"¿Otra vez aquí?"
Mientras caminaba hacia mi habitación para finalmente descansar, me encontré con Nathan en un pasillo poco transitado del castillo. Creí que, tras retirarse de la sala, estaría encerrado en su cuarto.
Se estaba haciendo costumbre encontrarmelo en los pasillos.
Estaba apoyado contra la pared, con las manos en los bolsillos y su mirada en el suelo. Parecía sumido en sus pensamientos, totalmente ajeno a mi presencia.
O eso creí.
―Elara. ―dijo con una voz baja pero firme, impidiendo que continuara mi camino.
Me detuve, y el latido de mi corazón se aceleró. La voz de Nathan tenía un tono que no prometía nada bueno.
Me volví hacia él, y vi que se acercaba con pasos decididos. La intensidad en sus ojos no dejaba lugar a dudas sobre lo que estaba a punto de decir. ―No me gustó cómo manejaste la situación en la sala de juntas.
―No veo lo malo en cómo lo hice. ―murmuré, intentando mantener la calma.
Nunca antes lo había observado tan detenidamente. Sabía que era atractivo, pero en ese momento, sus rasgos faciales parecían aún más definidos. Su mandíbula era cuadrada, con una línea recta que enfatizaba la seriedad de su expresión. Los pómulos, altos y bien marcados, añadían un aire de determinación a su rostro. Su nariz, recta con una ligera curva en la punta, se alineaba perfectamente con su perfil. La piel, ligeramente bronceada, contrastaba con el cabello rubio, que caía en mechones desordenados sobre su frente. Sus labios, que no dejaban de moverse mientras hablaba, parecían aún más atractivos de cerca.
―¿Elara? ―dijo Nathan, sacándome de mis pensamientos.
Mis mejillas se ruborizaron al instante, y me obligué a enfocarme nuevamente en la conversación.
―¿Escuchaste lo que te dije? ―dijo alzando una ceja.
―Sí, escuché lo que dijiste ―respondí con una voz que intentaba sonar firme a pesar del nerviosismo que sentía. ―Pero creo que tomé las decisiones correctas en la reunión.
Nathan frunció el ceño, y sus ojos se volvieron aún más penetrantes. ―No se trata solo de tomar decisiones correctas. Se trata de cómo las tomas y cómo te involucras. No me gusta que pongas en riesgo la seguridad del reino por tu necesidad de demostrar algo.
―No estaba poniendo en riesgo nada. Solo estaba tratando de ayudar.
Imbécil.
Nathan se acercó aún más, de modo que estábamos tan cerca que podía sentir su respiración. La proximidad me hizo sentir una mezcla de incomodidad y una atracción inesperada. La luz tenue de las antorchas resaltaba la intensidad de sus ojos, y sus labios, a la altura de los míos, parecían tan tentadores. Cada palabra que decía estaba acompañada por un roce casi imperceptible de su aliento en mi piel.
―Te estoy diciendo que no puedes simplemente intervenir sin considerar las consecuencias. ―dijo en un susurro.
Mi mente estaba en un torbellino, lidiando con la tensión palpable entre nosotros. Mi corazón seguía latiendo rápido, y me sorprendía la forma en que Nathan tenía el poder de afectarme así. Quería retarle, pero no podía ignorar la atracción que sentía.
―¿Y qué quieres que haga? ―pregunté, tratando de mantener mi voz firme a pesar de que temblaba ligeramente.
Abrió la boca para responder, pero antes de que pudiera decir algo más, el sonido de unos pasos acercándose nos interrumpió. Nos miramos por un momento más, antes de que se apartara ligeramente, restaurando un poco de la distancia que había desaparecido.
―Lo que quiero es que comprendas la seriedad de nuestra situación y actúes con responsabilidad. Hablaremos de esto más tarde. ―dijo Nathan con voz más controlada.
Asentí, aún sintiendo la reverberación de la cercanía que acabamos de compartir, y me giré para continuar el camino hacia mi habitación. La mente aún estaba ocupada con la cantidad de emociones que abordaron mi cuerpo.
¿Qué me había sucedido?
Mientras avanzaba hacia mi habitación, sentía una mezcla de confusión y agitación. La cercanía de Nathan, su intensidad, y la atracción inesperada que había experimentado me dejó inquieta.
¿Qué había sido esa chispa, ese deseo inexplicable de acercarme más a él, de sentir sus labios contra los míos?
Nathan ha sido alguien con quien tengo una relación conflictiva desde que lo ví por primera vez parado en el umbral de mi castillo en Greenwood. Sin embargo, la tensión en el pasillo había sido casi palpable, y la forma en que se había acercado, cómo sus ojos brillaban, había encendido algo en mí que no esperaba.
Quizás era mi imaginación, como aquella escena de celos que me hizo con Lord Jullian cuando baile con él.
Me preguntaba si este cambio en mis sentimientos podría estar relacionado con la situación a la que me enfrentaba, o si era simplemente la proximidad y la tensión lo que me había afectado. No solía tener este tipo de reacciones, y menos hacia alguien con quien estaba constantemente peleando.
Al llegar a mi cuarto, me senté en la cama, tratando de tranquilizarme. Miré el reflejo en el espejo que colgaba de la pared; mi rostro estaba enrojecido, y mis ojos aún brillaban con la emoción reciente. Intenté desentrañar mis pensamientos y sentimientos, pero era como tratar de atrapar humo con las manos.
Imposible.
El silencio era casi abrumador, y me encontré perdida en mis propios pensamientos, tratando de comprender todo.
La conversación había sido cargada y, a pesar de la dureza de sus palabras, Nathan había mostrado una vulnerabilidad que no había visto antes. Su preocupación por la seguridad del reino parecía genuina, y su cercanía había sido electrizante. Me preguntaba si había algo más detrás de su actitud, algo que no había percibido antes.
Estaba llena de preguntas sin respuestas claras.
Decidí que necesitaba despejarme, así que me acerqué a la ventana y observé el paisaje nocturno. El cielo estaba estrellado, y el aire era cálido, muy diferente al clima de Greenwood por las noches.
Había sido un día lleno de presión y estrés. Nathan y yo habíamos chocado desde el principio, y nuestras interacciones siempre habían estado marcadas por la competencia y el desacuerdo.
Pero quizás el tiempo me daría una perspectiva más clara.
Me dirigí de nuevo a la cama, tratando de relajarme y calmar mi mente. La noche parecía eterna, pero finalmente el sueño me alcanzó, llevándome lejos de las complicaciones y los dilemas que me habían asaltado.
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ᴠɪ́ɴᴄᴜʟᴏꜱ ᴅᴇ ʜᴏɴᴏʀ ©
RomanceEn un reino donde la rivalidad entre dos castillos se ha prolongado durante siglos, el destino une al Rey Alexander de Hillcrest y la Reina Isabella de Greenwood en matrimonio. Sus hijos mayores, el arrogante Príncipe Nathan y la cautivadora Princes...