Malditos Dones || Kicknipulens

二十八

Capitulo 28: La pena.

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Ambos se hallaban caminando silenciosamente, desde que salieron de la aldea ninguno tuvo el atrevimiento de mencionar el tema, ni siquiera sabían si lo hablarían al llegar al hogar. No estaban enojados, pero el conflicto les había tomado desprevenido, pues una discusión era lo que menos deseaban compartir en ésta incipiente etapa de enamoramiento mutuo.

El maestro de vez en cuando dirigía la mirada de soslayo al menor, casi buscando un atisbo de complicidad o arrepentimiento en su persona, pero éste no volteaba a mirarlo ni por error, manteniendo su vista en el suelo cabizbajo. No se habían dirigido la palabra desde lo sucedido, y el maestro tenía muchas preguntas, pero temía que Manipulens no quisiera hablar con la verdad y quiera evadir el tema nuevamente. Aunque estaba enfocado en el problema anterior también tenía su mente en otro detalle.

Manipulens caminaba calmadamente, pero de vez en cuando dirigía su mano a algunas zonas con el entrecejo fruncido o se rascaba los vendajes de los brazos, cosa que dejaba en claro que las heridas en la batalla habían sido maltratadas.

— Déjame ver. – Pidió rompiendo el silencio mientras detenía su caminar y tomaba el hombro del otro.

El menor finalmente lo miró alzando una ceja, pero antes de poder preguntar el maestro había dejado al descubierto la zona superior de su vestimenta

— ¡¿Qué haces?! – Exclamó entre el enojo y la vergüenza, pero el maestro ignoró la pregunta mientras inspeccionaba con detalle cada una de las heridas de su torso y brazo.

Efectivamente, los esparadrapos y las vendas se habían desacomodado y algunas heridas que ya habían mejorado se maltrataron por culpa de esa batalla desmedida.

— ¿Porqué te metiste en esa pelea sabiendo que no estabas en la condición de hacerlo? – Preguntó hacia el otro con seriedad mientras reacomodaba la vestimenta.

— ¿Crees que me metí en esa pelea por gusto? ¡Por supuesto que sabía que no debí hacerlo! – Contestó mientras se alejaba del otro con enojo.

Pese a estar enojado, su ira no era contra el maestro, no, Manipulens solo estaba profundamente frustrado, pues a pesar de haber ganado aquella espontánea batalla de todas formas había perdido. Su imagen ante la aldea había quedado mal y otra vez dió la apariencia de un sujeto de paciencia débil y enojo desenfrenado. Maldecía tanto éste suceso, y tener que enfrentar al maestro después de lo sucedido le resultaba un tormento.

Él solo quería hablar de como se sentía, quería arreglar el problema y dejar en claro las cosas de una vez por todas, pero ahora lo había arruinado y no estaba respondiendo de la mejor manera.

— ¿Entonces porqué lo hiciste? ¿Que hicieron esos maleantes que desataron semejante coraje? – Continuó interrogando hacia el otro en busca de una explicación concreta y sin evasiones.

Manipulens entreabrió los labios, iba a responder con la sinceridad, pero en su mente solo daba la imagen de un pobre diablo que no logro contener su ira al ver como lo molestaban, ¡No era un maldito adolescente en el colegio, por dios! Era estúpido explicar que no pudo retener su ira en el enfrentamiento, y la vergüenza provocó que las palabras no salieran de su garganta.

— No es importante. – Apenas logró murmurar.

Ya en éste punto el enojo se había esfumado, solo quedaba la débil verecundia de no tener una explicación concreta de su actuar; de no haber demostrado coherencia en sus actos, y peor, de una vez más haber perdido la confianza del otro