18: La confesión

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Jonas



Estaba... confundido.

Emer había aparecido casi para el final del descanso, lo hizo solo, lo que preocupó a Jonas. No importó la cantidad de veces que el rubio le aseguró que nada grave había pasado, tampoco la cantidad de veces que él volvió a preguntar, la respuesta fue la misma una y otra vez. La campana sonó. Jonas debía volver a clases, la verdad era que nunca había faltado a una, en su mente esa posibilidad no existía, ir a clases era una de esas cosas que "tenía que hacer", así que no intentó ir detrás de Emer cuando tomó algo de la comida que se había quedado, porque Jonas no había almorzado por estarlos esperando. Solo se quedó mirando la espalda del chico, hasta que este se detuvo, pareció dudar por un momento y después se volvió para mirarlo.

—Eh, Jonas —Había algo extraño ahí, porque Emer nunca lo llamaba por su nombre, y el chico debió notar su confusión, porque se apresuró a agregar— Dom no se siente del todo bien, pero no es nada grave, así que quita esa cara. Voy a llevarlo para que duerma un rato y coma algo, puedes alcanzarnos más tarde...

No le dio oportunidad para responder, solo le sonrió, era una de esas sonrisas que, a los ojos de Jonas, presagiaba problemas, después se acercó una vez más, tomando otro de los tuppers de Dom y alejándose a toda prisa. Había sido extraño y lo dejó con la sensación de que algo estaba pasando. Repitió la conversación una y otra vez en su mente, tratando de encontrar algo que le ayudará a entender lo qué pasaba. Jonas era alguien que se fijaba en los pequeños detalles y entendía los patrones de las situaciones, porque él mismo repetía las mismas acciones una y otra vez, así que sabía que los demás, incluso si no lo hacían con la misma insistencia que él, tenías pequeños tics que delataban cuando estaban en medio de algo.

Pero Emer estaba en el club de teatro con su hermana y no solo eso, según lo que había llegado a ver, era bueno. ¿Por qué pensaba que iba a poder descifrar al chico solo con observarlo? Suspiró, estaba mirando por la ventana y había perdido el hilo de la clase hacía ya un buen rato, en realidad, ni siquiera recordaba en qué clase estaba. Estuvo así durante los dos días siguientes, en los que Emer extendió de nuevo la invitación. Le llamaba la atención que ellos dos pasaran las tardes después de clases, quizás tenían algún trabajo juntos.

Notó a Dom un poco extraño, quizás no tanto como aquella vez en que él mismo se alejó un poco, pero sí algo distinto. Supuso que la única manera en la que iba a salir de toda duda, era ir a casa de Emer, tal como el chico le pidió por tercera vez. Incluso con una invitación explícita, lo ponía nervioso la idea de ir. ¿Qué pasaría si Dom no lo quería ahí? No tenía forma de preguntarle directamente a Dom para ese punto, ya que se habían adelantado. Tal vez podría llamar a casa de los Greenn, estaba bastante seguro de saber el número de memoría, pero el estómago se le revolvió de solo pensar que podía responderle cualquier otra persona además de alguno de sus amigos. No, no le gustaban las llamadas telefónicas.

Así que sus únicas opciones eran esperar hasta el día siguiente para preguntar finalmente a sus amigos que había pasado el día que Dom se fue temprano porque se sintió mal o hacer como le habían pedido y aparecerse en la casa de los Green. Estaba seguro de que no iba a poder soportar la preocupación, así que, cuando la última campana sonó, Jonas tomó sus cosas, le avisó a su hermana que llegaría un poco tarde a casa y se encaminó en dirección contraría su camino de todos los días.

La casa de los Green no estaba lejos, eran solo un par de calles, incluso podría decir que estaba más cerca que su propia casa, pero quedaba en la otra dirección y Jonas pasó un momento difícil tratando de convencerse de que aquello estaba bien. No era la primera vez que iba, pero era la primera vez que llegaba solo.

AfterglowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora