Episodio 3 - "Ken Sato"

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El partido finaliza. El cotizado Ken Sato falla todos los tiros. No tenía altas expectativas en él, así que no me decepciona. Sin embargo, hay algo que no se puede negar; tiene talento. Sin embargo, por alguna razón, falló. Noté que gesticulaba como si el movimiento le provocara dolor... Trato de salir del estadio, pero hay demasiada gente. Me siento agobiada de solo pensar que debo pasar por ahí. Recuerdo que cuando venía con papá, a veces me llevaba por una puerta trasera. Decido buscarla para salir antes. Finalmente la encuentro y giro la manija, pero me detengo en seco al escuchar un golpe y un "¡Ay!". Miro detrás de la puerta y veo a el mismo Ken Sato, enojado y sosteniendo su nariz roja por el golpe.

- ¡¿Qué te pasa?! -me reclama- Oye, ¿Quién eres?

- Disculpe, señor Sato -me disculpo con una reverencia- No sabía que estaba detrás de la puerta -le dedico una sonrisa de inocencia.

De pronto, su ceño fruncido desaparece y me mira con los ojos bien abiertos.

- Tú... ¿Qué haces aquí?

Por un momento, parece como si me reconociera de alguna parte. Pero, me doy cuenta de que habla de que no estoy autorizada para usar esta salida.

- Ah, lo siento. Había demasiada gente y tenía prisa... Je, je... -me rasco la nuca, nerviosa-

- ¿Qué? Ah... Pero, digo... ¿Cómo conoces esta salida?

- Ah, bueno... Mi papá tenía amigos beisbolistas, así que algunas veces me llevaba a los partidos y también conocíamos bien el estadio.

- Oh, claro...

El silencio invade la atmósfera y pronto me siento incómoda, así que decido despedirme.

- Creo que ya me voy... Fue un gusto conocerte, señor Sato.

- Kenji.

Detengo mi andar. Él parece un poco indeciso, pero continúa.

- ¿Disculpa?

- Llámame Kenji -sonríe, eso le robaría el aliento a cualquiera.

Sube a su motocicleta. Le devuelvo un sonrisa titubeante.

- Y-Yoshiko... Yoshiko Yamada.

- Yoshiko Yamada...

No sé por qué, pero la forma en que pronuncia mi nombre suena como una brisa de campo. No puedo evitar sonrojarme, ya veo por qué dicen que este hombre es encantador.

- Yoshiko, apenas te conozco pero presiento que nos volveremos a ver muy pronto.

Se pone su casco sin bajar la ventanilla. Me mira y guiña un ojo.

- Es una corazonada.

Y con eso, se marcha, dejándome con la piel erizada y el corazón palpitante.

-Kenji... -me percato de que estoy balbuceando y salgo de mis pensamientos para ir a casa, me aclaro la garganta- Es mejor que vaya a casa.

Al día siguiente me siento bien para ir a trabajar, así que me dedico de lleno a encontrar un nuevo proyecto en el qué trabajar. El proyecto que Remi me robó era el proyecto "Monsuta", un proyecto que empezó gracias a mi padre, Ryuji Yamada. Aquel proyecto consiste en desarrollar tecnología super avanzada que usa como combustible la energía Kaiju, con el propósito de imitar sus movimientos, conocerlos mejor e igualar su fuerza, lo cual fue la razon por la que mi papá se labró un nombre de "lunático". Yo siempre confié en él y sabía que podía lograrlo, pero por mucho tiempo, nadie más que yo, ni siquiera mamá, lo apoyó. Y eso lo desanimó. Bueno, al menos, hasta que apareció Alex Wong. Un chino joven, pródigo talentoso, millonario con altas expectativas persiguiendolo. Mi papá y él se convirtieron en amigos inseparables. Ahora lo llamo "tío Alex", gracias a la cercanía que él y papá desarrollaron. Alex le ofreció una suma de dinero muy generosa a cambio de su idea, pero papá se negó a aceptar el dinero. Eso fue porque para papá, el dinero no simbolizaba más que problemas para él. A Alex le impresionó tanto su virtuosa actitud que no pudo más que admirarlo. Así es, mi papá se ganó el respeto del joven más famoso y rico de Tokio. Me siento orgullosa por eso.

En fin, ahora que el proyecto "Monsuta" ya está apartado, solo puedo hacer una cosa... Estresarme por la falta de imaginación en estos momentos que más la necesito.

- ¡Aaagh! -gruño mientras golpeo la mesa- ¡¿Por qué no puedo pensar en nada?! ¿Qué me pasa? Antes tenía ideas derrochando de mi mente, ¿A dónde se fueron?

- Tal vez están en la basura.

Me giro hacia la puerta. Inmediatamente me arrepiento, porque descubrí que ahí estaba la persona que menos quería ver justo ahora.

- Justo dónde pertenecen. -sonríe con malicia.

- Remi, ¿Otra vez tú? ¿No tienes algo mejor que hacer, además de torturarme?

- Por ahora, no. No he encontrado nada mejor que torturarte. -se acerca a mi escritorio y estira el cuello para ver lo que no le incumbe- Dime, Yoshi, ¿En qué estás trabajando?

Rápidamente, cubro mis papeles y la pantalla de mi computadora.

- Lo que sea que haga, no es asunto tuyo, Remi. -le frunzo el ceño. Las pocas horas que dormí, la falta de comida sana y la diminuta cantidad de sol que he recibido seguramente hace que parezca más intimidante de lo que aparento, porque veo cómo se sorprende y retrocede, aunque se reincorpora rápidamente.

— Ah... T-Tienes razón. —sonríe— No me importa. Cómo sea, vine para darte la noticia.
A DaiCorp le gustó nuestro proyecto, así que accedió a firmar un contrato de alianza con nosotros.

La miro, espectante.

— ¿Qué? ¿DaiCorp?...

DaiCorp es una corporación dedicada a la fabricación de armas para el ejército. Son muy efectivas, pero, ¿Qué harán ellos con el proyecto? ¡Le harán daño a los Kaijus! No es que me preocupen mucho... ¡Pero, aún así, no es una buena idea!

— Así es. Sí queremos que el proyecto cambie al mundo, el mundo debe cambiar al proyecto, ¿No lo crees, Yoshi? —se inclina hacia mí— ¿Por qué pones esa cara? Creí que estarías feliz... Digo, después de taaaantos años, el proyecto en el que tanto trabajaste al fin está progresando. ¿Eso no te hace feliz, Yoshi?

Es todo. Su desvergonzada sonrisa hace detonar la bomba que parpadeaba dentro de mí y me paro con los hombros hacia atrás y los dientes rechinando. De pronto, noto que soy más alta que ella y uso eso a mi ventaja para intimidarla.

— ¡Ya fue suficiente!

Remi retrocede y por un momento, deja que me dé cuenta del miedo que le provoco, pero su orgullo no le permite más que eso y su mirada desafiante reaparece. Camino hacia adelante para obligarla a retroceder hasta la puerta. Es bueno que a esta hora, nadie esté en el edificio además de nosotros. Sí fuera así, ella se haría la víctima de nuevo, y yo terminaría como la villana de la historia, otra vez.

— Déjame decirte una cosa, Remi Park. No tienes permitido venir a fastidiarme a oficina a partir de hoy. He sido muy tolerante contigo hasta ahora... Dejé a mi primer amor por ti. Dejé de usar las bandas de cabello que tanto me gustaban por ti. Renuncié a mi meta de ser doctora por ti. ¡Hasta dejé a mi novio en la universidad por ti! Pero ya no aguanto más. Que te quede clara una cosa, Park. No voy a renunciar a el sueño de mi padre ni por ti, ni por nadie. Ahora, te pido con el poco respeto que te mereces, que te largues de mi oficina.

Sostengo la puerta, mientras casí bufo como un toro. Por primera vez en todos los años que conozco a Remi, ella se queda sin palabras. No dice nada y sale de mi oficina. No puedo creer lo que acabo de hacer, pero gracias a mi valor, finalmente encuentro paz mental. Siento cómo una de mis cargas se aligera en mis hombros. Solo espero, que eso la ahuyente por un buen rato.

•••

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