𝟎𝟏𝟔

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                               La tarde avanzaba en la residencia de los Gojo, dejando que una suave brisa se adentrará en la alcoba de Kiyomi a través de las ventanas abiertas. En la alcoba, la pequeña Tenshi estaba ocupada con una tarea muy importante: vestir a Kuro, el pequeño gato que se había vuelto su peludo amigo, con un vestido blanco que había tomado de una de sus muñecas.


                              — Kuro, quédate quieto. Tienes que lucir perfecto para tu presentación oficial.


                            El pequeño felino, con el transcurso de los días, se había vuelto regordete gracias a los mimos y la alimentación excesiva de los niños. Kuro se agitó un poco pero terminó cediendo a los deseos de la peliblanca, mientras tanto, Satoru observaba a ambos con una mezcla de diversión y orgullo.


                           — Está bien, Kuro. Omi hizo que te veas genial. ¿Listos para enfrentar al anciano?


                          Kiyomi ajustó el último lazo del vestido y levantó al minino en sus brazos, mirando a su amigo con una expresión determinada en el rostro.


                          — Listos. Vamos a hablar con Tatsuo. Debemos darle nuestras condiciones.


                         El albino asintió con una sonrisa y abrió la puerta para que ella fuera la primera en salir. Así, los dos niños, con Kuro en brazos, se dirigieron hacia la oficina del mayor de los Gojo. Al llegar, tocaron la puerta, en lugar de entrar abruptamente como solían hacer.

                       — Adelante.


                     La puerta se abrió y los dos niños entraron, seguidos por un regordete Kuro, que parecía estar casi consciente de la importancia del momento que los aguardaba.


                     — Bueno, bueno...— el mayor sonrió al verlos. — ¿Qué tenemos aquí?

                    — Tatsuo, queremos presentarte a alguien muy especial. — empezó la niña, moviendo suavemente al minino para que este mirase al mayor. — Este es Kuro, nuestro hijo.

                    — Seremos directos. — continuó el varón, inflando ligeramente el pecho, queriendo imponerse. — Vas a aceptarlo como parte de la familia Gojo.

                    — ¿Un gato?— su mirada se volvió divertida, tuvo que hacer una extraña mueca para fingir que estaba sorprendido.— ¿En la mansión Gojo? ¿Y por qué debería aceptarlo?


                   Entonces, los niños intercambiaron una mirada cómplice, asintiendo. Ya habían preparado un fuerte argumento.


                   — Tienes dos opciones, Tatsuo Gojo. — empezó ella. — O aceptas a Kuro como parte de la familia, o Toru y yo nos iremos de la mansión y nos llevaremos a Kuro con nosotros.

                  No estamos dispuestos a negociar en esto.


                El anciano observó detenidamente a ambos niños, se encontraba divertido ante la situación que se planteaba frente a él. Ver las posturas firmes y expresiones decididas de los niños, hasta le resultaba adorable en cierta medida; pero no pensaba dejarlos ir tan fácil.

𝑹𝒆𝒔𝒐𝒏𝒂𝒏𝒄𝒊𝒂 𝑰𝒏𝒇𝒊𝒏𝒊𝒕𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora