Epilogo

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Abrí los ojos y lo primero que vi fue un techo hecho de madera, estaba en mi habitación, estaba feliz, estaba tranquilo.

Recibí una llamada de mi profesora de arte, habían encontrado mi cuadro, el corazón no me cabía en el pecho. Fui lo más rápido que pude por él y encontré a Lena hablando con la maestra, ella lloraba y eso me extraño.

¿Qué hace Lena aquí?

¿Por qué llora?

Di dos pequeños golpes a la puerta para avisar que estoy aquí, ambas me miraron, la maestra me invito a pasar, pero Lena ahogo un sollozo y limpio sus lágrimas apartando su rostro, evitando que la mirara.

—Tú precioso cuadro está aquí —dijo la maestra—, y luego de lo que ha pasado decidimos que siempre si dejaremos que te quedes con él en lugar de exhibirlo en nuestra galería.

Estaba feliz de escuchar eso, era mi cuadro y había alguien especial a quien quería dárselo.

La maestra me lo entrego, pero yo no podía dejar de mirar a Lena.

— ¿Estás bien? —le pregunte.

Ella comenzó a llorar más, así que puse el cuadro en el suelo y me acerqué a ella. La maestra le paso más papel y se sentó.

—Yo... Yo no... No sé p-porqué hice algo así —sorbió su nariz—, yo estaba molesta y confundida —limpio sus lágrimas— perdón.

— ¿Tú lo robaste? —ella gimoteo y yo pase las manos por mi cara, decepcionado— ¿por qué?

—Porqué la dibujaste a ella —grito— lo siento —susurro.

Yo suspire y lo tome nuevamente.

—Esta juventud —musito la profesora y se concentro en unos papeles que tenia frente a ella.

—Y se lo pienso regalar —le dije y salí de allí realmente molesto.

¿En qué pensaba Lena? ¿Por qué hacer algo así?

Llegue a casa y subí a mí habitación.

—Despierta —escuché que decían, aunque se escuchaba lejos, me asomé extrañado a la ventana.

—Despierta —volví a escuchar, pero esta vez se escuchó más cerca.

Miré a mi alrededor buscando la procedencia de aquellas palabras y me sentí mareado así que tuve que sentarme en la cama. Cerré los ojos, tome aire y escuché un beep sostenido y una mujer llorando, no lo entendía, seguro era el mareo, seguro me estaba haciendo alucinar. Pero al abrir mis ojos ya no estaba en mí habitación estaba en el hospital y Bonnie estaba allí la vi frente a mí con las manos en sus labios, temblando y viendo al frente.

Fije mi vista en su dirección y casi me caigo de la impresión, so-soy yo, yo estoy ¿cómo es posible? estoy acostado allí en una camilla, conectado a muchos aparatos.

—No respira —escuche decir al médico—, lo perdemos,

Me acerque a mí mismo, y tome mi mano luego mire a Bonnie y a mi hermana, estaban allí en la puerta, llorando, temblado, viendo todo.

¿Qué está pasando? no lo entiendo ¿cómo paso?

Entonces lo recordé... Si fui tras ella ese día, ella paso rápido la calle y no vio el auto que se acercaba, la empuje y sentí un golpe seco y doloroso. Luego de eso no supe nada más.

Me acerque a ella y toque su rostro, sus ojos se cerraron y entre hipidos la escuché susurrar.

—Cariño, respira.

CARIÑO, RESPIRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora