Normalmente no acostumbro beber. Pero, esta vez la situación lo amerita. Quiero olvidarme de mis penas, o tal vez, quiero poder gritar y llorar con la excusa de que estoy ebria.
Camino, desanimada, con los hombros bajos, hacia el bar que me queda más cerca. Solo que, al poco tiempo que entro, se escucha un estruendoso sonido. Es una alarma Kaiju. Todos comienzan a alterarse, pero al ver que algunos se cubren debajo de la mesa o se quedan paralizados del miedo, me decido a ayudarlos.
— ¡SALGAN! ¡RÁPIDO! ¡ES PELIGROSO QUEDARSE AQUÍ! —comienzo a gritar y a indicarles que salgan— ¡VAMOS! ¡TIENEN QUE IR A UN LUGAR SEGURO!
Salgo rápidamente del bar. Al escuchar el rugido del Kaiju que nos ataca, me comienzo a asustar. Pero, mi miedo se desvanece al ver a una niña pequeña escondida. Se está cubriendo los oídos mientras llora. No pude evitar recordarme a mi misma cuando tenía su edad.
— ¡No es seguro estar aquí! ¡Tenemos que irnos! —le hablo fuerte, pero no me escucha— ¡Niña! ¿Cómo te llamas?
— A-Azumi...
— Azumi, no tengas miedo, ¿Bien? Te aseguro que no permitiré que mueras hoy.
La veo con seguridad. Solo soy una mujer común, no podría enfrentar al Kaiju sola ni aunque fuera la mitad de grande que él, pero está niña necesita una esperanza justo ahora.
— Escúchame, Azumi. Te llevaré con tu madre, pero tenemos que correr juntas, ¿Escuchas?
— ... Sí. —asiente, aún nerviosa, y sostiene mi mano. La ayudo a levantarse y corremos lejos del lugar, justo antes de que el Kaiju lo destrozara con su enorme huella.
Me quedo paralizada. Es la primera, y tal vez, la última vez que veo a un Kaiju tan cerca de mí. Es feroz, intimidante, pero de alguna forma, magestuoso.
El Kaiju no nos mira. Pero, no es una ventaja. Al no darse cuenta de que estamos ahí, camina mirando al frente. Su inconmensurable pie forma una sombra sobre nosotros. Cuando me doy cuenta, empujo a Azumi lo más lejos que puedo y me cubro con los brazos en un intento de protegerme. Aunque cierro los ojos, capto un destello que proviene de un lado. Escucho un estruendo y el rugido del kaiju. Abro los ojos lentamente y lo que hay frente a mí me desconcierta aún más que lo que pasó en mi trabajo.
Me quedo helada ante la presencia del famoso héroe de Tokio; Ultraman. Además de las noticias, jamás lo había visto en persona. Lanzó al Kaiju a un lado y nos salvó. El Kaiju está a un lado, tirado entre los edificios aplastados. Ultraman está de pie frente a nosotros. Es imponente, pero, a pesar de que sé que sí quisiera podría aplastarme, no me asusta para nada.— ¡Señorita! ¿Está bien? —Azumi se acerca a mi con preocupación.
— Azumi, ¿Por qué no te fuiste? Corres peligro aquí...
— N-No puedo hacer eso, señorita... Usted me salvó. ¿Cómo podría irme y dejarla sola?
La miro perpleja. Ahora me doy cuenta de que he cambiado mucho. Antes era como está niña. Era noble, honrada, soñadora... ¿Qué me pasó?
— ¡AZUMI!
Un hombre mayor que yo viene corriendo hacia nosotros. Azumi se levanta y corre hacia ella con lágrimas.
— ¡Papá!
Al ver cómo se abrazan, los recuerdos de mi padre me invaden. Este sentimiento ha estado presente en mi desde que se fue. Es como si quisiera tener lo que tiene Azumi; un padre, pero no quiero que ella no lo tenga. No quiero a su padre. Quiero al mío. Quiero que me abrace. Quiero que me cuente historias. Quiero que me digas que me protegerá. Quiero que me cargue en sus hombros y que me deje arreglarle el cabello. Pero, ya no se puede...
— ¡Papá, está señorita me salvó! Estaba muy asustada, pero llegó ella y me ayudó.
— ¡Le agradezco mucho, señorita! —me hace una reverencia mientras Azumi me sonríe— ¡Por favor, tome mi contacto! Debo agradecerselo como corresponde.
— No hace falta, yo... —un gruñido me interrumpe—
Todos nos giramos a dónde el Kaiju está. Abre los ojos y comienza a rugir furioso. Azumi me grita para que me vaya con ella y su padre. Pero, en lugar de correr, veo a Ultraman. Por un segundo parece que me ve a los ojos. Realmente no puedo ver sus ojos, son como faros, pero tengo la sensación de que me sostiene el contacto visual.
— ¡Señorita, tenemos que irnos!
— ¡Por favor, venga con nosotros! ¡No es seguro quedarnos aquí!
Ultraman se da la vuelta para enfrentarse al Kaiju. Quiero hacer algo, pero, el único que puede es él. Decido dejarlo en sus manos y me marcho a toda prisa junto a Azumi y su padre.
11:40 p.m
Ya he llegado a casa.
—Suelto un abatido suspiro mientras me dejo caer en la cama— Hoy ha sido un día espantoso...
Giro los ojos hacia mi mesa de noche, donde se encuentra la foto de papá. La sostengo.
— Desearía que estuvieras aquí, pá... Me dejaste muy pronto... Te extraño demasiado.
Beso su retrato y me recuesto para dormir. Tardo mucho en conciliar el sueño, así que no dormí muy bien. A la mañana siguiente, me tomo el día y decido ir a un partido de béisbol.
Oí que hoy jugará un famoso beisbolista que vivía en Estados Unidos, pero volvió a Japón hace poco. A mí alrededor, hay montones de gente pronunciando con emoción su nombre: Ken Sato. Ja, sí mi padre estuviera aquí, diría algo así como: "¿Y qué sí viene de Estados Unidos? Su valor dependerá de lo que haga en la cancha. ¡Ja! Hasta yo podría ganarle a ese niño bonito."— Ja, ja —río al imaginar como se movían sus anteojos al fruncir el seño— Bueno, veamos de qué va esto. —tomo un trago de mi bebida y espero el espectáculo—
ESTÁS LEYENDO
Algún Día
FanfictionLa ciudad de Tokio está bajo amenaza de los Kaijus. Desde que tengo memoria, los ciudadanos de mi hogar hemos tenido que hacer lo posible por mantenernos con vida y evitar a toda costa involucrarnos con esos monstruos. Hasta ahora, lo único que pode...