Capítulo 23: Cólera.
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El bosque estaba impregnado por una fuerte tensión que se deslizaba sigilosamente por el área de combate. La luna permanecía blanquecina y centelleante desde el cielo, asegurándose de brindar iluminación suficiente a la incipiente lucha a la que se enfrentaría el hombre de tez lila.
No estaba seguro de cuán lejos había perseguido al invasor, solo comprendía que ambos yacían lejos tanto de la aldea como del hogar del maestro. Por mucho que el maleante haya buscado perderlo de vista se aseguró de seguirle el ritmo hasta llegar a lo que parecía ser una zona de espesa vegetación.
— Voy a repetirlo una última vez, entrégame el pergamino y tendrás la dicha de regresar sobre ambos pies a la secta. – Advirtió sin titubeo apuntando al hechicero. Jamás hubiera imaginado verse en esa situación ese día.
Aquella noche se había quedado en su habitación pensando en sobre qué le explicaría al maestro en cuanto regresara al hogar. Si no confesaba la razón de su comportamiento las cosas seguirían igual de tensas entre ambos, pero si explicaba la realidad de su coraje y su estado evasivo se sentiría profundamente avergonzado. Él jamás había tenido que declarar sentimientos hacia una persona, mucho menos a alguien como Patada.
Estaba en problemas, pero esas preocupaciones fueron menores para cuando escuchó estentóreos golpes en la sala del hogar. Cuando salió quedó impactado al notar la presencia de un sujeto de vestimentas oscuras y cabellera castaña, y la tensión corrió por su sangre al comprender que era un integrante de la secta. Había causado destrozos en gran parte del hogar, y no solo eso, cargaba en brazos la caja fuerte que resguardaba el sagrado pergamino.
En el momento en que el invasor cayó en cuenta de su presencia sonrió para soltar una sonora carcajada, también le comentó un par de cosas al verlo, en su mayoría señaló la sorpresa de saber que seguía con vida y expresó lastima por haber descendido gradualmente, no comentó al respecto, y independientemente de si Patada llegaría a la escena, buscó con frenesí recuperar la caja de metal que resguardaba el pergamino. A partir de allí comenzó una persecución entre el maleante y Manipulens por ver cuánto podía soportar la resistencia de ambos.
Justo ahora se hallaban frente a frente en lo que sería la zona de su combate, dado que el maleante no pudo deshacerse del menor solo le quedaba enfrentarlo, y no tenía problema con ello, hasta podía sentir la energía animarlo a derrotar al adulto de melena violácea.
Con sorna el hechicero de cabellera castaña y dientes afilados soltó una carcajada.
— No estás ni cerca de tener probabilidades de vencer a alguien como yo en tu estado actual, Manipulens. – Respondió burlesco moviendo la pequeña caja de metal. – Y si realmente quieres batallar por el pergamino tendrás que usar hasta tu último aliento para vencerme. – Expresó dispuesto a acabar con la vida del otro.
Manipulens sintió una gota de sudor recorrer su sien, y apretó los labios ante la tensión que lo recorría. Agradecía infinitamente que el pergamino no estuviese al alcance de las manos del otro, estar en otro combate por el pergamino lo hacía tener muchos recuerdos, recuerdos que señalaban que si otras fueran las circunstancias, el hechicero ante sus ojos pudo haber abierto el pergamino y haber enviado a ambos a lo que sería una isla futura, llegando a repetir la serie de sucesos que una vez compartieron él y el maestro. Pero eso no sucedería, y menos mal que era así, pues ese maleante no era el tipo de persona con la cual compartiría semejantes escenarios.
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Malditos Dones || Kicknipulens
FanfictionTras decidir terminantemente abandonar las artes oscuras y darle un drástico cambio a su vida Manipulens deberá atravesar una complicada etapa no solo por el ajetreado camino al que debe enfrentarse para ser libre del golpe de estrellas, sino porque...