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— ¡Sólo dame la pastilla, perra histérica! ¡y yo no secuestré a nadie! — le quité la cajita de las píldoras y me lancé el dinero listo para salir corriendo del lugar pero esta pulsó la alarma de emergencia, llamando la atención de todos aquel que pasaba con su auto a poner combustible y de inmediato llegó la policía.

— ¡Es él! ¡Él es Tom Kaulitz!

— ¡Cállate! — le grité.

— Señor Kaulitz. — empezó el policía acercándose a mí a medida que yo retrocedía lentamente. Buscaba una escapatoria con la mirada pero fue imposible, invadieron mi auto y me dieron un golpe en las rodillas para que caiga al suelo, adolorido. — ¿Dónde está el niño, eh? ¿dónde lo tiene?

No respondí.

— Si de algo le sirve, oficial. Tom Kaulitz compró una pastilla del día después, ya usted se imaginará el resto.

— Sí... — comenta ese tal Julián. — Ahora, ¿dónde está nuestra recompensa, eh? — el oficial los mira con altanería y sonríe sacando su arma de aquel estuche. — No hay ninguna recompensa par de estúpidos, ¡largo!

"Mierda, para eso no lo entregabamos" - les oí decir a lo lejos.

— Anda, habla o te irá mal. — tragué saliva mientras mis ojos comenzaban a nublarse sin querer.

— Es que yo no me lo llevé a la fuerza, joder. Solo hicimos un viaje de pareja, los dos y ya, ¿de dónde sacan eso? — me dieron otro golpe pero en el brazo. Apreté los ojos y los dientes también, dolía como los mil demonios ese palo.

No soportaba.

— No le pegues. — dice uno de sus compañeros acercándose a mí con un par de esposas. — Tenemos que llevarlo. — ayudó a ponerme de pie para llevarme hasta la patrulla mientras otros dos se subían a mi auto. Así me embarcaron de vuelta a Leipzig y no a casa, si no a la comisaría. Iban haciendo llamadas a todos diciendo que ya me habían encontrado pero que el niño aún seguía desaparecido y quizás sufriendo.

Al llegar me metieron en un cuarto de interrogatorio, no hablé hasta que llegó mi padre que haría el papel de mi abogado. Pidió dejarnos a solas y me miraba confundido, quizás decepcionado...

— Estoy enojado porque la foto de mi hijo está en todas partes con un título de secuestrador.

Agaché la cabeza con vergüenza.

— Ahora, Tom. La verdad.

— Te conté mis planes, joder, ¿en serio crees que lo llevaría a la fuerza?

— No, pero eso es lo que dice su mamá: Karina. Fue ella quien te denunció a ti y al señor Trümper, la única diferencia es que le van a quitar la paternidad junto con la custodia hasta que cumpla dieciocho.

— Esa señora no quiere a Bill, ¡le abandonó hace mucho tiempo! estoy seguro que sus intenciones de tener a Bill con ella no son nada buenas.

— Cuando se solucione esto investigaré.

— Cuando se solucione esto, papá, habrá sido muy tarde.

— A ver, Tom. Estaba hablando con él señor Trümper y me dijo que para cuando volvió a casa Bill ya no estaba, le conté aquel fin de semana que tenías planeado para los dos y él cree en tí, solo tienes que decir dónde está Bill, por favor. Su testimonio servirá de mucho para tu salida.

— Dudo que le dejen hablar conmigo. — susurré. — Me encontraron porque fui a comprar una pastilla de emergencia y van a pensar que le hice cosas sin su consentimiento.

— Ay, Dios.

— No le obligué a nada. — repetí.

•.¸♡ 𝑵𝒊𝒏̃𝒐 𝑩𝒐𝒏𝒊𝒕𝒐. ♡¸.• "𝟏-𝟐"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora