二十七

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Capitulo 27: Gestos.

A Manipulens jamás se le complicó pedir algo, principalmente porque él nunca sintió la amable necesidad de pedir, solo tomaba lo que quería sin explicaciones ni peticiones previas, se apropiaba de algo incluso si no lo necesitaba solo por capricho o por dejar en claro su posición. Las cosas funcionaban a su manera y no se veía envuelto en complicaciones secundarias por su toma de decisiones; sin embargo eso era época pasada, aquel que alguna vez mantuvo un corazón gelido y insensible para vivir por su cuenta tenía la mente hecha un desastre.

El día que pidió como retribución besar al maestro no se vió en la necesidad de pensar si el sentir era mutuo, en el momento en que sus labios se rosaron solo quiso que se dejaran llevar. Pero actualmente era diferente, reconocía que podía besar a Patada cuando se le viniera en gana, pero saber que esas emociones viajaban mas allá de una atracción física le resultaba paralizante por una razón que desconocía.

Aún recordaba a gran detalle cada palabra dicha esa noche, principalmente el hecho de que Patada deseaba compartir una vida con él, pero ¿quién soportaría lidiar la vida entera con una actitud como la suya?

Cada vez que el maestro llegaba a tener acercamientos a su persona sentía el corazón palpitar velozmente, incluso en las acciones mínimas o involuntarias; nunca sabía expresar sus emociones y deseos referentes a su invisible relación, (si es que se le podía llamar de esa forma) a la hora en que el maestro esperaba mención de su indirecta confesión en su mente no existía lexico coherente ni respuesta ingeniosa para afirmar o negar sus sentimientos.

¿Porqué era así? ¿A éste paso a dónde llegarían a parar los sentimientos del otro por su pánico mental? ¿Acaso el maestro perdería interés ante su poca experiencia en las relaciones? Pese a que consideraba que debía tomar las cosas con seriedad no alcanzaba a desbloquear o estabilizar sus pensamientos.

Por lo general el maestro siempre era claro con sus intenciones por medio del afecto físico, diariamente alimentaba y reafirmaba su confesión con algún íntimo abrazo, un beso en las mejillas por las mañanas, o tomaba su mano cuando estaban en silencio. Aunque eran gestos pequeños, Patada si sabía expresar las cosas; no obstante no había vuelto a besarlo desde esa noche, talvez era una forma de respetarlo, de aclarar silenciosamente que él se había encargado de los demás gestos y que pese a que dejó en claro que podía besarlo cuando quiera, el maestro quería que ese paso lo diera él como símbolo de corresponderse mutuamente.

Pero él apenas podía corresponder silenciosamente esos gestos, no era capaz de iniciarlos naturalmente sin quedarse quieto y nervioso. Talvez si se diera la situación de una forma más erótica y no tan sentimental lograría actuar sin tantas dificultades, pero no sabía que tal transcurrirían las cosas a éste paso.

Era un idiota, un idiota que jamás le dió importancia y mucho menos se acostumbro a enamorarse y ahora su mente no sabía cómo enfrentar a su interés amoroso.

Mantenía su vista fija en la mesa, casi ni parecía escuchar los comentarios que le hacía su padre con respecto a su negocio. Antes de venir al hogar del anciano el maestro le había recordado la hora de llegada y musitar el clásico " si no regresas saldré a buscarte " para ese momento había dejado en claro que regresaría a la hora acordada, no tendría problemas para ello.

El padre notando el desgano y lo desorientado que se veía su hijo no dudó en indagar la situación.

— Hijo. – Llamo hacia el de orbes escarlata, el cual al momento quitó la mirada de la mesa para observar a su padre. – ¿Que te sucede? Luces desanimado, ¿Qué mantiene tu mente tan estresada? – Preguntó con preocupación en su tono de voz. Aquella actitud tan poco segura y dubitativa era inusual en su hijo.

Malditos Dones || Kicknipulens Donde viven las historias. Descúbrelo ahora