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"Si me dices, por ejemplo, que vendrás a las 4, yo seré feliz desde las 3"

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"Si me dices, por ejemplo, que vendrás a las 4, yo seré feliz desde las 3"

Estaba en mi casa y bastante nervioso debo admitir tenía una cita con la chica de la que estaba seguro estaba enamorado, ella no lo sabía, pero hoy haría todo lo que estaba en mis manos para que me viera como lo que yo era...

El amor de su vida.

Llego puntual, en un taxi e hice que me abriera la puerta para poder entrar en él, fue muy divertido fingir ser una dama y eso la hizo reír bastante, amaba hacerla reír, pero ese tipo de chistes no se hacen dos veces así que, al llegar a nuestro destino, me baje rápidamente y esta vez fui yo quien le abrí.

—No contaré cada detalle de esa primera cita. —mire a mi hermana, me miraba con ternura —solo tengo dos cosas que decir de esta.

Primero: estoy seguro de que su forma de verme cambio ese día; hubo momentos en los que podría jurar ella deseaba besarme.
Y segundo: No hay nada en el mundo, ni hombre, ni diablo, ni cosa alguna, que me haga pensar que alguien más podría superar esa cita.

Ahora hay algo que si contare...

Llegamos a su casa, era realmente tarde, en efecto sus padres me permitieron quedarme en su casa les caí muy bien, incluso mencionaron que les caía mejor que Alex, ¡ja! punto para mí. Ella me indicó una habitación con su respectivo baño y me mostró la suya por si necesitaba algo.

Entre y me puse un pijama que me dio de su hermano, lavé mis dientes con un cepillo, que me dio y me acosté pensando en que debía decirle allí lo que siento, fui a su habitación ya estaba dormida me di la vuelta y ella se levantó.

— ¿Estás bien? —pregunto— Necesitas algo —se desperezó un poco.

—No —que cobarde soy—, eh no. —salí de la habitación molesto conmigo mismo.

— ¿Quieres algo de tomar cierto?

Se levantó de la cama y pude ver que dormía en ropa interior mi mente comenzó a jugar conmigo por momentos sentí mis manos rodeándola; se deslizó así semidesnuda por el pasillo, pero al pasar por mi lado me miró con sus sorprendentes pupilas celestes; pasaron algunos segundos observándome y debí morir un poco allí, no podía respirar, sentí como mi pulso se detenía e impulsivamente me fui acercando a ella un poco más ella me sonrió con ternura y yo...

Y yo... Yo me sentí ridículo con el pijama de su hermano y un cobarde por no haber aprovechado el día para que sepa de mis sentimientos,

—Te daré agua —me dijo interrumpiendo mis pensamientos—, has comido mucho dulce hoy y es mejor para ti un vaso con agua a esta hora —añadió.

— ¿Por qué no usas un pijama? —pregunté intentando que no notara que estaba embobado mirándola, aunque era obvio que lo había notado.

—No me gusta, por mí dormiría desnuda y no me vengas con, pero las señoritas usan un bonito pijama para dormir porque te pateo —reí por su comentario y con inquietud por tenerla así y tan cerca.

Fuimos a la cocina, ella sirvió dos vasos con agua y nos sentamos en la isla de la cocina, yo intentaba no mirarla y ella se veía demasiado relajada, como si supiera que su cuerpo era perfecto y no le diera pena mostrarlo, en definitiva, no era como las demás chicas.

Bajamos de la isla al mismo tiempo, ella pisó mal y cayó en mis brazos no lo resistí más, necesitaba besarla, si las palabras no querían salir de mi boca lo mejor que podía hacer era enseñarle mis sentimientos actuando, me acerqué mucho a ella y cuando nuestros labios se rozaron su hermano llegó.

¡Joder! ¿Por qué?

Ambos lo miramos y note que ambos nos mordíamos el labio inferior, nos habían cachado y ahora tendríamos problemas.

—No diré nada si ustedes tampoco —nos señaló, se veía cabreado—, pero los quiero lejos el uno del otro por lo que queda de la noche.

La mire intentando que viera lo mucho que lo lamentaba, lamentaba no haberla besado unos minutos antes, ella pareció entenderme porque asintió, yo solo respire, dije buenas noches y me fui a dormir. 

CARIÑO, RESPIRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora