La tía Miriam se dedicaba a bordar flores en un camino de mesa mientras que Julieta leía con emoción incontenible un poema de Esteban Echeverría. Cada vez que acababa de leer una estrofa suspiraba hondamente. Las damas estaban sentadas sobre un largo diván en la modesta sala de lady Miriam. Si bien no le faltaban ingresos, era austera como la que más. Por lo tanto, los espacios de su casa eran algo reducidos y escasos de decoración. Apenas un retrato por aquí o por allá y todo tenía un olor a anís muy particular.
─¿Qué estás leyendo? ─preguntó la anciana mujer a su sobrina preocupada de que fuera algo impropio, de otro modo no se explicaba tantos suspiros acalorados.
─Es un poema, querida tía, "A una lágrima" se llama ─explicó Julieta casi sin apartar la vista del papel.
─¿De quién es? ─lady Miriam miró de reojo a su sobrina.
─De Esteban Echeverría, tía.
─Buff.
─Oh, tía, ¿Hay algo que le venga bien? ─peguntó Julieta con el ceño fruncido.
─El té, querida, eso me vendría bien.
Alguien tocó a la puerta. Las damas se irguieron con una nobleza indiscutible y vieron entrar al mayordomo con un par de tarjetas de presentación. Se trataba del señor Manuel y del señor Viktor.
─Oh, vaya, qué agradable sorpresa ─dijo la tía entusiasmada.
─A mí no me sorprende. Hemos visto al señor Manuel muy seguido últimamente.
─Sí, pero es la primera vez que viene con el señor Viktor ─agregó la mujer. Tenía una expresión muy singular en el rostro: los ojos muy abiertos, las cejas elevadas y una sonrisa pícara. Julieta se ruborizó pero fingió que seguía leyendo su poema─. Hágalos pasar ─ordenó la tía finalmente. El lacayo asintió y volvió a desaparecer.
En menos de un minuto, los caballeros aparecieron en la sala. Ambas mujeres se pusieron de pie para saludarlos y los invitaron a sentarse en unos sofás que se encontraban justo frente al diván. Los separaba únicamente una pequeña mesa ratona.
─Caballeros, llegaron justo a tiempo, estábamos por tomar el té ─comentó la tía Miriam mirando a uno y a otro.
─Excelente, esperábamos no estar interrumpiendo nada ─dijo Manuel que había entablado una buena amistad con la mujer. Viktor no dijo nada pero tenía los nudillos blancos y no paraba de mover las piernas.
Lady Miriam llamó al mayordomo y le pidió que prepararan el juego de té de porcelana. En unos minutos el hombre y otro lacayo volvieron con un par de bandejas de plata, el té y unos pequeños sándwiches de queso. Dejaron todo en la mesita ratona y se retiraron no sin antes ofrecerles una leve reverencia a su señora e invitados.
Cuando Manuel se percató del movimiento nervioso de su amigo le dio un pequeño y casi imperceptible pellizco en el brazo.
─¿Qué está leyendo, señorita Julieta? ─la voz de Viktor surgió tan frenética y repentina que casi hizo saltar a las damas de un respingo. La tía Miriam tuvo que hacer un gran esfuerzo por no volcarse el té encima.
─Ah, es "A una lágrima" de Echeverría ─respondió Julieta con una sonrisa que deshizo en suspiros al caballero.
─"Si la magia del arte cristalizar pudiera, esa gota ligera de origen celestial; en la más noble parte del pecho la pondría: ningún tesoro habría en todo el orbe igual" ─recitó Viktor con una voz grave y profunda.
─¿Lo conoce? ─Julieta no salía de su asombro y sonreía ampliamente. En los ojos tenía un brillo peculiar.
─Eso ha sido maravilloso, Viktor ─agregó la tía Miriam conmovida.

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Valiente
Romance(Romance histórico) En el año 1865, Santiago Valiente, un chico trans, debe luchar para encontrar su lugar en un mundo que no lo comprende. Todo cambia cuando Santiago conoce a Manuel, un joven que lo ayudará a aceptar su identidad y amarse a sí mis...