La noche había caído, envolviendo todo con un manto de oscuridad salpicado por la luz tenue de las estrellas. La cena había resultado como una formalidad tranquila, con los adultos ocupados en conversaciones serias mientras que los niños intercambiaban miradas cómplices. Apenas habían acabado de comer, sus mentes ya se encontraban tramando su próxima travesura.
Con agilidad y discreción sorprendente para su breve edad, los dos niños se escabulleron de la atenta vigilancia de los adultos. Buscaban conocer juntos cada rincón de la residencia y sus alrededores, habiendo explorado ya algunos de los escondites posibles en sus numerosas escapadas que tuvieron a lo largo de ese par de días juntos. Esta vez, su destino era una de las terrazas superiores, un lugar perfecto para observar las estrellas sin ser molestados.
Subieron las escaleras de forma silenciosa, evitando los pasos que crujían y las zonas bien iluminadas. Finalmente, llegaron a la terraza y se acomodaron sobre el suelo de piedra fría, que aún retenía algo del calor del día. El cielo se encontraba despejado, y las estrellas brillaban con una intensidad que pocas veces se veía en la ciudad.
— Mira, Omi-chan. — Satoru se encontraba mirando hacia arriba, con una sonrisa sobre sus labios.— ¡Esa estrella se parece a la de ayer!
— ¡Sí, pero esta parece más brillante!— comentó, riendo suavemente. — ¿Crees que las estrellas cambian?
— No lo sé. — se encogió de hombros. — Tal vez sí, o tal vez sólo están jugando a esconderse.
— Como nosotros, escondiéndose de los adultos.
— Sí, pero nosotros somos mejores en escondernos.
El aire nocturno era fresco y limpio, lleno de los suaves sonidos producidos por el jardín nocturno: el canto lejano de un grillo, el murmullo de las hojas movidas por la brisa. Ambos niños se recostaron más cómodamente, disfrutando de la sensación de libertad que les daba estar allí juntos, lejos de las miradas vigilantes y los intentos de las lecciones interminables.
— ¿Toru-chan?— giró la cabeza hacía él, susurrando.— ¿Crees que cuando seamos grandes aún haremos cosas como estas?
— Claro que sí, Omi-chan. — asintió con convicción. — Seremos los mejores hechiceros y haremos lo que queramos.
— Sí, seremos los mejores. Y...¿qué más haremos cuando seamos grandes?
— Bueno...— tomó una pausa, pensativo, mirando las estrellas. — Bueno, logramos que tu padre aceptara nuestro compromiso, así que nos casaremos.
— Lo que nos permitió es un compromiso simbólico. Pero, para nosotros es real, vamos a estar juntos para siempre, ¿verdad?
— Por supuesto. No importa lo que digan los adultos. Nosotros sabemos lo que queremos.
— ¿Qué crees que significa realmente casarse, Toru-chan? Sé que estaremos juntos, pero no sé si hay algo más.
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𝑹𝒆𝒔𝒐𝒏𝒂𝒏𝒄𝒊𝒂 𝑰𝒏𝒇𝒊𝒏𝒊𝒕𝒂
Hayran Kurgu𝐾𝑖𝑦𝑜𝑚𝑖 𝑇𝑒𝑛𝑠𝘩𝑖 𝑒𝑚𝑒𝑟𝑔𝑖𝑜́ 𝑒𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑛𝑜𝑐𝘩𝑒 𝑑𝑒 𝑡𝑜𝑟𝑚𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑚𝑎𝑗𝑒𝑠𝑡𝑢𝑜𝑠𝑎 𝑚𝑎𝑛𝑠𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒𝑙 𝐶𝑙𝑎𝑛 𝑇𝑒𝑛𝑠𝘩𝑖, 𝘩𝑒𝑟𝑒𝑑𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑢𝑛 𝑙𝑖𝑛𝑎𝑗𝑒 𝑎𝑛𝑐𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎𝑙 𝑖𝑚𝑏𝑢𝑖𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑝𝑜𝑑𝑒�...