Episodio 14 - "Familia"

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Luego de mi pequeño colapso, Ken me rogó que me quedara en su casa hasta que me recuperara por completo. Dijo que podía usar su habitación porque era la más cómoda, y que él usaría la habitación de huéspedes. No es como si tuviera más opciones, porque claramente no iba a dejar que me fuera estando como estoy, así que tuve que aceptar su petición.

Ha pasado un día y medio desde que estoy en su casa. Durante ese tiempo, he acompañado a Ken a ver y estudiar a la bebé Kaiju. Nos hemos dado cuenta de que, aunque es un ser vivo totalmente distinto a nosotros físicamente, no es tan diferente como pensábamos en cuanto al comportamiento. La bebé siempre sigue a Ken como si fuera su madre. Rechaza la comida que no le gusta con un berrinche y hasta Mina le enseñó a bailar una canción infantil que Ken dice que es "horrible". Pero, lo que más me impresiona, es el comportamiento que Ken tiene últimamente... Se ve agotado todo el tiempo, como si el cansancio lo consumiera. Le he dicho que evite cualquier estrés innecesario, pero no parece hacerme mucho caso, así que siempre llega a casa adolorido y estresado. No es hasta una noche que me doy cuenta de que algo le está haciendo mucho daño mental. Ken llega y baja el elevador. Sin saludar, comienza a gritar y lanzar cosas hacia la ventana.

— ¡¿Me transfiere a mí?! ¡¿A Ken Sato?! ¡¿A los Tiguers?! ¡¡Ahh!!

Golpea el cristal con las manos hechas un puño. Me acerco a él con una expresión de preocupación y me agacho a su altura para posar mi mano sobre su espalda.

— Ken, ¿Qué pasa?

— Me van a sacar de los Giants... Y tendré que jugar en los Tiguers. —aprieta los dientes—

Al sentir su frustración, no puedo evitar enojarme. Pero, en este momento, es más importante la salud mental de Ken.

— Tranquilo, Ken... En los Tiguers o en los Giants, eres el mejor jugador de béisbol. No dejarás de serlo porque te cambiaron de equipo... Además, para nosotras, seas quien seas, siempre serás el mejor.

Le dedico una sonrisa reconfortante que veo que funciona cuando su ceño fruncido desaparece. Creo que se ha calmado, pero sin previo aviso se avalancha sobre mí y me abraza con fuerza. Entierra su rostro en mi hombro y de pronto siento humedecer mi camisa por sus lágrimas.

— Gracias, Yoshi... Tú... Ustedes son lo único que me hace sentir que ser Ultraman vale la pena...

Él respira hondo mientras paso suavemente mis manos por su espalda para tranquilizarlo. Él no me suelta, sino que me sostiene con más fuerza, aunque no me lastima.

— Ken, ¿Estás bien? —le pregunto con un tono angustioso—

— Ahora lo estoy.

Me sonríe. Le devuelvo la sonrisa y luego lo ayudo a levantarse.

— Bebe algo, Ken. —Mina le ofrece una bebida de lata— Opciones sanas, cuerpo sano.

Ken se ríe con ironía y toma la lata.

— Gracias, Mina. Tú siempre me cuidas... —abre la lata y bebe de ella haciendo gestos de disgusto— Puaj. Sip, aún sabe a p3d0.

Me río por lo bajo y poso mi mano en su hombro para hacerle saber que estoy con él.

— Sé que estos días han sido muy duros para ti, Kenji... Ser Ultraman y el beisbolista Ken Sato no solo se trata de tener fans, es algo más que eso. Conlleva responsabilidades, presiones y sacrificios. Y además de todo eso, tienes que ser un padre... —miro a la Kaiju con una sonrisa— El padre de una linda bebé Kaiju, pero eso no quita que sea un enorme desafío.

— Colosal, diría yo.

Le sonrío.

— O, más bien, un Ultra-desafío.

Reímos un poco por nuestros chistes sosos y luego continúo.

— Y, a pesar de todo eso, has demostrado ser muy fuerte, porque, aún sí caes, una y otra vez, siempre vuelves a levantarte... Yo sé que puedes hacerlo, Ken. Y no estás solo.

Mis palabras lo conmueven.

— Muchas gracias, Yoshi... No sé qué haría sin ti.

Se acerca a mí y rodea mi cintura con delicadeza hasta que estamos a la par. Con la mano que tiene libre, levanta mi barbilla y me besa tiernamente. Nos giramos al escuchar que la bebé ríe y comienza a aplaudir. Ken y yo nos reímos y nos separamos un poco sonrojados.

— Bueno, bebé, creo que es momento de enseñarte un par de trucos.

— ¿Qué? —Ken me mira perplejo— ¿Enseñarle trucos a un Kaiju? No es un perro.

— Ken, la FDK la está buscando. Si la encuentran, ¿Qué crees que pasará? Es solo una bebé, no tendrá oportunidad de defenderse... Tenemos que hacer algo. Más vale prevenir que lamentar.

Ken piensa un momento y luego accede a mi idea.

— Tienes razón. Debemos enseñarle a defenderse.

— Pero, empecemos por algo fácil.

— ¿Algo fácil? Hmm... —toma su barbilla pensativo y luego sonríe con complicidad— Ya sé qué. ¡Mina! Llévanos a un campo de béisbol.

— Sí, Ken.

De pronto, todo nuestro entorno cambia. Es como estar dentro de un videojuego super avanzado, pero aún mejor. A lo lejos, escucho aplausos y una voz rítmica y entusiasta gritando.

— ¡Woohoo! ¡Tú puedes, Ken!

Una mujer, o más bien, un holograma, alienta a Ken desde las gradas.

— ¿Esa es...?

— Sí. Mi mamá. —Ken me responde con melancolía y luego se dirige a Mina— ¡Gran toque, Mina!

Ken toma un bat de béisbol y luego batea la pelota muy lejos.

— ¡Sí, así batea un campeón!

Mina y yo lo alentamos mientras celebra. Luego, él se acerca a la bebé, quien tiene un bat más grande.

— ¡Mira, bebé! Así es como debes hacer, ¿Ok? No apartes la mirada de la pelota...

Ken le señala la pelota.

— Muy bien, aquí va...

Le lanza la pelota, pero, como la bebé no mueve ni un músculo, le rebota en la cara y comienza a llorar. Yo me levanto con preocupación y Ken comienza a consolarla.

— ¡No, no, no, no, no! ¡Tranquila! Oye, a veces pasa. No es para tanto. ¡Otra vez!

Vuelve a levantar la pelota frente a ella y la alienta.

— Mira la pelota. ¿Bien? Ichi, Ni, ¡San!

Lanza la pelota de nuevo. Está vez, la bebé logra batearla con éxito. Pero nos impresionamos todos al ver lo lejos que la lanza y comenzamos a celebrar.

— ¡Wow! ¡Eso es! —exclama Ken, saltando—

— ¡Muy bien, bebé! —me levanto y comienzo a aplaudir—

Luego, Ken toma la patita de la bebé y le indica que debe correr.

— ¡Vamos, ahí que correr las bases!

Me levanto de mi asiento y los sigo para correr todos juntos.

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