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SAMIRA & ADAM
❤️‍🩹

Adam perspective

Era una tarde maravillosa y calurosa, una de esas que parecían hechas a medida para un día en la playa

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Era una tarde maravillosa y calurosa, una de esas que parecían hechas a medida para un día en la playa. Samira y yo habíamos planeado esta salida durante semanas, deseando disfrutar de un tiempo juntos en familia. Nuestro pequeño tesoro, Nadia, corría emocionada alrededor, mientras Samira y yo nos preparábamos para el día.

El viaje hacia la playa fue animado, con Nadia cantando canciones infantiles y señalando todo lo que veía por la ventana. Aún no podía creer lo rápido que había crecido. Era una niña curiosa y llena de energía, con una risa contagiosa que iluminaba nuestro mundo. Además, Samira y yo estábamos esperando a nuestro segundo hijo, lo que hacía que este día fuera aún más especial.

Llegamos a la playa y la brisa del mar nos recibió con su frescura. El sonido de las olas rompiendo contra la orilla era como música para mis oídos, una melodía que siempre me había tranquilizado. Encontramos un lugar perfecto, no muy lejos del agua, y extendimos nuestra toalla grande sobre la arena.

Samira se sentó y comenzó a sacar cosas de la bolsa: protector solar, gorras, toallas y algunos juguetes de playa para Nadia. Nuestra pequeña corrió hacia la orilla con su cubo y pala, lista para construir castillos de arena. Su entusiasmo era contagioso, y no pude evitar sonreír al verla tan feliz.

Mientras Samira se acomodaba, la miré con admiración. Su embarazo avanzaba y, a pesar del calor, se veía radiante. Su amor y dedicación a nuestra familia eran inigualables.

-¿Cómo te sientes, amor?-le pregunté, acariciando suavemente su vientre.

-Bien, un poco cansada, pero feliz-respondió, devolviéndome una sonrisa.

Nos sentamos juntos en la arena, observando a Nadia mientras trabajaba en su castillo de arena. El sol brillaba intensamente, pero la brisa marina mantenía el calor a raya. Me sentía increíblemente agradecido por estos momentos simples pero perfectos.

Nadia corrió hacia nosotros, su carita iluminada por una sonrisa.

-¡Mira, papá! ¡Mira, mamá! Estoy haciendo un castillo gigante.

-Está quedando maravilloso, cariño-dijo Samira, acariciando el cabello de nuestra hija.

-Me alegra que lo estés disfrutando-le dije, sintiendo una oleada de amor por mi familia.

Samira y yo nos recostamos en la toalla, disfrutando de la tranquilidad del momento. Ella apoyó su cabeza en mi hombro, y juntos contemplamos el horizonte. La vida había cambiado mucho desde que nos casamos, y aunque habíamos enfrentado desafíos, cada día con Samira y Nadia era un regalo.

-No puedo creer lo afortunados que somos-murmuró Samira.

-Lo sé. Tenemos una vida maravillosa, y no puedo esperar para conocer a nuestro nuevo bebé-dije, acariciando su vientre nuevamente.

Samira sonrió y se quedó en silencio, disfrutando del momento. Nadia volvió a sus juegos de arena, concentrada en su castillo. Nos quedamos así, juntos, sin necesidad de palabras, simplemente disfrutando de la compañía mutua y del amor que compartíamos.

El tiempo parecía detenerse mientras la tarde avanzaba. El sol comenzó a descender, tiñendo el cielo de tonos cálidos de naranja y rosa. Nadia, exhausta por toda la diversión, se acercó y se acurrucó entre nosotros, su respiración suave y tranquila.

-Gracias por este día-dijo Samira, susurrando en mi oído.

-No tienes que agradecerme. Este es nuestro paraíso, y me alegra que estemos aquí juntos-respondí, besándola suavemente en la frente.

Mientras el sol se ponía y el cielo se oscurecía lentamente, me sentí abrumado por una profunda sensación de gratitud. Miré a Samira, quien estaba medio dormida junto a mí, y luego a Nadia, acurrucada entre nosotros. La familia que habíamos creado, el amor que compartíamos y el futuro que nos esperaba, todo era más de lo que jamás había soñado.

Cerré los ojos, escuchando el suave murmullo de las olas y el ritmo tranquilo de la respiración de mi esposa y mi hija. En ese momento, supe que, sin importar lo que el futuro nos deparara, siempre estaríamos juntos, enfrentando cualquier desafío y celebrando cada bendición.

La playa, con su belleza y serenidad, se había convertido en un símbolo de nuestra vida juntos: un lugar de paz, amor y felicidad. Mientras la noche caía, supe que habíamos creado algo realmente especial, algo que ningún desafío podría deshacer. Y así, abrazados en la calidez de nuestro amor, nos quedamos dormidos bajo el manto estrellado del cielo, listos para enfrentar un nuevo día, un nuevo capítulo en nuestra increíble historia juntos.

Fin.

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Me vais a matar por que llevo sin subir capítulo muuuucho tiempo pero bueno, este es el final, un poco cutre pero quiero hacer otra historia...

LATIDOS SINCRÓNIZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora