Un Encuentro Inesperado

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Ya habían pasado semanas desde el cumpleaños de los niños y desde el día de jardinería, y Charlus Potter decidió que era momento de ir al Callejón Diagon a comprar algunas cosas que necesitaban. Era un día soleado, perfecto para una salida, y los niños estaban emocionados por la idea de visitar la bulliciosa calle mágica.

—Vamos, mis pequeños. Tenemos muchas cosas que comprar hoy —dijo Charlus, mientras se aseguraba de que todos tuvieran sus capas y sombreros.

James, Remus y Sirius saltaron de alegría, ansiosos por explorar el Callejón Diagon. Charlus los llevó a través de la red flu, y pronto se encontraron en el bullicio del famoso callejón, rodeados de tiendas y magos ocupados con sus compras.

—Primero, vamos a la tienda de pociones. Necesitamos algunos ingredientes para nuestras pociones —dijo Charlus, tomando la mano de Sirius mientras James y Remus se mantenían cerca.

Entraron en la tienda de pociones, donde Charlus seleccionó cuidadosamente los ingredientes que necesitaban. Los niños observaban con fascinación, encantados por los extraños frascos y polvos en exhibición. Una vez que hubieron terminado, salieron de la tienda y continuaron su paseo por el callejón.

—¡Miren, una tienda de escobas! —exclamó James, señalando una tienda con escobas de todos los tamaños y formas en el escaparate.

—Tal vez más adelante podamos ver algunas —dijo Charlus con una sonrisa—. Pero primero, vamos a la librería a comprar algunos libros nuevos.

En Flourish y Blotts, Charlus seleccionó algunos libros de cuentos para los niños, así como algunos tomos de hechizos y pociones para sí mismo. Los niños hojeaban los libros con entusiasmo, eligiendo sus favoritos.

Después de la librería, Charlus decidió que era hora de un pequeño descanso. Entraron en una pastelería cercana, donde el aire estaba impregnado del dulce aroma de pasteles y dulces recién horneados.

—Pueden elegir cualquier dulce que les guste —dijo Charlus, sonriendo mientras los niños corrían hacia el mostrador para ver la amplia selección de golosinas.

James eligió una tarta de chocolate, Remus optó por un pastel de calabaza y Sirius se decidió por un pastelito de limón. Charlus observaba a sus hijos con ternura, disfrutando de su felicidad.

Sin embargo, al girarse para hacer el pago, Charlus notó una figura familiar en la esquina de la tienda. Lord Orion Black, el patriarca de la familia Black y padre biológico de Sirius, estaba observándolos con una expresión indescifrable. Charlus sintió una punzada de incomodidad al darse cuenta de que Orion había estado mirándolos todo el tiempo.

Orion se acercó lentamente, y Charlus mantuvo la compostura, aunque su corazón latía con fuerza. Los niños no parecían notar la presencia de Orion, demasiado ocupados con sus dulces.

—Charlus —dijo Orion, su voz baja y controlada—. Es bueno verte después de tanto tiempo.

—Lord Black —respondió Charlus con un tono cortés, pero distante—. ¿Qué lo trae por aquí?

Orion miró a los niños, sus ojos oscuros suavizándose por un momento al ver a Sirius.

—Negocios, como siempre. Veo que los niños están bien.

Charlus asintió, su incomodidad aumentando. Sabía que Orion siempre había tenido un afecto especial por Sirius, a pesar de la frialdad de Walburga.

—Están bien, gracias —dijo Charlus, tratando de mantener la conversación breve.

Orion no parecía tener prisa en irse. Observó a los niños por un momento más antes de volver su atención a Charlus.

—Sirius parece feliz —comentó Orion, sus ojos aún fijos en su hijo.

—Lo es. Todos lo somos —respondió Charlus, con un tono que esperaba indicara que la conversación estaba llegando a su fin.

—Me alegra escuchar eso —dijo Orion finalmente—. Bueno, no quiero interrumpir su día más de lo necesario. Fue bueno verte, Charlus.

—Igualmente, Lord Black —respondió Charlus, sintiéndose aliviado cuando Orion se dio la vuelta y salió de la tienda.

Los niños, ajenos a la tensión entre los adultos, terminaron sus dulces con entusiasmo. Charlus pagó por los pasteles y los llevó de vuelta al bullicio del callejón, tratando de sacudirse la incomodidad del encuentro.

—Vamos a ver las escobas ahora, ¿sí? —dijo Charlus, intentando recuperar el ánimo.

Los niños asintieron emocionados, y juntos se dirigieron a la tienda de escobas. Mientras los niños admiraban las escobas en exhibición, Charlus reflexionó sobre el encuentro con Orion. Sabía que el patriarca de los Black tenía un interés genuino en el bienestar de Sirius, pero la relación complicada con Walburga siempre había sido un obstáculo.

Charlus decidió que no permitiría que el encuentro arruinara su día. Estaba decidido a hacer de esta salida una experiencia memorable para sus hijos. Después de la tienda de escobas, los llevó a la tienda de artículos de broma de Zonko, donde los niños se rieron y maravillaron con los trucos y bromas mágicas.

Finalmente, cargados de bolsas y con los corazones llenos de alegría, Charlus y los niños se dirigieron de regreso a casa. Fue un día lleno de nuevas experiencias y, a pesar del incómodo encuentro, Charlus estaba contento de haber pasado el tiempo de calidad con sus hijos.

—¿Podemos volver al Callejón Diagon pronto, papi? —preguntó Remus mientras se acurrucaba en el sofá, cansado pero feliz.

—Claro que sí, Remus. Podemos volver cuando quieran —respondió Charlus, besando la frente de su hijo.

Los niños se quedaron dormidos pronto, exhaustos por la emoción del día. Charlus se sentó en su silla favorita, reflexionando sobre el día. Sabía que criar a estos niños no siempre sería fácil, pero estaba dispuesto a enfrentar cualquier desafío por ellos. Eran su familia, su razón de ser, y haría todo lo posible para asegurarse de que tuvieran una vida llena de amor y aventuras.

Con ese pensamiento, Charlus apagó las luces y se dirigió a su habitación, listo para lo que el nuevo día pudiera traer.



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★彡[ʟᴏꜱ ᴄᴀᴄʜᴏʀʀᴏꜱ ᴅᴇ ᴄʜᴀʀʟᴜꜱ]彡★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora