⚜️ CAPÍTULO 11 ⚜️

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"Hola, William"

El nerviosismo se apoderó de mí; no supe si era por la cara de sorpresa de William o porque Nathan parecía estar comiéndome con la mirada.

―Elara ―dijo William, totalmente sorprendido.

Nathan frunció el ceño al escucharlo.

―¿Se conocen? ―preguntó con voz tensa.

―Digamos que tuvimos un pequeño encuentro esta tarde ―respondió William sin dejar de mirarme.

Sonreí recordando lo sucedido en la biblioteca y asentí.

―William es el mejor amigo de Nathan desde que tengo memoria ―explicó Alexander, dándole una pequeña palmada en el hombro.

―Y el único ―añadió William, riendo ligeramente.

Le dediqué una pequeña sonrisa.

―Supongo que Nathan ya te ha puesto al corriente, Will ―intervino Alexander.

―Aún no hemos tenido tiempo de conversar ―respondió Nathan con indiferencia.

Y vaya que tenían de qué hablar.

―¿De qué me he perdido? ―preguntó William mientras pasaba un brazo por los hombros de su mejor amigo, quien rodaba los ojos.

De pronto, una chica de cabellos castaños, enfundada en un hermoso vestido color carmesí, se acercó hacia donde nos encontrábamos con una sonrisa de oreja a oreja.

―Disculpen la interrupción, ¡Princesa Elara! ―exclamó emocionada, volteándose hacia mi dirección. ―Bienvenida a Hillgrest, espero que lo esté disfrutando.

―¿Princesa? ―murmuró William, un tanto confundido al escucharla.

―Ven, Will, te pondremos al corriente ―respondió Alexander riendo, mientras se lo llevaba de allí.

A lo que sólo me pude limitar a asentir con una mueca.

Volví a centrar mi atención en la desconocida chica y le agradecí.―Qué gentil, Lady...

―Lady Susanne de Everdell ―completó la oración sin dejar de sonreír. ―Un placer, espero verla en las fiestas de té que organizo cada viernes.

―Muchas gracias por la invitación, allí estaré ―dije con cortesía.

Quizás se olvide de que me invitó y que yo acepté, pensé.

―Con permiso, princesa ―hizo una reverencia y se alejó, dejándome sola, a lo que aproveché para ir en busca de una copa de vino.

Bien, eso había sido un poco extraño.

Durante la noche, no logré visualizar a Will o a Nathan. Parecía que tenían mucho de qué hablar. En varias oportunidades, pude notar que Lord Jullian quiso acercarse, pero siempre alguien más se adelantaba, dándome la bienvenida o invitándome a futuros eventos.

Estos días habían sido un tanto ajetreados. Si bien estaba acostumbrada a estar rodeada de personas, llegaba un momento en que mi batería social dejaba de funcionar.

Repetir "gracias" constantemente o mantener las formalidades era agotador.

Sin embargo, la gente de Hillgrest me había recibido con una cálida bienvenida, totalmente diferente a como me la había imaginado. Después de todo, quizás sí podía acostumbrarme a estar aquí.Queriendo que la noche finalizara, pude visualizar a William y Nathan en un rincón, charlando animadamente con otras familias.

Al parecer, William sintió mi mirada, porque giró y, en cuanto me vio, me sonrió antes de decirle algo a los presentes y acercarse hasta donde me encontraba, dejando a un Nathan confundido por la reacción.

―Princesa Elara ―dijo Will, haciendo una reverencia al llegar.

Lancé una pequeña carcajada antes de responder.―Lord William, es un placer conocerlo oficialmente.

Nathan nos observaba a ambos desde su lugar, con una expresión difícil de descifrar.

William era una persona realmente agradable. Me comentó que Nathan ya lo había puesto al corriente y que, debido a que viajaba seguido, no se había enterado del matrimonio de Alexander y mi madre hasta esa misma tarde, en cuanto decidió aparecer de sorpresa.

―Debe ser lindo conocer el mundo ―sonreí, imaginando cómo sería viajar por tierras desconocidas.

―Sí, aunque a veces extraño mi hogar ―dijo haciendo una mueca. ―Pero no me quejo.

Asentí con complicidad, entendiéndolo por completo.

―Te comprendo.

De un momento a otro, Nathan decidió unirse a la conversación, aunque su tono seguía siendo reservado.

―¿Cómo es que decidiste aparecer justo hoy, Will? ―preguntó Nathan, con el ceño fruncido, indicando un interés genuino.

William rió suavemente, encogiéndose de hombros con una expresión juguetona.

―Oh, simplemente quería sorprenderlos a todos. Además, ¿cómo podría perderme la oportunidad de conocer a la nueva princesa de Hillgrest? ―respondió con una sonrisa.

¿Acaso me estaba cortejando o era mi imaginación?

―Espero que puedas quedarte un tiempo aquí, William. Sería agradable tener a alguien con quien charlar ―comenté coquetamente.

Pude notar cómo Nathan apretaba su mandíbula.

―Créeme que no tenía intenciones de irme a ningún lado, Elara ―dijo William, guiñándome un ojo.

A lo cual me ruboricé ligeramente.

Antes de que pudiera decir algo más, Lady Celestya se acercó, interrumpiendo nuestra conversación.

―Disculpen, ¿les molesta si les robo por un momento a Nat? ―sonrió falsamente Celestya.

¿Nat? ¿En serio lo había llamado así?

―Adelante ―dijo William, tratando de reprimir una risa ante el apodo que le habían puesto a su amigo.

Sin embargo, cualquier pizca de gracia se borró en cuanto pude ver una sonrisa desafiante en el rostro de Nathan mientras se alejaba con Celestya.

Bien.

Si él pensaba que podía jugar sus juegos, yo estaba más que lista para participar.

Con lo que acababa de suceder en mente, la noche continuó y pronto nos unimos a otros invitados en el gran salón, disfrutando del banquete y el ambiente festivo.

La presencia de William había traído consigo un cambio palpable en la atmósfera, haciendo que la noche pareciera más llevadera y agradable. En varias ocasiones, nos sumergimos en conversaciones más personales y menos formales, compartiendo risas y anécdotas que me ayudaron a olvidarme de Nathan por un momento.Pude apreciar la amabilidad genuina de William y su habilidad para hacerme sentir cómoda. Su sonrisa cálida y su manera despreocupada de abordar las cosas eran un contraste refrescante con la rigidez y las expectativas que a menudo enfrentaba como princesa.

Había sido una buena bienvenida.

Mientras la velada avanzaba y llegaba a su fin, me di cuenta de que Hillgrest era capaz de ofrecer más de lo que inicialmente esperaba. Aunque las formalidades aún pesaban sobre mis hombros, también sentía un destello de esperanza por las conexiones que podría llegar a formar aquí.

Y estaba convencida de que William había sido una de ellas.

Y estaba convencida de que William había sido una de ellas

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ᴠɪ́ɴᴄᴜʟᴏꜱ ᴅᴇ ʜᴏɴᴏʀ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora