6: La pijamada

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Jonas


— ¡Deja de empujarnos, Emerson!

La voz de Dom resonó incluso por encima de los gritos de la película. Jonas no pudo evitar preguntarse cómo era que había terminado en semejante situación, apretujado entre los dos mejores amigos, en la sala de estar de los Martin.

— ¡Tengo miedo y ustedes no dejan de alejarse! —respondió el chico, haciendo otro intento para acercarse más hacia ellos.

— Ah, maldita sea, ¡vas a arruinarme el brazo, idiota!

— Pero tú elegiste la película...

El comentario de Jonas fue solo una acotación entre los empujones y los gritos. Hizo un último esfuerzo para que Emerson no terminará lanzando todo su peso sobre el brazo lastimado de Dom, pero terminó perdiendo su punto de apoyo cuando el basquetbolista se giró en un intento de dejar estar presionado contra el reposabrazos, lo que provocó que Jonas terminara apoyado contra el pecho de su amigo.

Fue como si le bajaran el volumen al mundo por un momento. Tal vez solo fue uno de esos momentos en los que todos guardan silencio y tuvieron la suerte de que la película mostrara una escena sin sonido. Sí, podía ser eso, o tal vez el sonido de su corazón latiendo en sus oídos era tan abrumador que no fue capaz de escuchar nada más.

— ¿Quieren que los deje a solas?

El comentario de Emer le dejó en claro a Jonas que no se había quedado sordo de repente, había un tono travieso en aquella voz, no podía considerarse malicioso, al menos eso pensó Jonas al momento en el que se incorporó para quedar sentado una vez más.

— ¡Pedazo de...!

— ¡Dominic Martin!

El comentario del chico se vio interrumpido de tajo por la voz de su madre, un segundo después, la mujer emergió de la cocina con una expresión en el rostro tal que bastó para hacerlos callar a los tres.

— ¿Es así cómo te he educado? ¿Qué se supone que van a pensar tus amigos? ¿Quién te dijo que puedes tratar así a una visita? —no la habían hecho salir de la cocina solo para dedicarle una mala mirada a su hijo, eso quedaba claro.

— Él empezó... —comentó Dom con una vocecita que dejaba en claro que no quería hacerla enojar, pero eso no implicaba que iba a recibir un regaño que, él pensaba, no se merecía—. Estaba molestando a Joni, lo estaba empujando, ¿lo dejo hacerlo solo porque es la visita?

— Eso no es excusa para las malas palabras —insistió la señora Martin.

— No entiende otra manera, —insistió él, mirando en otra dirección, como si no le resultara posible el seguir intentando sacar adelante la discusión si miraba a su madre a la cara—. Ni siquiera le hace caso a su madre, miralo, está aquí sin pedir permiso...

— ¡Oye!

La queja de Emerson sonó más alta de lo que pretendía, se puso de pie de un salto e hizo ademán de levantar el brazo para darle un golpe a su mejor amigo por lo que había soltado sin consideración. Pero se detuvo cuando Dom se acomodo en el sillón, dejando su brazo lastimado a la vista. Jonas no entendía del todo lo que estaba pasando. Pero la señora Martin no pareció tomarlo muy bien, Miró a Emer con los labios apretados antes de darse la vuelta con determinación y marchar a la cocina.

— No, no, señora... —Emer los miró solo una vez antes de salir detrás de ella,

Se veía angustiado y eso, inevitablemente, preocupaba a Jonas.

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