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Caracter fuerte, pero con el corazón débil.

Débil por aquella mujer que terminaba de recostar en la cuna a su hijo que había caído dormido después de tararearle suavemente una canción.

Vegeta había estado allí, inclinado contra el marco de la puerta, embobado ante la suave melodía que salía de la voz de su esposa.
Carraspeo bajo adentrándose en el cuarto hasta quedar al lado de ella, como si la saiyajin no hubiera notado que estuvo ahí todo ese tiempo.

Tanta dulzura podria haberlo hecho vomitar, pero extrañamente cuando venia de la madre de su hijo la disfrutaba. Antes de T/n no había conocido nada que tuviera que ver con lo que en verdad era un entorno familiar, a pesar de que tuvo un padre, el mismo Rey de los saiyajines y hasta un hermano menor al que trató muy poco, no había podido experimentar en plenitud lo que era el calor de una familia.

Sin dudas esa coraza de hielo que resguardaba el corazón del príncipe, comenzó a romperse de a poco desde el momento en que la conoció la primera vez que arribó a la tierra. 

— Mira, se quedó dormidito. — pronunció en un susurro para no despertar a Trunks. — Voy a ir en un momento con los demás, es solo que quería asegurarme de que no se levantara pronto. El mensaje de Cell me dejó un mal sabor si te soy sincera, creí que al menos respetaría las reglas del torneo, pero como ya lo dijo, no lo hará.

— Con que entre otra vez a la habitación del tiempo bastará para derrotar a ese monstruo. — dijo seguro de sí.

El príncipe sujetó una de sus manos con suavidad, estando aún hombro con hombro, sin dirigirse ninguna mirada.
Esa acción la tomó desprevenida, no estaba acostumbrada a que realizara ese tipo de actos si no había cierta intimidad de por medio. Sintió mariposas revolotear por su estómago al saber que lo hizo por iniciativa propia, significaba mucho.

Sin darse cuenta terminaron entrelazando sus dedos haciendo el hagarre cada vez más fuerte.

— Dale mis saludos a Goku cuando lo veas. — indicó sarcástica. Aun que muy en el fondo deseaba que Vegeta algún día dejara de lado ese tonta rivalidad y se llevara de manera neutral por lo menos con su mejor amigo. Nada le daría más gusto que dos de sus saiyajines favoritos se llevaran bien, pero sabía que no debía de forzar eso. — Me alegra que aún quieras enfrentarte a Cell. La tierra necesita toda la ayuda posible ahora más que nunca. 

Ignorando su primer comentario para no perder la paciencia, el peliflama tomó nuevamente la palabra. — La tierra es algo que me tiene sin cuidado. Si lo voy a enfrentar no será para salvarla ni a sus estúpidos habitantes. — soltó con rudeza la mano de T/n. No quería que confundiera las cosas, ya que sus intenciones estaban muy lejos de ayudar al planeta. Su objetivo era acabar con Cell, así por lo menos se sentiría satisfecho.  

— ¿Ni aún que tu hijo y yo fuéramos parte de esos habitantes? — la pregunta de la saiyajin provocó que el semblante de su esposo tambaleara ante la crudeza de sus palabras. Su intención no había sido darle a entender eso, pero el guerrero creyó que estaba más que claro que existían dos excepciones para él.

— No digas estupideces. Trunks esta a salvo contigo. Además, ese no es el asunto por el que vine. — alzó más de lo debido su voz y su esposa le hizo señas de que la bajara por que el bebé comenzaba a removerse en su cuna.

— Claro, viniste a escuchar como le cantaba a Trunks.

— ¿Que? Yo no... — abrió sus ojos con cierto nerviosismo. Detestaba que ella lograra ese efecto poco común en él. — No vine a eso, ni siquiera sabia que estabas con el chiquillo. — se cruzó de brazos.

— Mmjh. — asintió sin creer ni un poco en lo que dijo. — Te deseo suerte, por que después de todo la necesitarás.  Estaras un año solo allí dentro, sin comida, por que no habrá quien te cocine, sin charlas con nadie, arreglandotelas para entrenar en la soledad con ese espantoso frío por las noches. Dormirás solo en esa habitación, oh y...

Dragon Ball // Vegeta y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora