𝟎𝟏𝟕

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                            La residencia se había encontrado sumida en la suave calma nocturna, hasta que la tranquilidad se rompió abruptamente cuando Satoru Gojo, agitado y con el corazón desbocado, se había precipitado al baño. En ese momento, su mente se encontraba nublada por el pánico. Su cuerpo se movía por la urgencia de encontrar a su amiga, ¿había tenido un sueño inquietante? ¿Una macabra corazonada le había despertado del sueño? Lo que fuese, la realidad era que lo que encontró al abrir la puerta fue peor de lo que podía haber imaginado nunca.


                            La joven heredera del clan Tenshi yacía en la bañera, parcialmente empapada en su propio sudor, su camisón blanco se encontraba humedecido y manchado de sangre. La escena resultaba en un cruel contraste con la paz que caracterizaba a la mansión. Una fina capa de agua en el fondo de la bañera se mezclaba con una sustancia rojiza que no era capaz de indicar la magnitud del desastre. Su cabello, empapado y desordenado, tenía las puntas teñidas de un rojo oscuro, mientras que su rostro, con una mueca indefinida en la boca, tenía manchas de sangre en las comisuras de los labios y debajo de la nariz.


                       Tras el urgente aviso de Satoru, tanto Tatsuo como algunos sirvientes se apuraron con desesperación al baño. Siendo el anciano quien apenas entró se arrodilló junto a la bañera, su rostro poseía una profunda expresión de preocupación mientras observaba la situación con una mirada llena de desesperación. La atmósfera en el sitio era asfixiante, cargada de una energía que parecía palpitar con cada segundo que pasaba. La niña se encontraba inmóvil, y la energía maldita que normalmente manejaba estaba hecha un caos absoluto. Las ondas de energía se retorcían y se mezclaban de forma errática, como si estuvieran en algo similar a una feroz batalla interna.


                     La energía celestial se enfrentaba a la energía maldita, siendo algo que el anciano de los Gojo jamás pensó en ver en todo su vida. En antiguos libros y textos, había leído sobre tales poderes, pero la teoría nunca había sido comparable con la realidad que ahora se encontraba frente a sus ojos. La energía celestial, pura y antigua, parecía estar en lucha constante con la energía maldita, una batalla que estaba desgarrando el cuerpo de la joven Tenshi desde el interior. Los destellos de luz y oscuridad que ahora surgían de su cuerpo hacían que el baño se iluminará de forma intermitente, creando un macabro espectáculo.


                  — ¡Kiyomi, despierta! — gritó sobre el estrépito de las energías. — ¡Tienes que despertar!


                  El anciano sacudió a la niña, pero su cuerpo permanecía inerte, sin respuesta alguna. Cada intento de su parte de estabilizar parecía empeorar la situación. La energía celestial estaba fuera de control, y la maldita parecía incapaz de hallar un equilibrio. El caos se intensificó a cada segundo que transcurría, y los intentos de imponer un orden eran en vano. Las energías se agitaban violentamente, creando ondas de choque que sacudían el baño.

                   Varios sirvientes del clan Gojo, alarmados por la situación, intentaron ocuparse de tranquilizar al joven heredero, que se encontraba en un estado de pánico absoluto. Él aún llevaba al gato negro en brazos, Kuro con su pequeño vestido amarillo temblaba de manera inquietante. La desesperación dibujada en el rostro del varón era palpable mientras intentaba ingresar al baño.


                  Joven maestro, por favor, calma tu mente. habló uno de los sirvientes, tomando los hombros del niño para evitar que avanzará. — El maestro está haciendo todo lo que puede.

𝑹𝒆𝒔𝒐𝒏𝒂𝒏𝒄𝒊𝒂 𝑰𝒏𝒇𝒊𝒏𝒊𝒕𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora