Capítulo 13: La curandera.
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— ¡Paren ahora mismo ustedes dos! – Exigió con autoridad una voz femenina saliendo del hogar, una que tensó al guardián con tan sólo reconocerla.
Un silencio inundó el campo de batalla. Ambos hombres alzaron la mirada, notando la presencia de una mujer mayor de edad que portaba una vestimenta blanquecina de tonalidades azules. Al momento de su aparición Manipulens comprendió que la anciana y el guardián eran parientes, los rasgos del rostro y la apariencia eran muy similares.
La mujer con la ayuda de un bastón de madera caminó hasta llegar a donde se encontraban los dos contrincantes. Por unos segundos miró al adulto de tez lila con intriga, pero no tardó en regresar su severa mirada al guardián de melena azabache.
— Prometiste que no te exigirías demás en batalla. Quedamos en que si el sujeto es fuerte debes concederle la entrada. – Regañó con molestia dirigiendo una mirada de desaprobación al guardián que aún yacía en el suelo.
El hombre trató de levantarse, pero tras el cansancio de su cuerpo tambaleó, quedando apenas de una rodilla.
— ¡No puedes atender a éste idiota! No comprende la severidad y significado de la sanidad. Seguramente nunca ha luchado por ella y solo vino hasta aquí para tener el camino facilitado. – Replicó exasperado en busca de disuadir a la mayor de edad.
El menor frunció el seño, sintiéndose ofendido ante la apresurada y injusta suposición del guardián, pero a pesar de ello no defendió su criterio, la discusión que se estaba presentando ante sus ojos no era algo que le convenía intervenir, pues sobrentendía que ante sus ojos yacía la mítica curandera que tanto esperó conocer, y que ahora estaba defendiendo su victoria.
— Éste sujeto solo es otro practicante de artes oscuras, ¡Un narcisista que no es merecedor de obtener su sanidad!
— ¡Ya basta! – Interrumpió en un tono de voz alto a la vez que dió un golpe al suelo con su bastón. – El trato es que si eres vencido en batalla debes concederle al visitante entrar sin preámbulos. Tú ya no puedes seguir combatiendo, perdiste. – Pronunció con severidad, y el guardián por mucho que quiso seguir defendiendo sus ideales, comprendió que la decisión de la mujer era un decreto, por lo tanto, debía cumplirse sin objeciones ni excusas, por lo que se limitó a apretar la mandíbula con inconformidad mientras miraba el suelo con frustración.
Manipulens aún permanecía observando la escena en silencio sin estar seguro de qué hacer, esperaba que la mujer se dirigiera a su persona para que finalmente puedan hablar, sin embargo segundos después de finalizar de hablar con el guardián la mujer golpeó con el bastón su brazo.
— ¡Y tú deja de estar mirando y ayuda a mi nieto a pasar a la casa!
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Al momento se adentró en el hogar a compañía de la mujer llevando del hombro a su aparente nieto. Tras haber pedido a otros habitantes de la casa que se llevaran al guardián la curandera sin más preámbulos le hizo un cuestionario completo sobre su poder y su experiencia con él, su historia o sus síntomas de enfermedad.
Mientras hablaban el de tez lila con disimulo analizó el entorno. El hogar estaba inundado de tonos cafés, estaba impregnado de un olor a velas aromáticas y laureles. Le brindaba cierta tranquilidad, aunque casi parecía una selva de la cantidad de plantas que había en cada esquina del lugar. Observó en las paredes del hogar fotografías, bocetos del cuerpo humano y su funcionamiento, y pinturas de personas de apariencia mítica de los que desconocía la historia.
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Malditos Dones || Kicknipulens
Fiksi PenggemarTras decidir terminantemente abandonar las artes oscuras y darle un drástico cambio a su vida Manipulens deberá atravesar una complicada etapa no solo por el ajetreado camino al que debe enfrentarse para ser libre del golpe de estrellas, sino porque...