Capítulo 22: Desiguales.
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Desde que comenzó el almuerzo su mirada se había mantenido fija en la mesa en la que se encontraba almorzando junto al maestro. Tenía el entrecejo fruncido y su mirada yacía distraída y ensimismada. Desde otra perspectiva parecía que para el de mirada rubí había algo en la mesa del comedor que resultaba inusual o estrafalario, pero no era así.
El hombre de tez lila supuso que a partir de ese día las cosas cambiarían, que su convivencia con el maestro sería más interesante que antes y hasta consideró que podría extraer más de esa platónica y subjetiva amistad. Sin embargo, aquél suceso que en su momento fué un candente festín de lujo al amanecer no parecía haber dejado rastros ni de arrepentimiento ni de deseo en el maestro de mirada ámbar, quien ese día actuó como si no hubieran arremetido contra los labios del otro la noche anterior.
Tampoco esperaba que en cuanto amaneciera Patada lo llenara de preguntas y comentarios referentes al suceso de ayer, pero el atardecer ya estaba culminando y el maestro no parecía querer hacer mención de haberse besado con ferocidad anteriormente, cosa que lo hacía permanecer en su actualidad con una expresión de molestia que a los ojos ajenos podía ser común, pero que no lo era.
Pese a ello, tampoco quiso hablar del tema, más que todo por lo indignado que se sentía al ver que aquél deleite que atravesaron se esfumó en cuanto salió de la escena. Deseaba guardarse sus palabras, pero maldita sea, había una sensación irritante que apresaba su pecho hasta causarle desgano.
Quería saber si Patada sintió disgusto o placer por su indirecta confesión, pues si fué el primero debía considerar mantener distancia con él o incluso perder contacto, pero si fué la segunda entonces podrían compartir nuevas experiencias a compañia del otro.
Patada era demasiado bueno para cualquier persona, lo consideraba digno de él, pero tampoco obligaría al maestro a quererlo por un capricho suyo, talvez antes pudo ser así, pero actualmente no estaba en condiciones de exigir nada, mucho menos con aquél irritante pensamiento que le recordaba que le debía demasiado al maestro.
Algo que recordó no hace mucho fué en como perdió contacto con la secta cuando su poder comenzó a fallar. Él no consultó a la secta cuando notó patrones dolorosos en su magia y tampoco ellos lo buscaron cuando desapareció, talvez lo dieron por muerto, pero nunca se podría predecir el siguiente movimiento de ellos.
El maestro, quien se hallaba hablando anteriormente, al notar el estado ensimismado del otro adulto carraspeó, a lo que el de mirada rubí pestañeo regresando su vista al mayor.
— ¿Sucede algo? No me has hablado desde que comenzamos a comer, y casi no has tocado tu comida, lo cual ya es demasiado innatural. – Mencionó con cierto rasgo de preocupación. – ¿Qué pasa? ¿Te sientes mal o algo así? – Preguntó hacia el otro en tono de voz suave.
Manipulens se mantuvo un rato en silencio, para después responder de un mascullar:
— No me sucede nada, estás inventando cosas. – Acusó engulliendo un bocado de arroz.
— No mientas, estás más distraído que de costumbre y hasta luces deprimido. Solo quiero saber porque estás así, responde con la verdad.
El menor al escuchar las palabras sintió la molestia invadir su sentido común, más que todo por la observación del otro sobre que sus ánimos lucían abatidos. Él no podía lucir deprimido por algo tan tonto como lo era la posibilidad de no ser correspondido, para nada. Pese a ello quiso ir directo al grano, pues quería decidir su futuro junto al maestro de una vez por todas para saber si debía acostumbrarse a su presencia o no.
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Malditos Dones || Kicknipulens
FanficTras decidir terminantemente abandonar las artes oscuras y darle un drástico cambio a su vida Manipulens deberá atravesar una complicada etapa no solo por el ajetreado camino al que debe enfrentarse para ser libre del golpe de estrellas, sino porque...