二十四

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Capítulo 24: Entendimiento.

Desde la sala del gran hogar en el que habitaban ambos protagonistas se escuchaban las quejas que el menor emitía desde su habitación.

El maestro se hallaba frente al adulto de mirada rubí asegurándose de limpiar cada una de las heridas ajenas. Llevaba consigo un recipiente con una solución salina y las vendas necesarias para vendar las heridas después de desinfectarlas.

Aún con las quejas que emitía el otro buscó disipar todas sus dudas y interrogantes.

— ¿Cómo dices que lucía el sujeto? – Preguntó mientras tomaba con cuidado el brazo para posteriormente limpiarlo con un trapo.

— Tenía la vestimenta oscura, como azul marino, también un peinado raro y el cabello castaño. – Definió sin detalles, tratando de no emitir quejas cuando el mayor comenzó a desinfectar su brazo.

— ¿Nunca antes te habías topado con él? – Por mucho que para el otro la pregunta sea innecesaria, para Patada era un detalle importante.

Debía estar al tanto de las personas que interactuaron con el menor durante su vida como hechicero, pues había cierta probabilidad de que después de la batalla que aconteció esa noche esos conocidos hagan acto de presencia en el hogar en cualquier momento.

— Para nada, si lo hubiese conocido alguna vez seguramente lo habría recordado. – Poco después de definir eso último soltó una maldición al aire tras un descuido del maestro en medio de la limpieza.

— Disculpa. – Apenas expresó deteniendose por un minuto. – Aún sigo tenso después de todo lo que sucedió ésta noche. – Murmuró mientras procedía a vendar las heridas del brazo.

Pese a que ya había revisado el estado del pergamino y haber constatado que estaba perfectamente, aún tenía presente una delgada y endeble tensión en su persona, principalmente por imaginar todo lo que pudo haber sucedido esa noche. Fácilmente ésto pudo suceder un día como cualquier otro pero con la leve diferencia de ninguno de los dos pudiera estar en el hogar. Porque pese a que el pergamino yacía resguardado en una caja de metal de la cual para poder abrirla el proceso solo lo conocía él, perder un objeto tan valioso y caótico como lo era el pergamino sería desastroso para situación.

De igual manera comprendía que si el pergamino era robado movería cielo mar y tierra para recuperarlo, pero el nerviosismo y el pánico inicio por creer que el culpable del robo era Manipulens, llegando a verse preso una vez más por el humillante dolor al haber creído que había fallado en su deber una vez más por confiar en Manipulens.

Poco después de revisar todo el hogar buscó en los alrededores del bosque de bambú a ver si conseguía algo que le diera indicios del paradero del menor o el pergamino, pero no consiguió nada, solo tenía presente el silencio enervante de lo que en su momento fué instrumental de la pena y el dolor que sintió.

Para cuándo el menor regreso aclaró que explicaría todo lo sucedido, y el maestro observando el estado que tenía Manipulens entendió que las cosas talvez no fueron como las idealizó, por lo que ya teniendo recuperado el pergamino permitió que este entrase a su hogar y le contara todo sin omitir detalles. Se aseguraron de cerrar todas las aperturas del hogar y quedaron en limpiar la casa al día siguiente, por ahora el maestro estaba asegurándose de escuchar el relato de la sorprendente batalla ajena y limpiar todas sus heridas.

Pese a que sí se mantenía atento a todo lo dicho por el hombre de tez lila, en su mente aún guardaba con gran impacto la imagen del menor al frente suyo, totalmente herido y con una sonrisa regresandole el pergamino. Esa noche indudablemente había sido la más impactante de todas. Y es que aún con toda la confianza que le había tenido a Manipulens, en ningún momento idealizo que éste estaría luchando por recuperar el objeto robado, cumpliendo lo que era su deber diario.

Malditos Dones || Kicknipulens Donde viven las historias. Descúbrelo ahora