Jonas
Una parte de él estaba convencido de que no debería emocionarse con aquello, incluso cuando las intenciones del otro chico eran buenas, porque Jonas estaba convencido de que Dom actuaba de buena fe, pero estaban en extremos opuestos de la cadena alimenticia, eran dos personas completamente diferentes, al menos a ojos de todos los demás, porque ambos eran más bien callados y parecía que no les gustaba meterse en problemas, aunque eso no parecía importar, porque Dom era un deportista, todos conocían su nombre, las personas querían estar cerca de él, caerle bien, el chico seguía rodeado del resto de las personas populares, los ricos y poderosos, los bellos y encantadores, provocando que las personas normales, los comunes, no pudieran acercarse a él, no más que ocasionalmente.
Entonces, ¿qué esperanza había para su amistad?
Jonas se preguntó de camino al el salón de música. Encontrase en ese lugar había pasado de ser algo discreto a convertirse en la comidilla de la escuela, porque Jonas no solo no pertenecía a ninguno de los círculos sociales en los que solía desenvolverse la vida de Dom, sino que era menor, un alumno de primer año, ni más ni menos. No se podía decir que el mayor lo estuviera apadrinando, él no tenía intereses en los deportes, al menos no de la forma tradicional, tampoco era miembro de una familia importante y la verdad era que su hermana gemela era mucho más memorable.
Y la mejor parte era esta: Jonas no se había percatado del revuelo ocasionado por su nueva amistad, simplemente porque le resultaba mucho más sencillo el abstraerse, vivía en su mundo, con los audífonos puestos, ya fuera que los tuviera conectados al discman o no, prefería no prestar atención los chismes de los pasillos y ni siquiera se imaginaba que fuera el tema de conversación que se discutía en murmullos durante las clases. Lo que le preocupaba era el día en que Dom, o las personas que solían orbitar a su alrededor, decidieran que las cosas entre ellos no podían seguir. Eso era lo que ocupaba sus pensamientos mientras abría la puerta del salón. Cuando llegó lo encontró vacío, una pequeña punzada de desilusión apareció en su pecho, una que se esforzó por ignorar, no pasa nada.
— Solo se le ha hecho un poco tarde...
Dijo en voz alta. No quiso sonar fatalista, pero lo era, un poco al menos, le costaba mucho el tomar las cosas con calma y no sabía manejar los cambios, el ejemplo perfecto era la primera vez que habló con Dom. Se acomodó en el lugar de siempre, con la espalda pegada a una de las paredes, se las arregló para no ponerse a contar los segundos y se reprendió un poco porque había dejado el dinero para su almuerzo en el salón, convencido de que no lo iba a necesitar. Presionó las manos sobre sus audífonos, en un intento de amortiguar todo el sonido tan bien como le fuera posible, asilándose por completo. Sí, podría ser que estuviera pensando desde ya en que, tal vez, la amistad entre él y el deportista no iba a funcionar, pero se había acostumbrado a su presencia, le gustaba estar con él y, justo en ese momento, en el que parecía que las cosas se habían ido por la borda, Jonas se percató de que no estaba seguro de qué haría si de pronto dejan de hablarse.
Miró en dirección a la puerta, sus ojos estaban fijos en aquella zona en la que podría ver los pies del chico cuando entrara. Mirar y esperar, eso era lo único que podía hacer. Y entonces, tal como había estado deseando, la puerta se abrió, por el umbral aparecieron un par de zapatos deportivos. Su corazón dio un vuelco, se sintió aliviado, pero no le duró mucho en realidad, porque un segundo par de pies cruzó la puerta. Jonas frunció el ceño, Dom nunca había llevado a alguien más con él, no tenía mucho sentido que comenzara a hacerlo en ese momento. Levantó la vista y la expresión de desconcierto se acentuó en su rostro. Dos chicos, a los que recordaba vagamente por estar en alguno de los clubes deportivos de la escuela, lo miraban con una sonrisilla burlona en el rostro.
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Afterglow
RomanceJonas Lee no esperaba nada cuando comenzó su primer año de preparatoria. Era un Don Nadie y esperaba que las cosas continuaran de esa manera. Entonces conoció a Dominic Martin, estudiante de último año, miembro dorado del equipo de básquetbol. Nada...