𝟎𝟑𝟓

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Tiempo después, los tres estaban sentados alrededor de una mesa llena de bandejas en un restaurante de comida rápida. Satoru había pedido tres hamburguesas triples con papas extra grandes, mientras que Teo, fiel a su estilo, se limitó a una ensalada con unas papas pequeñas y una botella de agua. Kiyomi, en su versión de niña, estaba radiante con sus tres menúes infantiles, rodeada de juguetes y pequeñas hamburguesas.

— Esto es ridículo. — Teo miró la cuenta en silencio, su expresión era de resignación, ya que él había terminado pagando por todo. — ¿Realmente necesitábamos tanta comida?

— Pues claro. — Satoru se encogió de hombros mientras devoraba una hamburguesa. — Si me hubieras dejado ayudar en la misión, no habríamos terminado en esta situación...ya sabes, con una niña hambrienta. — comentó, señalando con la cabeza a Kiyomi, que estaba buscando un juguete de una de sus cajas de menú infantil con emoción.

— Muy bien, es verdad. — el rubio se cruzó de brazos, sin saber si discutir o aceptar la realidad. — Pero la próxima vez, pagas tú, Gojo.

— Claro, claro. — respondió el peliblanco, guiñándole un ojo y dándole un mordisco extra grande a su hamburguesa. — Solo asegúrate de no volver a dejar a Omi a merced de una maldición extraña y todo estará bien.

— ¡Ajá! — Ella,completamente ajena a la conversación, sacó un pequeño llavero de su cajita de menú y lo levantó con una sonrisa. — ¡Miren! — dijo con entusiasmo. — ¿No es genial? ¡Tiene una capa y todo! — luego lo agitó frente a Teo, sonriendo. — Teo, ¿quieres mi llavero? Podría ser tu amuleto de la suerte.

— Yo... — el rubio miró el llavero de plástico, confundido y con una pizca de duda. — No necesito ...un amuleto de la suerte, Kiyomi. pero muchas gracias.

— Vamos, Teo. Te vendría bien algo de buena suerte, especialmente con todo lo que ha costado que intentarás mantener el control hoy. — mencionó Gojo, dándole un ligero codazo en el brazo.

— ¿Eh? — Ella empezó a reírse, y con su risa infantil y contagiosa, Satoru pudo evitar unirse a ella. — Al menos hoy te dieron unas papas, Teo. Algo para acompañar tu triste ensalada. — comentó ella de la nada,mientras daba un gran mordisco a su mini hamburguesa.

— La verdad...— Teo suspiró y dio un bocado a su ensalada. — No sé cómo logran convertir todo en un caos cuando están juntos. — Entonces miró a Satoru. — Mi trabajo no es cuidar también de ti.

— Y el mío no era quedarme de brazos cruzados mientras tú dejabas que ella se pusiera en peligro con esa maldición.

Antes de que Teo pudiera responder, Kiyomi sacó otro juguete de sus menús y lo examinó con ojos brillantes.

— ¡Este es aún mejor! — exclamó, levantando una pequeña figura que parecía un ninja. — ¡Toru, mira! Quizás hasta pueda ayudarte a aprender un par de trucos...

— Oye. — él rió y le despeinó el cabello corto. — A mí no me hace falta nada de eso para ser el mejor, Omi. Pero...— agregó, mirándola con ternura. — Admito que te ves bastante adorable así, incluso si es algo temporal.

— ¡Claro que sí! — ella rió, inclinándose hacia él. — Además, nunca habías visto mi yo de esta edad, así que disfruta del espectáculo mientras dure. — dio un mordisco a su hamburguesa, y le sonrió.

— Lo disfrutaré, pero ya sabes, no pienso consentirte siempre.

— ¿Ah, no? — preguntó con fingida sorpresa. — Porque justo estaba pensando que ...con esta nueva edad, me deberías consentir el doble.

Teo los observó, moviendo la cabeza con un suspiro, mientras que Kiyomi se acercaba y alzaba su juguete hacia él.

— Vamos, Teo, acéptalo. — insistió, sonriendo mientras agitaba la pequeña figurita frente a él. — Es una edición especial. Además, necesitas algo que te recuerde que puedes relajarte...aunque sea solo un poquito.

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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𝑹𝒆𝒔𝒐𝒏𝒂𝒏𝒄𝒊𝒂 𝑰𝒏𝒇𝒊𝒏𝒊𝒕𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora