10: La fiebre

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Jonas 



No paró de llover durante los siguientes tres días. Las lluvias tardías de otoño eran una extraña bendición, una que había decidido no detenerse durante esa semana. Debido a lo repentino de su llegada muchos estudiantes terminaron enfermos. Ese fue el caso de Dom. Y esa era la razón por la cuál Jonas se encontró, una tarde después de la escuela, fuera de la casa de los Martin. Todo fue culpa de Emer, el chico se negó a hacer ese favor, sin importar que era el mejor amigo de Dom, dijo que "no" sin pensarlo demasiado y le mencionó a la profesora que Jonas era igual de cercano y que podía mandarlo a él. No estaba seguro de si eran muy cercanos en ese momento, solo sabía con certeza una cosa: no era capaz de decir "no". Incluso cuando no deseaba enfrentarse a una situación donde tuviera que hablar con Dominic, aceptó, sin mucha convicción, el llevarle las tareas de los días que estuvo fuera.

No supo cuánto tiempo pasó afuera, juntando el valor para poder tocar la puerta. Era una tarea sencilla, esto fue lo que se repitió mientras recorría el camino a casa del basquetbolista. Podía solo entregarlos a la señora Martin o a Drew, no había necesidad de interactuar con el chico. Con ese pensamiento, se acercó a la entrada, levantó la mano para tocar y, entonces, la puerta se abrió. La mujer lo miró extrañada, como si no entendiera lo qué estaba pasando, lo que la dejaba en las mismas condiciones que a Jonas, porque no había esperado que eso pasara. El chico parpadeó, bajó la mano e hizo su mejor intento para devolverle la sonrisa a la señora Martin.

— Ah, Jonas, es un gusto verte —dijo ella con tranquilidad—. Ha pasado un tiempo ¿estás muy ocupado con la escuela?

— Sí, un poco.

Jonas bajó la mirada a sus pies, esa era su oportunidad para escapar de ahí. Respiró profundo, pero cuando intentó alcanzar su mochila para entregarle las cosas, la mujer lo sujetó por el brazo, era un gesto gentil que lo hizo levantar la mirada. la forma en la que le sonreía, como si le estuviera pidiendo disculpas, activó una alarma en la cabeza del chico.

— ¿Puedo pedirte un favor, Jonas? —dijo con tono dulce.

— Cla-claro —esta vez falló en devolver la sonrisa, pero eso no pareció importarle mucho a la señora, así que Jonas supuso que era un favor importante.

— Tengo que ir a una reunión en la escuela de Drew —se apresuró a decir, tirando del chico para hacerlo entrar en la casa—. Pero no quiero dejar a Dom solo —no pudo contener un suspiro de preocupación—, tiene mucha fiebre, me preocupa que intente ponerse de pie y se lastime. ¿Podrías cuidarlo? Solo una hora, incluso menos, iré y volveré tan rápido como pueda. Te lo suplico.

Jonas la miró sorprendido, ya le habían dicho que Dom estaba enfermo, pero no pensó que fuera para tanto. Su plan era solo dejar las cosas e irse, enterarse de que Dom necesitaba su ayuda, incluso cuando era muy probable que no se fu era a enterar que Jonas había estado cuidándolo, le podía demasiado. Volvió a mirar a la señora Martin, ahora tenía las manos juntas a modo de súplica. Fue el turno de Jonas para suspirar.

— Sí, no se preocupe, yo puedo quedarme con él.

Ella dió un pequeño salto.

— Eres un encanto. Te prometo que no tardaré nada —aseguró al tiempo que tomaba su bolso y se dirigía hacia la puerta—. Hay paños húmedos en su habitación si es que sigue con fiebre. Y el número del restaurante está al lado del teléfono si necesitas algo con urgencia —abrió la puerta, salió, pero volvió a regresar en el último momento—. Tiene que quedarse en cama, no importa lo que diga, que no se levante —volvió a salir, está vez cerrando la puerta detrás de sí.

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