Valiente

PRÓLOGO

Si pudiera regresar al pasado, elegiría el día en que murieron mis padres, sólo para decirle a aquella niñita que, al final, todo estaría bien.

Los lacayos corrían y abrían las puertas de las habitaciones de una en una, asomaban la cabeza y seguían con la siguiente. "Señorita Irene" repetían una y otra vez. Las cortinas negras cubrían las ventanas de la mansión y daban a las columnas de mármol y a las esculturas un aspecto sombrío.
El carruaje fúnebre esperaba en la puerta a la familia para comenzar con la procesión hasta el cementerio de la parroquia. Se hacía tarde y la hija mayor de los Valiente no estaba por ninguna parte. Las criadas se ocupaban de cuidar a sus hermanas menores de siete y cuatro años que lloraban desconsoladas y pedían a gritos por sus padres. No sabían o no entendían que ellos no regresarían jamás.
Tomás, el mayordomo, entró en la habitación principal. Tenía el rostro cubierto de un espeso sudor y le temblaban las manos. La cama matrimonial estaba perfectamente tendida como si la noche anterior nadie hubiera dormido allí. Las mesas y las sillas estaban cubiertas por mantas oscuras, parecían levitar sobre el suelo. Tomás las descubrió una por una pensando que allí estaría escondida la pequeña de once años.
—Señorita Irene, por favor, salga —dijo en una súplica. Le temblaba el labio inferior al hablar.
Entonces se escuchó un chasquido y la puerta del gigantesco armario se abrió lentamente. Tomás no daba crédito a lo que veía. Sus labios se separaron un par de veces, pero volvieron a cerrarse ya que no sabía qué decir.
Irene llevaba puesta una camisa y pantalones oscuros. Las mangas le quedaban tan largas que tuvo que doblárselas en los puños. También había cortado las piernas del pantalón casi por la mitad.
Lo peor era su cabello. Los mechones castaños surgían cortos y desprolijos. Habían sido cortados por una mano torpe e inexperta, o un ojo completamente ciego, o un corazón terriblemente roto. La tijera mordió hasta dejar en la cabeza no más que unas crestas torcidas.
El mayordomo vio en la niña unos ojos cubiertos por nebulosas oscuras, eran dos lagos profundos que reflejaban un cielo cubierto de nubes tormentosas.
—Irene está muerta -dijo ella con una voz ordenada, casi mecánica—. A partir de hoy seré Santiago Valiente...

***

⚠️ Advertencia de contenido ⚠️

💙 Esta historia es sobre un chico trans que se enamora de otro chico. Por lo tanto, será tratada como un Boys Love. Si eso te incomoda, por favor, no hagas comentarios hirientes. También habrá otros romances secundarios con parejas heterosexuales.

💙 Se tratarán temas como el amor, la familia, las crisis de identidad, la diferencia de clases sociales y el matrimonio.

💙 Habrá escenas eróticas, pero no serán demasiado explícitas.

💙 NO será un romance tóxico.

💙 La historia está contextualizada en 1865 aproximadamente, en Argentina y Francia.

💙 Se harán muchas referencias a artistas plásticos y escritores clásicos.

Espero que decidas quedarte a leer y disfrutes de esta historia con personajes únicos 🤗