𝟎𝟑𝟏

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Era un sábado tranquilo, uno de esos días en los que Satoru solía disfrutar por su paz y la falta de clases. El sol apenas asomaba entre las nubes, y un aire fresco entraba por la ventana abierta de su habitación. El problema era que, a pesar de que tenía todo lo necesario para pasar un día relajado, ya estaba cansado y aburrido.

Había decidido quedarse solo en su habitación cuando Suguru y Shoko lo invitaron a salir. Habían planeado ir al centro comercial a comprar algunas cosas, pero a él le pareció que sería demasiado aburrido acompañarlos, y había rechazado la oferta. ¿Para qué perder el tiempo en un centro comercial? pensó en ese momento, creyendo que quedarse a jugar videojuegos sería mucho más entretenido.

Pero aquí estaba ahora, tirado en el suelo de su alcoba, rodeado de envoltorios de dulces y papas fritas, con el control de la consola en la mano y una pantalla que ya no parecía interesante. Había pasado horas matando tiempo con videojuegos, pero ni eso lograba sacarlo del creciente aburrimiento.

Incluso había intentado contactar a Kiyomi para ver si podían salir a algún lugar o, al menos, hacer algo juntos. Pero cuando le envió un mensaje, ella simplemente le respondió que estaba ocupada. Ocupada. Esa palabra quedó rondando en la mente de Satoru durante un rato, y aunque trató de no pensar demasiado en ello, no pudo evitar sentir una ligera frustración. ¿Ocupada haciendo qué?

Aburrido y sin más alternativas, seguía jugando, su mirada estaba perdida mientras repetía los mismos movimientos en el juego una y otra vez. Fue entonces cuando su teléfono vibró sobre la mesa.

Curioso, se estiró para alcanzarlo y lo abrió, encontrando un mensaje de Suguru que decía "SOS". Satoru frunció el ceño, extrañado por el mensaje, ¿Qué...pensó, mientras su teléfono volvía a vibrar, esta vez con un mensaje de Shoko "SOS".

— ¿Qué está pasando ahora? — murmuró, algo más alerta.

Antes de que pudiera responder a los mensajes, su teléfono vibró de nuevo, esta vez enviándole un archivo multimedia. ¿Qué rayos estaban haciendo esos dos? Se preguntó, mientras el archivo comenzaba a cargarse. Como era de esperar, el celular tardó varios segundos en abrir el archivo. Mientras tanto, la imagen se veía borrosa, y el pequeño círculo de carga lo ponía aún más nervioso.

Finalmente, el video se aclaró. Era un clip de unos pocos segundos, pero suficiente para que él sintiera una punzada en el estómago. Allí, en el centro comercial estaba Kiyomi, caminando y riendo con un chico de cabello rubio. No era difícil reconocerlo, era el mismo que ella le había mostrado días antes en una foto, el casi mejor amigo de Sudamérica. Aunque el audio no era lo suficientemente claro para escuchar lo que decían, las sonrisas y la cercanía entre ambos lo incomodaron de inmediato.

En cuanto el video terminó, llegaron más mensajes de Shoko y Suguru, esta vez, el contenido era aún más desconcertante.

< G: ¿Lo viste? ¿Amigo o algo más? >

< S: ¿Pretendiente?¿Quién es este tipo? Nunca lo habíamos visto antes >

< G: Estamos en el centro comercial. Los vimos juntos de lejos y no nos pareció muy normal >

< S: Ven ya. Los estamos espiando, pero necesitamos refuerzos. No sabemos quién es este chico. >

Satoru dejó escapar un largo suspiro, aunque la pequeña sonrisa que apareció en su rostro traicionaba realmente lo que sentía. Malditos metiches, pensó, pero no podía negar que la curiosidad empezaba a invadirlo.

𝑹𝒆𝒔𝒐𝒏𝒂𝒏𝒄𝒊𝒂 𝑰𝒏𝒇𝒊𝒏𝒊𝒕𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora