Episodio 11 - "La noche continúa"

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— Vamos a mi casa.

Su respuesta me toma por sorpresa y de pronto mis piernas no responden. Ken se detiene después de mí, sin soltar mi mano y me mira con preocupación.

— ¿Qué pasa, Yoshiko? ¿Algo anda mal?

— No, es que...

Su expresión demuestra la confusión que siente al ver que mis palabras se desvanecen por el aire y luego cambia a una expresión de sorpresa.

— Oh. ¿Te... Te pone nerviosa que te invite a mi casa?

Por primera vez, él se sonroja. Se ve asombrosamente dulce avergonzado de esa forma. Pese a eso, me apresuro a aclarar mi reacción.

— ¡N-No es eso! —sacudo las manos frenéticamente— Es solo que... Eres Ken Sato, una celebridad y acabas de conocerme. ¿Cómo puedes estar seguro de que no revelaré la ubicación de tu casa o abusar de la confianza que me demuestras y hacerte algo malo...?

Frunzo el ceño con nerviosismo, pero él solo se ríe un poco y luego me sonríe tiernamente.

— Sé que no harías algo así. —acaricia mi cabeza con toda la delicadeza y calidez del mundo— Tú me confiaste la historia de tu vida y el íntimo secreto del pequeño observatorio, donde compartiste tantos gratos momentos con tu padre. ¿No es justo que yo haga lo mismo por ti?

Me quedó sin palabras por su actitud tan noble. Siento que mi corazón es envuelto en una cálida manta y esa calidez se intensifica en mi cara.

— No seas terca y sígueme. —él vuelve a tomar mi mano y me lleva a su casa—

Por algún motivo, mis nervios se disparan en cuanto entramos y Ken cierra la puerta. Estoy segura de que no es el tipo de hombre que se aprovecharía de la situación, pero, aún así, el hecho de estar en su casa hace que mi corazón se acelere. Al ver lo tensa que estoy, Ken me ofrece algo de beber.

— No me gusta mucho beber...

— ¿En serio? A mí me gusta un poco. Pero, es bueno saberlo... Entonces, ¿café?

—niego— Me quita el sueño a estas horas... Pero, tal vez té.

— Realmente eres única. —me sonríe— Una taza de té, marchando.

Camina hacia la cocina y prepara té para ambos. Luego de un rato, vuelve a dónde yo estoy sentada y me da una linda taza de té que al contacto con mi piel, calienta las palmas de mis manos. Kenji se sienta a mi lado cómodamente con una taza de té idéntica y cruza las piernas.

— ¿Y bien? —se dirige a mi con una sonrisa traviesa— ¿Qué quieres hacer?

Siento que mi corazón se acelera.

— ¿Qué tal si vemos televisión? ¿T-Te gustan las películas?

— Mmm sí, pero, normalmente me gusta más ver el juego.

— ¡Excelente! Veamos el juego...

Enciendo la televisión con nerviosismo. Tardo un rato, pero luego de un tiempo, me siento más cómoda en su casa. Ken y yo vemos un partido de béisbol juntos. Me río cuando ambos comenzamos a quejarnos sobre lo mal que juega un beisbolista. Y luego discutimos sobre quién es el mejor jugador, aunque finalmente, él me da la razón y me deja ganar.

— Oye, no sabía que te gustara tanto el béisbol... Bueno, no es que sea malo, pero no es muy común en una mujer...

— No soy una mujer común. —le sonrío con una ceja ligeramente levantada— Además, mi afición por el béisbol se lo debo a mi padre.

— Así que lo que me dijiste cuando nos conocimos...

— ¿Que papá me llevaba al Tokio Dome y conocía a muchos beisbolistas? Sí, era cierto. De hecho, el sueño de mi padre era ser beisbolista.

— ¿Qué? —se sorprende— ¿Y qué fue lo que pasó?

— Su sueño nunca se cumplió... —sonrío con tristeza—

— ¿Por qué no...?

— Le hice esa pregunta muchas veces a mi papá, ¿Y sabes lo que siempre me contestaba?

— ¿Qué?

Miro al suelo, al borde de las lágrimas, pensando en la sonriente cara de mi padre.

— "Porque encontré algo mucho más valioso que todo eso, peque. —hago una leve pausa y luego, veo a Kenji a los ojos— Encontré amor."

Ken y yo nos miramos un buen rato sin decir nada, entonces decido romper el hielo para que el silencio no se vuelva incómodo.

— Mi papá conoció a mi mamá y decidió que era más valiosa que su sueño... Cuando yo nací, me dijo que, al verme entre sus brazos por primera vez, confirmó su decisión. Siempre me decía que todo lo que dejó atrás valió completamente la pena... Todo por mí.

Mis ojos se cristalizan. No quiero volver a llorar frente a él, pero mi llanto no quiere cesar. Entre sollozos, intento desesperadamente, secarme las lágrimas para no hacerlo sentir incómodo, pero mi esfuerzo es en vano.

— Lo siento... No sé por qué, pero... En estos días he estado extrañando a papá aún más... Debes pensar que soy muy débil por llorar por unos simples recuerdos...

Trato de ocultarme de su mirada, pero Kenji toma mi cara con ambas manos para que lo vea a los ojos. Sus ojos tienen algunas lágrimas, pero a diferencia de mí, él no las derrocha por el suelo. Su mirada es la más gentil del universo cuando me ve.

— No, Yoshi... Pienso todo lo contrario sobre ti. Creo que eres muy fuerte, porque a pesar de todo esto, sigues aquí... Y prevaleces.

Se acerca más a mi, hasta que sus labios llegan a una de mis mejillas, haciendo que unas lágrimas se desvanezcan.

— Estoy muy orgulloso de ti. Y estoy seguro de que tu padre también lo estaría.

Me envuelve entre sus brazos con un fortalecedor abrazo. La seguridad que me transmite hace que hunda mi rostro en su hombro, empapando su camiseta, pero a él no parece interesarle. Lejos de calmar mi llanto, su abrazo hace que se intensifique. Tal vez sea porque estuve deseando un abrazo desde hace mucho tiempo, pero no tenía a nadie a quién pedírselo ni quería hacerlo... Sea como fuere, ahora estoy cien por ciento segura de que estaré a salvó siempre a su lado y nunca me faltará un abrazo.

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