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Prólogo.

Desde muy niño había considerado la fuerza como algo primordial, pues por lo general llegaba a presenciarlo tanto en humanos como las demás especies. Aún siendo muy joven había llegado a comprender el ciclo de la vida, dónde los más tenaces y acérrimos permanecían en la cuspide de la pirámide.

Era una época muy cruel para quienes eran de escasos recursos y no poseían sangre real, pues aquellos que tenían un estilo de vida acomodado transmitían respeto y elegancia, viviendo en hermosos hogares y vistiendo aquellos colores que se les tenían prohibido a los nobles. Vivían de la buena vida sin preocupaciones, al menos no por las necesidades básicas, mientras que la clase obrera sobrevivía por los cultivos, siendo algo sumamente complicado en épocas de sequía. Si bien nunca se quejaron de sus obligaciones y su posición, todo cambio con la llegada de la magia oscura.

Algún día misteriosamente comenzaron a aparecer personas de colores anormales y poderes impresionantes, formando así un nuevo estatus en la pirámide. La mayoría eran aceptados para trabajar en los palacios como guardias reales, aprovechando de ésta forma sus fuerzas y habilidades sobrenaturales para tener ventaja contra las tropas enemigas. Tenían el poder para conseguirse una vida lejos de las aldeas y vivir lo que en esa época se consideraba " buena vida ". Las aldeas nunca llegaron a prestarle atención a su presencia, hasta que comenzaron a atacarlos.

Aquellos que poseían poderes eran en su mayoría seres malignos que se aprovechaban de las clases bajas, atacando sus puestos y burlándose de los débiles. No tenían objetivos personales ni excepciones, su vida se resumía en la avaricia y el narcisismo.

Manipulens había perdido el sentido de lo que era bueno y malo para ese entonces, solo entendía que sea como sea, debía estar por encima de los demás, casi parecía una obligación en ese momento, pues gracias a esas personas llegó a comprender que sin la fuerza suficiente para derrotar a quien desee, solo era un don nadie que sería pisado por los crueles caminos de la vida.

Poco después de una batalla perdida en frente de su hogar contra dos de aquellos seres se le otorgó el Golpe de Estrellas, y con ello comenzó su vida como un integrante más de ellos.

Pasaron los años y se había convertido en un hechicero poderoso gracias al Golpe de Estrellas, adaptando de ésta forma una apariencia elegante y sobrenatural. Vivía una vida increíble, permanecía en la cúspide de la pirámide y nadie podía contradecirlo sin irse lastimado. Así debían de ser las cosas.

Podía llamar a ésto la felicidad, pero la verdad él nunca experimentó dicho sentimiento y por lo tanto, no comprendía su significado ni su profundidad. Lo consideraba semejante a sentirse bien, y se sentía así, por lo que no le daba vueltas al asunto.

Aunque consideraba su poder perfecto, después de una década notó que se había vuelto más propenso a enfermedades, siendo causa de su cuerpo dañado por el exceso de poder en su cuerpo, tornándose mas artificial de lo que debería. También había notado que quienes poseían poderes a las década o a la segunda tendían a fallecer por las enfermedades que los consumían.

Aún teniendo la probabilidad de morir si no abandonaba las artes oscuras cuánto antes, no se arrepintió, porque incluso si eso perjudicaba su salud, debía ser el más fuerte.

• • •

Una vez recobró la consciencia se dedicó a parpadear pausadamente, comenzando a tener el control de sí mismo. Sentía su cuerpo débil, su garganta estaba seca, y su mente en blanco.

Malditos Dones || Kicknipulens Donde viven las historias. Descúbrelo ahora