Capítulo 14

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Si a Chiara le hubiesen dicho que a sus 20 años de edad tendría que ocultar por primera vez su orientación sexual, no se lo creería.

La morena nunca había tenido que esconderse, nunca. Para ella en ese aspecto, todo había sido muy fácil, como debería ser. A los 15, le llamó la atención la primera chica, poco tiempo después besó a aquella chica y desde aquel momento se dio cuenta que estar con chicos no era para ella. Así de fácil, descartó su bisexualidad para considerarse completamente lesbiana. A los 16 tuvo su primera novia y ni siquiera tuvo que explicarle aquello a sus padres ya que ellos ya eran conscientes desde mucho antes. Por eso mismo, estaban encantados con aquella muchacha y eso a la morena, le hacía terriblemente feliz.

Había tenido que vivir desde muy cerca, cómo los padres de alguna de sus amigas la rechazaban por el simple hecho de querer a una mujer. Ella se consideraba muy afortunada de tener un ámbito familiar y social en el que nadie la juzgaba simplemente por ser ella.

Por eso, lo que había sucedido con Violeta la tenía muy mal. Fue incapaz de pegar ojo en toda la noche ya que gran parte de ella, la pasó llorando.

Sabía que la chica no era mala y mucho menos tendría aquel pensamiento de no ser por haber nacido en otra época. Sabía que aquello venía dado por el entorno en el que se había criado y por el pensamiento de la sociedad de aquel momento. Pero aún así, dolía. Dolía muchísimo.

Porque a Chiara le encantaba Violeta y le daba igual decirlo y reconocerlo. Todo lo que le daba la pelirroja le encantaba, cómo la trataba y se preocupaba por ella, el tacto de su piel con la suya, cómo la miraba...

Así que, ver en sus ojos el odio hacia la situación de Bea y su pareja, le atravesó el pecho como si de un puñal se tratase. Innumerables veces se había imaginado a ellas dos caminando de la mano, o dándose muestras de cariño. Lo que ella veía como algo precioso que deseaba con ganas, a la pelirroja le daría asco si conociese sus verdaderos sentimientos.

Todos aquellos pensamientos rondaban su cabeza sin parar así que decidió llamar a Ruslana para intentar calmarse.

Una vez juntas, la morena le explicó toda la situación a su amiga que lejos de entenderlo y tranquilizarla, provocó una situación peor.

-Pero ¿qué le pasa en la cabeza?- dijo alterada

-Rus, por favor- pidió calma a su amiga

-Osea que me odia. Y a ti también, bueno a todos prácticamente- dijo con una sonrisa de incredulidad

-No nos odia joder, simplemente... no lo entiende ¿vale?- intentó defenderla

-Pero tía ¿cómo puedes estar tan ciega que aún después de esto sigues intentando defender lo indefendible?- dijo Ruslana cabreándose por momentos

Chiara que tenía la cabeza ligeramente agachada, se pasaba la mano por la cara desesperada.

-Y a ti ¿qué te ha dicho? Te habrá dicho de todo ¿no?- preguntó

-Es que... ella no lo sabe- dijo en un susurro

-¿Qué no sabe, el qué?- preguntó

-Nosabequesoylesbiana- dijo muy rápido casi sin respirar

Ruslana que no se podía creer aquello, se levantó de manera agresiva de la mesa para comenzar a dar vueltas por la casa diciendo cosas indescifrables.

-Y seguro que no se lo vas a decir ¿verdad?- dijo con rabia

La inglesa que se sentía terriblemente mal y avergonzada, negó con la cabeza sin llegar a mirarla.

-No te reconozco Keeks- dijo sincera y apenada

La morena sentía que no podía contener mucho más sus lágrimas, apretaba sus labios tratando de frenarlo.

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