13: El futuro

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Dom




Antes de detener sus pasos, Dom se encontró caminando de nuevo detrás del escenario para ir hasta el camerino de Jonas. Con su número, el festival estaba por terminar, y aunque no era el único ahí, no dudó en entrar. Sus ojos brillaron al ver a Jonas, aceptando una toalla que Jara le pasaba en ese momento.

—No le digas a omma que te dije, pero tiene todo para ir por tu comida favorita —dice la chica con una sonrisa, que se congela y se esfuma al ver aparecer al basquetbolista.

—Joni —no podía dejar de sonreír, y en esa ocasión ni siquiera se percató demasiado de la forma en que Jara lo miraba. Dom se acercó—. Lo hiciste increíble, estuviste asombroso, no sé ni cómo describirlo —y lo abrazó sin el menor miramiento, estrechándolo con fuerza contra su cuerpo.

Jonas era delgado, por momentos parecía pequeño, pero incluso con dos años de diferencia, era un poco más alto que Dom. Pudo sentir un latido desbocado, aunque no supo si era el suyo por la emoción, o el de Jonas por lo repentino del gesto. Al bailarín, por su parte, le tomó un momento el mover sus brazos para corresponder suavemente el abrazo. Se interrumpieron solo por Jara aclarándose la garganta de manera sonora y se separaron sin verse.

—Lo siento.

—No, no te preocupes.

Ambos hablaron al mismo tiempo, pero eso solo les hizo soltar una risita antes de que Jara, quien se había acercado a la puerta, la cerrara de golpe.

—¿Qué les parece si continúan su conversación en otro lado?

La idea los dejó perplejos y ligeramente sonrojados a ambos. Jara bufó y rodó los ojos.

—Jonas, lo hiciste increíble. Tanto, que ahora eres popular, ¿quieres quedarte a tomarte fotos con toda la gente que está del otro lado de la puerta?

Jonas palideció y tragó saliva.

—Eso pensé, hermanito. Así que, Martin, llévalo hacia los vestuarios de los chicos y sácalo por el campo de fútbol, ¿de acuerdo? —Jara le sonrió de lado a su hermano—. Estarás bien, te veré en casa. Estoy orgullosa de ti.

Era la primera vez que Dom veía a la chica con una actitud menos a la defensiva, lo cual hubiera sido algo de lo cual hablar, de no ser porque prefería ayudar a Jonas a escapar de la zona antes de que la gente intentara tragárselo. Quizás pasaría después en el salón de clases o los pasillos, pero sabía que no era algo con lo que Jonas pudiera lidiar sin más, sobre todo después de su gran presentación.

Esperó a que Jonas tomara su mochila para cambiarse después y salieron apresurados para evitar a la gente. No fue tan complicado, ambos sabían hacerse camino con atajos entre los salones de las actividades extracurriculares. Jonas se cambió una vez que estuvieron en los vestidores y, una vez listo, salieron para esconderse bajo las gradas del capo de fútbol americano. Se sentaron sobre el asfalto, iluminados por las lámparas que filtraban su luz entre los peldaños.

—Mi madre no va a dejar de hablar de esto, me disculpo en adelantado por eso —Dom tampoco había dejado de decir lo maravillado y sorprendido que estuvo por la presentación, era eso o detenerse a ver el rostro todavía ligeramente maquillado de Jonas.

—Oh, por favor no. Me gusta ir por esas tortillas pequeñas con frijoles y carne.

Sopes —le recordó, con una sonrisa en el rostro.

Sopes. Siempre lo olvido, lo siento —Jonas parecía apenado, pero se veía... feliz.

Dom sacudió la mano y lo miró. Sí, se veía feliz. Un poco contenido, como si no supiera dejar salir su alegría por haber hecho algo como presentarse exitosamente frente a toda la escuela. Le gustaba verlo así, lo cierto era que extrañaba verlo sonreír, pero apenas lo notaba en ese momento.

—Dom —lo llamó y él alzó ambas cejas—, ¿te puedo confesar algo?

El corazón de Dom dio un vuelco de repente, no estaba seguro de por qué, solo sintió la fuerza del latido y como si, por medio segundo, hubiera olvidado cómo respirar. Jonas se tiró hacia atrás, recargándose en su bolso para ver el cielo entre las gradas.

—A veces lo he pensado y... de verdad me gustaría estudiar danza. Ir a Julliard —se mordió el labio, un poco nervioso, luego soltó una risilla—. Pero tal vez es una idea loca, ¿no?

Dom se recostó a su lado, usando sus brazos como almohada.

—No lo creo.

Ambos permanecieron viendo hacia arriba por un momento.

—Tal vez no soy tan bueno.

—¿Qué dices? —Dom se giró sobre el costado en cuanto escuchó a Jonas, aunque no era extraño ver cómo dudaba de sí mismo una y otra vez—. Podrías obtener una beca en cualquier sitio al que quisieras ir, te apuesto lo que quieras.

La luz y la sombra perfilaban la naricita ligeramente respingada de Jonas, quien seguía quieto viendo hacia arriba, con las manos entrelazadas sobre su vientre.

—Es fácil para ti decirlo, ya eres la estrella del equipo de baloncesto —Jonas intentó animarlo, pero Dom solo suspiró y bajó la mirada al suelo, donde unas hebras de pasto se abrían paso por una grieta.

—No es como que quiera dedicarme a eso, Joni. De hecho... te envidio un poco —confesó en voz baja—. Tu mamá y tu hermana sin duda alguna te apoyarían si quisieras estudiar Danza. Mis papás quieren que estudie algo como Administración o Gastronomía.

Jonas giró el rostro hacia él, Dom escuchó el movimiento sobre la tela del bolso de su amigo y alzó la vista, sonriéndole de lado para que no se preocupara tanto.

—¿Quieres estudiar Música, Dom?

Asintió, luego suspiró de nuevo mientras pasaba las manos por su rostro.

—Jara debió ponerte en el programa del festival también.

—Oh, Joni. Me hubiera muerto de vergüenza. Apuesto a que no dejarían de llamarme Troy Bolton o algo así —ambos rieron en fuertes carcajadas que se apagaron poco a poco.

—¿Empezaste con las solicitudes de entrada ya, Dom?

—No —frunció el ceño—. No quise hacer ninguna solicitud antes, suficiente tengo sabiendo que debo hacer todo eso pronto... Y sigo sin saber a dónde quiero entrar. Lo mejor es que me quede cerca, incluso con una beca es muy caro para mis padres... Pero tampoco les he dicho que quiero estudiar Música, creen que es solo un pasatiempo y... ¡Argh! —gruñó entre dientes y masculló algo que Jonas apenas entendió, pero supuso que era español.

Jonas giró también sobre su costado para quedar de frente y extendió el brazo izquierdo hasta tocar levemente el brazo de Dom.

—¿Por qué no vienes conmigo a Nueva York en vacaciones? Iremos con mi madre y puedes ver las universidades. Podemos ver Juilliard juntos.

Dom sintió un golpe de culpa. Era el día de brillar de Jonas, pero estaba quejándose sobre su futuro. Tenía que decidir pronto qué haría con su vida, o cómo lo haría. Y Jonas lo estaba intentando animar. Sintió muchas ganas de acercarse a abrazarlo, pero hizo puños sus manos y se quedó quieto.

—No lo sé, Joni. Nueva York es... —Un sueño. Un lugar perfecto para las artes. Se moriría de ganas por ir ahí, estudiar música, trabajar en un estudio.

—Vamos. Omma seguro amará la idea, puedo hablar con tu mamá... Creo.

—¿Hablarías con mi mamá para que me deje ir contigo? —Dom se levantó sorprendido, a lo que Jonas se cubrió el rostro.

—Podría intentarlo, tal vez la convenza.

Dom permaneció viéndolo por un momento hasta que Jonas descubrió su rostro poco a poco y pudo ver uno de sus ojos oscuros.

—Está bien. Vayamos a ver las universidades.

AfterglowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora