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El como el cinturón apretaba mis muñecas se sentía tan raro. Era algo que jamás pensé que haría, pero estos días, en especial hoy, me desconozco por completo, no soy yo, y no sé si comenzar a preocuparme.

Debido a la posición en la que estaba, me era imposible ver que era lo que hacía Johnny, quien seguía sin hacer nada, y quería que se quedara así por un rato más, quería procesar todo lo que estaba haciendo y lo que haré. De lo único que estoy segura es que quiero hacer esto, pero aun así, me asusta. Johnny no parecía tan feliz y quien sabe que se atreva a hacerme.

Sus grandes manos me hicieron volver a la realidad. Tomaban de mis caderas con bastante fuerza. Aún no había quitado mis bragas, pero presentía que lo haría en cualquier momento. Ya que no veía nada más que las almohadas frente a mí, deje que mi mente maquinara y creara las imágenes de Johnny detrás de mí, claro, bastante inspiradas por todo lo que sentía.

Sus dedos comenzaban a jugar con el resorte de mis bragas, una mano hacía eso. La otra generaba presión en mi centro, aun por encima de la tela, y ya me encontraba bastante mojada. Le escuché soltar una risita, y la imagen se creó rápidamente en mi cabeza.

Esa sonrisa burlona que tanto me había encantado desde hacía años, fue lo primero que se plasmó en mi mente. Me miraba, y lo hacía con deseo.

Mis ensoñaciones se vieron interrumpidas por una repentina nalgada, que me dolió bastante. Por el mismo dolor, era obvio que me iba a mover, e incluso solté un grito, no porque me haya gustado, me dolía.


-Te dije que no hicieras ningún ruido.


Dijo, en un tono tan fuerte que me hizo sentir más asustada que nunca. Ya que gran parte del cinturón había quedado suelto, tomó de este y apretó más mis muñecas, rozando con mi piel y lastimándome. Me quejé esta vez en voz baja, tengo una idea de que es lo que puede hacer.

Suspiré, tratando de olvidar que el cuero del cinturón comenzaba a rozar la piel de mis muñecas y se volvía bastante molesto. Logré evitar pensar en eso cuando Johnny volvió a tocar mis caderas, no de la manera suave y delicada con la que lo había hecho la primera vez que nos vimos, me tomaba con fuerza, con mucha más fuerza de la que imaginaba.

Se deshizo de mis bragas por fin, tan rápido que me hizo sorprender. Sus dedos no tardaron en entrar en acción, sin previo aviso y sin cuidado alguno, metió dos de ellos, mientras que otro se encargaba de hacer pequeños círculos en mi clítoris, dejándome una nueva sensación que me hizo casi explotar de puro placer.

En mi cabeza no entraba como es que alguien puede ser tan bueno para brindarle placer a sus parejas. Y aunque me encanta que me lo den, yo sentía que no podía hacer lo mismo. Suponía que llegaba a agradarles lo que hacía con mi boca, ¿pero de verdad lo disfrutaban tanto como lo hago yo?

Es decir, sentir sus dedos o sus lenguas era una sensación tan increíble y tan nueva para mí, pero ya comenzaba a agradarme muchísimo. Yo sentía que no los podía satisfacer de la misma manera, seguramente hubo alguna chica que hacía lo mismo, pero de una manera en la que los hacía pensar como yo: "¿cómo es que alguien puede ser tan bueno para brindarle placer a sus parejas?".

Logré olvidar el dolor que mis muñecas sentían, e incluso pude olvidar lo que Johnny hacía entre mis piernas. Analizar cada cosa que pasa en mi vida me consume mucho.

Decidí que no era el momento para analizarme ni para pensar lo que llevaba pasando en mi vida, tenía al chico de mis sueños entre mis piernas, haciendo lo que hizo la primera noche que nos vimos, pero mucho mejor. Regresar a la realidad fue mi mejor opción, porque todo lo que Johnny hacía se sentía tan bien y quería que jamás parara.

lovesick | NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora