Capitulo 9

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Chiara llevaba ya más de 4 horas despierta y cada una de ellas se las había pasado sentada al piano ya que desde que se despertó y su mente comenzó a funcionar, una oleada de melodías le golpeaban la cabeza. Es cierto que la menorquina tenía mayor facilidad a la hora de crear melodías que las propias letras, pero esa mañana se sentía inspirada.

A pesar de eso, sentía que no le estaba sacando nada de provecho a aquella inspiración. Sacaba melodías que no le convencían, letras que se le quedaban a medias o que hablaban de cosas que no sentía. Para ella, su música era una representación de su vida, de su estado de ánimo. Había escrito cientos de canciones cuando le rompieron el corazón y también lo hizo cuando estaba completamente enamorada, cuando se sentía perdida o simplemente relataba momentos vividos.

Su pasión por la música lleva presente en su vida desde que tenía 5 años, a los 8 comenzó a aprender a tocar el piano y a los 16 hizo la primera canción que la hizo sentirse plena y orgullosa. Recuerda años atrás cuando una amiga de Menorca le impulsó a salir alguna que otra tarde a la plaza más transitada de la Ciutatella a tocar. Con su guitarra y un micrófono se plantaba a las 7 de la tarde delante de cientos de personas que transitaban por esa zona captando la atención de muchos de ellos.

Gracias a ello consiguió sacar cientos de euros con lo que pudo ir ahorrando para comprar su actual coche. Cuando se mudó a Madrid alguna que otra vez se le pasó la idea de retomar aquella costumbre en ese caso, en el centro de la ciudad, pero eso era algo que le causaba cierta inseguridad. Hacerlo en Menorca, lo que sentía su casa, se sentía bonito y gratificante, pero hacerlo delante de miles de personas desconocidas le aterraba.

Siguió intentando crear algo de lo que sacar provecho y de pronto tocando el piano sacó una melodía que llamó su atención.

-A ver, a ver cómo es- dijo susurrando mientras tenía el ceño fruncido ya que estaba concentrada

Volvió a tocar las mismas teclas volviendo a escuchar esa melodía. Le gustaba, ya había dado el primer paso ahora solo necesitaba sacar todo de su pecho.

Una mariposa que no para de batir sus alas
Ni si quiera sé si quiero que lo haga
¿Cómo paro lo que no sé si puedo parar?
¿Cómo espero algo que no sé si existirá?

Voy saltándome latidos con su risa
Sintiéndola en mi vida muy deprisa
Creo que no quiero que se vaya
Si está ella , el mundo entero se calla

Paró de golpe cerrando sus ojos y se quedó estática unos segundos. No quería eso, no quería escribir sobre Violeta porque eso significaba que estaba más jodida de lo que creía.

Cerró su libreta y se levantó de la silla, desistió.

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El día para Violeta había comenzado distinto, se había levantado animada y con ganas de comenzar a trabajar. Es cierto que su jornada laboral comenzaba al día siguiente pero ya se imaginaba detrás de aquella barra viendo pasar decenas de caras distintas.

No era tanto el hecho de trabajar si no el ganar esa independencia que tanto deseaba. Al final todo lo que tenía en esta vida era gracias a Denna. La ropa, el teléfono, su nuevo hogar. Si en un primer momento se sintió una carga cuando Chiara la acogió los primeros días, peor se sentía en este caso con la rubia. Esta se había ofrecido desinteresadamente a ayudar en todo lo posible a Violeta ya que la empatía y la bondad eran los rasgos más característicos de su personalidad. Además, le caía en gracia aquella pelirroja ya que sentía que eran muy afines y a medida que iba compartiendo más tiempo con ella, más cosas tenían en común.

In another time | KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora