuestra hija no sea la niña de la profecía.

                        Cariño...— le miró con ternura, negando con la cabeza.— Las señales son demasiado claras. No podemos ignorarlas.

                       Pero si la profecía es cierta...el peligro que enfrenta nuestra hija es inimaginable. No quiero que crezca con ese peso sobre sus hombros.

                       — Yo tampoco quiero eso, amor. — acarició afectuosamente su vientre.— Quiero que ella crezca feliz, saludable y normal. Pero debemos ser realistas. Los artefactos que reaccionaron cuando supimos del embarazo, el hecho de que será la primera niña en el clan en casi dos siglos... no son simples coincidencias.

                      ¿Y si intentamos desviar el destino?— se acercó a su esposa, buscando tomar su mano.— ¿Y si no la entrenamos para ser hechicera?

                      Aiko lo miró por unos segundos, pensando en las posibilidades mientras apretaba suavemente sus manos. — Eso podría ser más peligroso. Si la profecía se cumple, otros lo sabrán y querrán aprovecharse de su poder. Necesitamos prepararla, aunque nos duela.

                     — Te amo, Aiko. Pero no puedo soportar la idea de que nuestra hija sufra.

                     — Y yo te amo a ti. — alzó su mano, acariciando el rostro de su esposo. — Pero debemos ser fuertes, por ella.

                     — Supongo que siempre has sabido ser más fuerte que yo. Ahora necesitaría tu fortaleza.

                    — No tienes que preocuparte tanto, podemos encontrar una forma de protegerla y darle una vida lo más normal posible.

                   — ¿Cómo haremos eso? ¿Cómo equilibramos su destino con una infancia feliz?

                  — Podemos hablar con los Gojo. Asegurarnos de que entiendan la importancia de también protegerla a ella, sin sofocarla.

𝑹𝒆𝒔𝒐𝒏𝒂𝒏𝒄𝒊𝒂 𝑰𝒏𝒇𝒊𝒏𝒊𝒕𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora