⚜️ CAPÍTULO 2 ⚜️

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"Cuatro días antes de la Boda..."

Me desperté con el suave sonido de la nieve golpeando la ventana. Era costumbre. El cielo estaba cubierto de nubes grises, y una sensación de calma parecía envolver toda la ciudad.

El día anterior había sido un tanto agotador. No solo físicamente, sino emocionalmente. Cada paso hacia la boda de mi madre con el Rey Alexander me alejaba un poco más de la vida que había conocido. Ahora, la perspectiva de dejarlo todo atrás se cernía sobre mí como una sombra.

Después de vestirme, bajé al comedor, donde mi madre ya se encontraba allí sentada revisando documentos junto a varios consejeros del castillo.

Me recibió con una sonrisa cálida, pero pude ver la tensión y el cansancio en sus ojos. Sabía que la preparación de una boda real era una tarea monumental.

―Buenos días, Elara. ―dijo mi madre, extendiendo su mano para que me sentara a su lado. ―Hoy tenemos mucho que hacer. Pero primero, desayuna.

Mientras comíamos, los consejeros discutían los detalles del protocolo y los últimos arreglos florales. Intenté concentrarme en la conversación, pero mi mente vagaba hacia Hillcrest. No conocía a nadie allí, y la idea de vivir en un lugar desconocido me aterrorizaba.

―Madre. ―dije finalmente, rompiendo el silencio. ―¿Cómo era Hillcrest cuando lo visitaste?

Mi madre levantó la vista de sus documentos, su expresión se suavizó. ―Hillcrest es hermoso, Elara. Es diferente a Greenwood, más cálido y soleado, pero tiene su propio encanto. Las colinas están cubiertas de flores en primavera, y los bosques son verdes y exuberantes.

―¿Y la gente? ―pregunté, deseando saber más.

―La gente de Hillcrest es amable y acogedora, ―respondió mi madre. ―Pero, como en cualquier reino, hay quienes se resisten al cambio. Tendrás que ganarte su confianza.

Asentí, sintiendo un poco de alivio.

Después del desayuno, mi madre me llevó al salón principal, donde un grupo de sirvientes trabajaba en los últimos detalles de la decoración. Flores blancas y plateadas adornaban las mesas, y el aire estaba lleno del dulce aroma de las rosas.

―Vamos a probar los arreglos florales, ―dijo mi madre, señalando una mesa llena de ramos de flores. ― Quiero que el salón esté perfecto para la boda.

Mientras seleccionábamos las flores, sentí una presencia familiar a mi lado. Era Lady Catriona, la confidente de mi madre y una de las pocas personas en las que siempre había confiado.

Recuerdo vívidamente la primera vez que la conocí. Tenía apenas cinco años y me había perdido en los vastos jardines del castillo durante una de esas reuniones diplomáticas a las que solía asistir mi madre. Con el pánico creciendo en mi pequeño corazón, me topé con una mujer alta y elegante, de ojos claros y sonrisa amable. Me tomó de la mano y me llevó de regreso al castillo, contándome historias para calmar mi miedo. Desde entonces, Lady Catriona se había convertido en una figura materna para mí.

Tenía una hija, Arabella, era solo un año mayor que yo. Nos hicimos amigas inseparables desde el momento en que nos conocimos. Pasamos nuestra infancia explorando los jardines, inventando juegos y compartiendo secretos. Arabella siempre había sido mi confidente, la hermana que nunca tuve; con un carácter alegre y una valentía que a menudo envidiaba.

―Elara. ―dijo Lady Catriona en forma de saludo. ―Te ves radiante hoy.

―Gracias, Lady Catriona. ―respondí, devolviéndole la sonrisa. ―Estoy un poco nerviosa.

ᴠɪ́ɴᴄᴜʟᴏꜱ ᴅᴇ ʜᴏɴᴏʀ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora